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La rutina de los ladrones que azotaban el centro por 7 horas al día

Banda 'las Arpías', integrada por 19 personas y liderada por mujer de 61 años, fue desarticulada.

BOGOTÁ
Desde hace al menos seis años, María Natividad Torres se había ganado el respeto de los delincuentes que robaban billeteras, dinero en efectivo y todo aquello de valor que encontraran en los bolsillos de sus víctimas cuando estas caminaban por el centro de Bogotá.
Con 61 años, no le era difícil dirigir una de las organizaciones delincuenciales más grandes de la ciudad, 'las Arpías', dedicada a hurtar mediante la modalidad de ‘cosquilleo’. Incluso se aprovechaba de su edad y apariencia para participar en los robos.
Según investigadores de la Sijín de la Policía Metropolitana de Bogotá, que, en coordinación con la Fiscalía General de la Nación, estuvieron a cargo de las averiguaciones sobre la red criminal, tampoco le costaba trabajo sacar de la zona a algún bandido cuando ya no lo quería cerca.
“Ella era la que decía qué se hacía; si tenía problemas con alguno, podía decir que esa era su zona y que no podía ir a robar. Tenía –según un investigador clave– el poder de decidir sobre eso. Es un respeto por tantos años en las calles”.
Todos los días, durante al menos siete horas robaban en la zona. Se aprovechaban del descuido de los transeúntes y se llevaban sus pertenencias. Una jornada que comenzaba a eso de las 9:30 a. m., cuando Torres se encontraba con los miembros de su organización en la plaza de La Mariposa, donde algunos aprovechaban para consumir droga o tomarse un tinto. Salían de sus casas, la mayoría ubicadas en el barrio San Bernardo.
María Natividad Torres, María C. Hernández, Deiby Aldemar Torres y José Danilo Moreno.
En La Mariposa también ultimaban los detalles para cometer cada uno de los robos, sin ser descubiertos.
Ya en las aceras, en medio de las ventas informales, 10 mujeres y seis hombres se distribuían para delinquir (tres más recibían la mercancía).
Sacaban mayor provecho cuando había Madrugón en San Victorino –la central de comercio mayorista más importante de Bogotá– y compradores de municipios aledaños a la capital portaban efectivo.
Algunos engañaban a la víctima asegurándole que había sido escupida en un hombro, de manera que el hombre o la mujer perdían de vista sus objetos de valor, que otro delincuente terminaba hurtándole.
Otros de los compinches, en cambio, prefería llevarse las pertenencias mediante la modalidad de ‘engome’: preguntándole a la víctima, con ayuda de un papel, cómo llegar a una dirección ficticia o simplemente empujándola. Cuando esta se percataba del hurto ya era tarde.
Finalmente, la otra modalidad que utilizaban era la del ‘contrapeso’, esa misma a la que recurren con frecuencia en medios de transporte masivo, como TransMilenio.
Por varios minutos, mientras otro delincuente esperaba afanoso la entrega del botín, una de las mujeres tomaba la maleta y la desocupaba. Esto, sin dejar de ejercer presión sobre ella para simular el peso. Cuando la soltaba y el dueño se daba cuenta de lo que pasaba, ya sus objetos habían desaparecido entre la multitud. Siempre uno de los ladrones era el encargado de guardar los artículos en un lugar seguro.
A las 5 p. m., toda la banda de ‘las Arpías’ se reunía nuevamente. Las 16 personas se movilizaban, sin generar sospecha, hasta dos locales –uno ubicado en la calle 13 con carrera 13 y el otro, dos cuadras más adelante–, para venderlos y repartirse las ganancias en partes iguales, como es frecuente en este tipo de organizaciones.
Las tres personas son señaladas de recibir los artículos hurtados.
Uno de los hombres de la Sijín le contó a EL TIEMPO que cada miembro de la banda podía recibir solo en un día hasta 400.000 pesos. Sin embargo, cuando el ‘negocio’ no les salía como esperaban, la repartición del dinero conseguido podía no superar los $ 50.000.
Además, los investigadores establecieron que tenían relaciones familiares y que portaban armas blancas para defender su territorio de otros bandidos.
Su historial delictivo
Las autoridades también detectaron que, los viernes y los sábados, esta banda delinquía en la zona rosa, norte de Bogotá, a partir de las 9 p. m.
También que, a pesar de su historial delictivo –varios de ellos tenían hasta 15 anotaciones por hurto–, ninguno había estado tras las rejas. (En video: Cerca de 60 personas agredieron a dos presuntos ladrones)
Esto tenía que ver con que esta es la primera operación en conjunto, que duró 10 meses y en la que el fiscal especializado logró aportar pruebas contundentes para que todos –excepto la líder, por su edad– fueran enviados al Buen Pastor y a La Modelo, mientras avanza su proceso. En total, las autoridades recopilaron más de 100 horas de grabación, que mostraron en audiencia.
Los delincuentes, que aceptaron su responsabilidad en los robos, deberán responder por hurto agravado y concierto para delinquir.
Las autoridades allanaron dos locales donde compraban los elementos robados.
Delito que más preocupa
El delito que más preocupa a los bogotanos es el hurto. Así lo evidencian los resultados de la más reciente encuesta de percepción y victimización de la Cámara de Comercio de Bogotá, que reveló que al 75 % de los ciudadanos que fueron víctimas de algún tipo de delito les fueron hurtadas sus pertenencias. Incluso, dice el estudio, en el 47 % de esos episodios los delincuentes emplearon la violencia; en el 26 % de los casos se usaron armas de fuego, y en el 54 %, armas blancas. (Lea también: Justicia exprés para los ladrones de celulares)
A principios de este año, un estudio de la Fundación Ideas para la Paz mostró que el número de hurtos a personas es alarmante y que las localidades han resultado impactadas por el incremento de los casos.
La inquietud también ha sido planteada por los aspirantes a la alcaldía de Bogotá, quienes insisten en que las estrategias para fortalecer la seguridad deben ser prioridad para quien llegue al Palacio Liévano.
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