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Bogotá

La gigante de 100 años de la carrera séptima reveló su historia

En toda Bogotá hay 6.098 palmas de cera y en el sector de la 7.ª hay 10.

En toda Bogotá hay 6.098 palmas de cera y en el sector de la 7.ª hay 10.

Foto:Rodrigo Sepúlveda / EL TIEMPO

Esta palma de cera fue plantada en 1957 en la esquina de la calle 72.

Michael Cruz
Entre los afanes diarios de los transeúntes y el agitado tráfico del corredor de la carrera 7.ª , pocos notan que a la altura de la calle 72 (costado oriental) existe desde hace casi 60 años una de las palmas de cera más altas y antiguas la ciudad.
La gigante de 30 metros de altura, testigo silenciosa de los cambios urbanos del corredor vial, fue plantada en 1957, cuando ya tenía 40 años de edad.
Aunque el año pasado cumplió un siglo de vida, nos contó que es víctima constante del vandalismo y, desde que se anunció que por la carrera séptima circulará una nueva troncal de TransMilenio, aguarda con paciencia su futuro.

Entrevista: 

¿Cómo termina una palma del Quindío en la calle 72?
En esta esquina, donde hoy queda el edificio empresarial Los Venados, desde mediados de 1940 hasta finales de 1980 existió una bolera y restaurante muy conocido en Chapinero, al que asistían los cachacos de antaño y conocido como El Tout Va Bien*.
Lo fundó Gustavo Uribe y quienes manejaban el lugar me sembraron en 1957. Yo era la encargada de adornar la entrada de la bolera con mi majestuosidad, porque cuando llegué, tras un largo viaje desde el Quindío, ya tenía casi 40 años.
¿Qué pasó con esa bolera?
Cuando Gustavo Uribe falleció, les heredó el negocio a sus hijos, pero ellos decidieron vender el lote. Como la calle 72 con carrera séptima empezó a volverse comercial y cada vez aparecían nuevos edificios, en 1992 optaron por construir este gran complejo empresarial.
Luego de la construcción de las dos torres, de 13 y 19 pisos, y casi 50 metros de largo, lo único que sobrevivió de la antigua bolera fui yo.
¿Qué ha cambiado luego de que llegaron Los Venados?
Me sentí mucho más pequeña de lo que realmente soy; antes era la referencia de mayor altura de la zona, pero las torres me sobrepasaron por 20 metros.

Me sentí mucho más pequeña de lo que realmente soy; antes era la referencia de mayor altura de la zona, pero las torres me sobrepasaron por 20 metros

También cambiaron los visitantes del sector y el tráfico.
A mediados de 1950, la 7.ª comenzó a tener gran apogeo residencial. Constantemente se construían más casas hacia el norte y circulaban los primeros buses urbanos.
En 1980, el sector se fue volviendo comercial y empresarial, por lo que muchos de mis vecinos se mudaron a otras zonas y empecé a ver a cientos de personas y vehículos circulando a toda ahora con afán.
Mucha gente, ruido y humo, y usted sola...
Sí, el aire ahora es mucho más contaminado y el ruido no cesa; sin embargo, tengo de vecinos cerca de 2.000 árboles desde la desde la calle 32 bis hasta la calle 200, que ayudan a limpiar un poco el aire de este corredor.
La mayoría son cauchos, acacias y eucaliptos.
¿Cuáles son sus vecinos verdes favoritos?
En la calle 62 hay tres palmas dátil, una palma fénix y una araucaria, declaradas árboles patrimoniales. A todas ellas las estimo porque están acá desde mucho antes que yo, hace unos cien años aproximadamente.
Aunque sus alturas varían entre los 8 y los 20 metros, es mucho lo que han hecho por el aire de la séptima.
Ninguna como usted...
Sí, en el Museo del Chicó, en la 93, tengo varias hermanas. Allá hay en total nueve Ceroxylon quindiuense spp, que es el nombre de nuestra especie, pero somos conocidas por nuestro nombre común: palma de cera. En toda la ciudad somos 6.098.
¿De qué ‘sacan pecho...?
Somos una especie emblemática. El 16 de septiembre de 1985, gracias a la Ley 61, somos consideradas el árbol Nacional.
Además, en nuestras condiciones naturales, en los bosques de niebla colombianos, somos el nicho y alimento del loro orejiamarillo (Ognorthynchus icterotis).
Aquí, en la ciudad, nuestro aporte es solamente paisajístico; en buenas condiciones podemos llegar a medir hasta 60 metros de altura y vivir más de 100 años.
¿Cómo está su salud, o ya le hicieron rayones?
Actualmente, mi estado físico y fitosanitario es bueno, tengo buen desarrollo de mis hojas y estípite (es el nombre que se le da al tronco de las palmeras por no dar ramas laterales).
Pero hace poco me dijeron que tengo daños antrópicos (los ocasionados por escritura) en la parte baja del fuste. Esto se debe a que he sido víctima del vandalismo que sufrimos muchos árboles en toda la ciudad.
¿Quién la cuida y protege?
Anualmente, soy mantenida y monitoreada por el Jardín Botánico de Bogotá (JBB). En la visita que me hacen recibo fertilización y alimentación edáfica, es decir, le aplican fertilizantes al suelo que naturalmente no me puede brindar. La comunidad del edificio Los Venados también me cuida, ellos se encargan de darme riego cada vez que lo requiero.
¿Cómo ve su futuro?, acuérdese de que vienen los rojos...
Espero que con la troncal que se va construir de TransMilenio pueda seguir siendo parte del paisaje de la séptima, a pesar de no ser declarada un árbol patrimonial. Según me informó el JBB, esto lo podré saber hasta que el IDU entregue los diseños que definan cómo será el proyecto.

1.945 árboles en la 7.ª

En todo el corredor de la carrera 7.ª entre las calles 32 bis y la 200 existen 1.945 árboles. Con la entrega de los estudios y diseños de la troncal de TransMilenio por la séptima se está a la espera, entre otras cosas, de conocer cuántos individuos deben ser removidos.
Entre las especies existentes se destacan cauchos, eucaliptos y urapanes; además, el Club del Comercio, en la calle 62, tiene plantados cinco árboles declarados patrimoniales: tres palmas dátil, una palma fénix y una araucaria, que tienen alturas que van desde los 8 a hasta los 20 metros.
En el Museo del Chicó hay otras nueve palmas de cera.
Vanessa Perea Bonilla
En Twitter: @ChapineroET
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Michael Cruz
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