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Bogotá

El día en que Bogotá se solidarizó con Mocoa

La planta móvil de tratamiento de agua de la EAB está aún en Mocoa, a la espera de que pase el invierno en la zona del desastre que dejó más de 320 muertos, 69 desaparecidos y 17 barrios afectados.

La planta móvil de tratamiento de agua de la EAB está aún en Mocoa, a la espera de que pase el invierno en la zona del desastre que dejó más de 320 muertos, 69 desaparecidos y 17 barrios afectados.

Foto:EAB

Ingenieros del Acueducto 'rediseñaron’ la red que permitió volver a llevar agua al municipio.

El sábado primero de abril, cuando el país entero despertó con la noticia de la avalancha en Mocoa, Putumayo, sur de Colombia, también se levantó la mano solidaria de miles de ciudadanos que, en silencio, aportaron su grano de arena para aliviar el dolor de un pueblo arrasado por lodo y piedras. Muchos se ofrecieron a recoger y llevar ayudas.
Entre esos héroes anónimos también hay que reconocer al grupo de ingenieros, técnicos y fontaneros de la Empresa de Acueducto de Bogotá (EAB). Ese día, en una reunión de urgencia en una oficina de la calle 24 n.º 37-15 en pleno corazón de la capital, comenzaron a planear y rediseñar un modelo de simulación para la reconexión de un tema vital y de esperanza: el suministro de agua.
Con el corazón bombeando a toda máquina para restablecer el servicio lo más pronto posible y estar allí, de forma fraternal, real y simbólica, los hombres liderados por el ingeniero Mauricio Jiménez, experto en redes matrices, trabajaron sobre imágenes digitales, bajaron mapas de las redes, utilizaron fotografías de la Nasa, utilizaron la información de los medios y estudiaron también los documentos públicos sobre solicitudes para el suministro del servicio de agua y alcantarillado en Mocoa.
Así fue como, a más de 630 kilómetros de distancia, se fue tejiendo de manera virtual la red del servicio de agua que fue arrancada por las miles de toneladas de tragedia.
Mientras esto sucedía en la capital, un ingeniero de ese grupo élite se desplazó hasta la población para dar los detalles que les hacían falta para poder cambiar y empatar las tuberías. La idea era recopilar toda la información detallada.
Los ingenieros sabían que no podían llegar a pedir ni una sola tuerca a una población que escurría lágrimas de dolor tratando de rescatar a sus seres queridos y las pertenencias, si es que alguna les quedaba. Al paso de las horas, la tragedia iba en aumento: más de 300 muertos, 60 desaparecidos y 17 barrios afectados.
Entre tanto, con toda la información catastral en sus tabletas y portátiles, se ordenó también el traslado de una planta móvil de tratamiento de agua potable.
En la tarde del martes 4 de abril, un remolque con la planta y tubos de 12, 8 y 6 pulgadas, motobombas, compresores, martillos de potencia, detectores de metales y medidores de caudal, entre otras herramientas, partió en caravana con tres camionetas en que viajaban los 15 voluntarios de la EAB.
Al mediodía del jueves 6 arribaron a Mocoa. De inmediato se dieron a la tarea de conectar la planta con capacidad para tratar 10 litros por segundo. El consumo mínimo vital para una persona es de 7,5 litros por día, es decir, que se necesitaba una planta que abasteciera la capacidad. Y esta, la que prestó Bogotá, los daba. Hubo júbilo cuando a eso de las 4:30 de la tarde el agua salió pura por la tubería de la planta móvil. Y se comenzaron a llenar los más de 40 carrotanques que tenía la Unidad Nacional de Riesgo.
Pero, la clave de este trabajo era conectar las redes. Con el apoyo de los soldados del Ejército, la Policía, los ciudadanos y otras empresas como EPM, aguas de Pasto y de Mocoa, la Fuerza Aérea, entre otros, se logró reconectar, poco a poco, cada uno de los ductos averiados en medio de las casas cubiertas por el desastre.
A los ocho días el servicio se comenzó a restablecer con agua cruda en una de las zonas golpeadas por la avalancha. La población fue reconociendo el trabajo de la EAB, un trabajo que se logró gracias a la tarifa que pagan los bogotanos.
“La EAB estuvo en los momentos más difíciles; fueron los primeros en llegar con agua potable. Fueron muy generosos”, dijo José Antonio Castro Meléndez, alcalde de Mocoa.
BOGOTÁ
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