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El hospital abandonado que sobrevivió al 'Bronx'

Se trata de la morgue-hospital que fue parte de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional.

El degenere, la droga y los vicios no alcanzaron a tomarse, en cerca de 12 años que duró el ‘Bronx’, la vieja sede del hospital-morgue que fue parte de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional.
Sobre la carrera 15 con calle 9.ª, en las propias espaldas de la olla de consumo también conocida como la ‘ele’, se mantiene en pie esa estructura levantada para mejorar la salud de las personas, en la década de 1930. A pesar de los abandonos estatal y distrital, que suman casi dos décadas, se resiste a caer. Y aunque por fuera no parece tan deteriorada (más allá de sus ventanales abiertos de par en par y sin vidrios), por dentro la edificación está podrida.
Son casi ochenta metros de extensión sobre el costado occidental de la carrera 15 entre las calles 9.ª y 10.ª, frente al batallón de Reclutamiento. Los vecinos aseguran que si no fuera por los militares, que mantienen paso restringido por esta vía, hace rato los consumidores y jíbaros se lo habrían tomado.
EL TIEMPO consultó con el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) sobre la situación de este edificio, y la entidad señaló que luego de la intervención y desalojo que las autoridades realizaron en el ‘Bronx’, a mediados del presente año, esta se incluyó en las solicitudes de demolición presentadas por la administración.
Sin embargo, el IDPC advirtió en ese momento sobre la imposibilidad de derrumbar el edificio: “Se emitió concepto desfavorable para la demolición, argumentando los valores patrimoniales de este”.
Al consultar con esta entidad de cuándo era la declaratoria como bien de interés cultural del Distrito, informó que esta “no se había realizado por temas legales de propiedad y el abandono prolongado”. Al inicio del segundo semestre se resolvió ese trámite.
En consonancia, y para tratar de garantizar la recuperación del hospital-morgue, la ciudad hizo una solicitud de declaratoria, como bien de interés cultural de la Nación, de este ante el Consejo Nacional de Patrimonio el pasado 17 de junio. (Lea también: El centro del crimen del 'Bronx' es una experiencia para no repetir)
“El consejo dio su concepto favorable, por lo cual se encuentra en trámite el acto administrativo de ampliación de la declaratoria referida”, complementó el instituto. De igual forma se definió que era urgente la instalación de una sobrecubierta para disminuir el avance del deterioro. Pero hoy, por ningún lado se ve esta.
Es decir, en este momento los vendavales de la temporada lluviosa aún hacen de las suyas con lo que queda en pie de la estructura. Las malas yerbas y la podredumbre siguen fracturando los pisos y debilitando muros y vigas.
Recuento del pasado
—Caballero, buenas tardes. Es que me mandan a preguntarle por qué está ahí tomando notas; lo vieron por la cámara de vigilancia –me inquiere un joven soldado que presta guardia en la esquina de la calle 10.ª con carrera 15.
—Soy periodista, estamos haciendo un informe sobre el hospital abandonado –le digo.
—Se lo preguntaba por seguridad solamente –advierte el muchacho, que gira con su fusil para observar el edificio:
En un tiempo creo que prestaba servicios de salud para los soldados enfermos, pero hace muchos años. Lleva mucho tiempo abandonado –finaliza, detrás de la barricada alambrada.
A propósito del pasado, a pocos metros de allí, en una vieja tienda sobre la calle 10.ª, Andrés Ávila Molina, el tendero, guarda en su memoria parte de la historia que en décadas anteriores se vivió en la zona.
“En 1963, mi papá se hizo dueño de esta tienda y siempre atendía a los médicos de la Escuela de Medicina. Uno de ellos, que se hizo muy amigo, se llamaba Jaime Avendaño, que si no estoy mal también era profesor de la Universidad Javeriana”, cuenta Andrés, de 30 años.
El dependiente apunta que los especialistas de la salud bajaban a tomar aguardiente al acabar sus turnos. “Bebían mucho y mi papá, Dionisio Ávila, siempre les abría y los atendía hasta tarde. Eran otros tiempos, mucho antes de que esto por acá se convirtiera en olla. Lástima que ya estén muertos casi todos, porque esos sí que tenían cuentos para echarle”, finaliza el hombre.
Antes de morir la tarde, unas goticas caen del cielo. Saco el paraguas y busco un carro que me lleve a EL TIEMPO. Atrás queda el hospital, sin cuidado y a la espera de que lo atiendan rápido.
FELIPE MOTOA FRANCO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter @felipemotoa
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