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La historia del iraní al que le estallaron dos petardos en una semana

Jalal Pourmousa fue herido en primer atentado a su restaurante.Gaula Militar indagó el caso en 2015.

Traumas y lesiones de tipo cervical, en el cráneo y el tórax, y su restaurante Shahrzad literalmente destruido. Ese fue el saldo para Jalal Pourmousa Arbani del petardo que explotó en el barrio Palermo de Bogotá el pasado 10 de febrero y que se unió a la red de atentados que tienen en alerta a las autoridades.
Aunque nadie habla de él en la zona del ataque, EL TIEMPO estableció que Pourmousa nació en Teherán (Irán) hace 57 años, salió exiliado hace más de dos décadas y llegó a Colombia en 1997 tras recorrer una veintena de países.
Apenas se estaba recuperando del impacto de la explosión en la Clínica Palermo cuando en la madrugada del 18 de febrero estalló un segundo artefacto que terminó por destrozar la fachada de la casa de conservación en donde funcionaba su restaurante desde hacía cerca de 12 años.
EL TIEMPO estableció con fuentes oficiales que en el 2015 el Gaula del Ejército investigó una llamada que recibió el empresario iraní desde una cárcel para exigirle dinero. El presidiario envió a una pariente a recoger la suma y ésta fue capturada. Sin embargo, se llegó a un preacuerdo y quedó en libertad.
Los habitantes de la localidad de Teusaquillo, una de las más seguras de la capital, entraron en pánico al ver que su vecino iraní no fue el único afectado: 118 viviendas a la redonda sufrieron daños en ventanales, paredes y techos. Además, entraron oficialmente a la lista de 30 atentados que se han registrado en Bogotá desde el 2015 y que según el propio alcalde, Enrique Peñalosa, tienen a la capital del país bajo amenaza.
“Estamos cansados, hay muchas casas afectadas y nos ha tocado reponer los daños de nuestro bolsillo. Y no nos han querido decir nada sobre lo que realmente pasó en el restaurante iraní”, le dijo a EL TIEMPO un habitante del barrio.
Este diario visitó el lugar y encontró la casa de arquitectura inglesa prácticamente destruida en su interior. Solo había cerámicas orientales hechas trizas, al igual que toda la decoración persa.
“El señor Pourmousa vivía en el segundo piso y tiene un hijo menor de edad. El martes de esta semana lo vimos de nuevo por aquí. Pero no asistió a la reunión que hizo la alcaldía local con todos los afectados”, señaló otro de sus vecinos.
Las hipótesis
El iraní, que se nacionalizó colombiano en el 2015, no ha querido hablar con los medios. Pero una mujer que se identificó como su asistente le confirmó a este diario las lesiones que recibió su jefe, y aunque prometió una posible comunicación con él, para conocer su versión de los hechos, ya no responde las llamadas.
El día del segundo atentado, un pariente de la esposa colombiana de Pourmosa manifestó desde lo que quedó del restaurante que desde hacía un par de años habían denunciado extorsiones. En efecto, se trata de la investigación del Gaula Militar.
Pero no hay más datos. Y la Policía ha guardado silencio. Incluso, en el primer estallido se dijo que se trataba de la explosión de una pipeta de gas. Pero los agentes de CTI que acudieron a la zona identificaron de inmediato el olor a explosivos.
De resultar cierta la hipótesis de la extorsión, significaría que hay otro grupo delincuencial en la capital con capacidad para hacer este tipo de atentados, además del que puso el petardo en La Macarena y los panfletarios en otros puntos.
El ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, aseguró que en La Macarena todo apuntaba al Eln y este viernes hubo dos capturas.
Lo que llama la atención es que, según registros del propio Pourmousa, su restaurante apenas alcanza activos por 41 millones de pesos. Además, tanto la alcaldía local como los vecinos aseguran que nunca oyeron hablar de extorsiones.
“No tenemos identificados temas de extorsión en ese barrio. No ha habido denuncias. Sí hay delincuencia común, como raponazos o hurto de autopartes”, aseguró Rodrigo Bernal, alcalde de Teusaquillo.
La investigación por el primer estallido quedó en manos del CTI, y la segunda, de la Dijín. Y aunque ninguno ha revelado los posibles móviles de los dos petardos, EL TIEMPO tuvo acceso a un informe de inteligencia en el que se barajan varias hipótesis.
El canadiense
Se verifica si el doble atentado tiene nexo o no con la presencia de otro extranjero que también resultó herido en la primera explosión, ocurrida en el baño del restaurante.
Fue identificado como Attow Hormose, quien aparece en registros de votación en Toronto (Canadá). Hay cuatro recientes ingresos a Bogotá. Y el extranjero habría salido del país el 15 de febrero, cinco días después del primer petardo.
“También queremos descartar la existencia de pólizas o seguros de amparo sobre el predio y temas personales”, explicó uno de los investigadores.
Mientras las autoridades le dan respuesta a la capital sobre el origen de estos y de los demás petardos, el barrio permanece vigilado y sus vecinos especulan.
“El iraní es muy amable, no le conocemos enemigos. Es posible que estuviera en un crédito gota a gota o que alguien quiera construir en ese lote. Pero necesitamos respuestas”, aseguró un comerciante de la zona.
¿3 fuerzas oscuras?
Una vez decantados los primeros informes de inteligencia, las autoridades creen que tres fuerzas diferentes estarían detrás de la ola de terrorismo de baja intensidad que ha perturbado la tranquilidad de Bogotá. Delincuencia organizada, en el caso del restaurante iraní, y el Eln en los hechos de La Macarena y del puesto de Policía en el humedal de Torca, donde la sevicia del ataque tiene el sello del terrorismo.
El gran interrogante está en torno a los petardos panfletarios. Se indaga si provienen de una tercera fuerza subversiva que se quiere posicionar y que eventualmente estaría relacionada o con el Eln o con una disidencia de las Farc. Los capturados del viernes por estos actos tienen algunas respuestas.
UNIDAD INVESTIGATIVA
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