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Bogotá

Las alternativas a la encrucijada del relleno Doña Juana

Así se veía esta semana el relleno sanitario Doña Juana.

Así se veía esta semana el relleno sanitario Doña Juana.

Foto:César Melgarejo / EL TIEMPO

El relleno sanitario tiene fallas, los vecinos no lo quieren, pero Bogotá depende de él.

La protesta de 48 horas que protagonizaron esta semana vecinos del relleno sanitario de Doña Juana, por la proliferación de moscas, ratas y malos olores, evidenció la fragilidad que tiene la capital frente a la disposición final de sus residuos sólidos.
Los residentes bloquearon el ingreso de los carros de basura, y esa protesta repercutió en pocas horas en la acumulación de basura en las calles, por el retraso en cadena que se generó en los horarios de recolección.
El problema es complejo: los bogotanos producen 4 toneladas de basura por minuto, 259 por hora y 6.222 al día. Eso, más 10 toneladas que llegan de los municipios cundinamarqueses de Fosca, Cáqueza, Choachí, Chipaque, Une, Ubaque y Gutiérrez, debe ingresar sin falta al relleno, en una operación que implica entre 700 y 800 viajes de basura con 10 toneladas de carga cada uno al día.
Las voces de alarma de la bomba de tiempo que significa el relleno vienen desde los vecinos, el operador y las mismas autoridades. En enero, los residentes ya habían bloqueado Doña Juana por más de 10 horas, protestando por la proliferación de insectos. En el fondo, la CAR ha evidenciado, y el operador ha reconocido, fallas en puntos como la planta de lixiviados (líquidos contaminantes de la basura), que solo puede tratar 15 litros por segundo, cuando las basuras depositadas generan 25.
El consorcio CGR Doña Juana dice que el problema es de plata porque lo que recibe por tarifas no alcanza. Su hueco financiero, representado en deudas con sus proveedores, supera los 18.000 millones de pesos. Ante esta encrucijada, EL TIEMPO consultó a los implicados y los expertos por los escenarios que enfrenta la ciudad por el relleno.

1. Sacarlo del sur de Bogotá no es una opción

La CAR estima que si Bogotá no reduce la cantidad de basura que produce, la vida útil del relleno sanitario no irá sino hasta el 2022.
Más allá de ese cálculo, los vecinos de Usme y de Ciudad Bolívar, afectados por Doña Juana, quieren que se saque de la zona por problemas ambientales y de salud pública.
El lío es que en Bogotá no hay suelo para un nuevo relleno; la única opción es conseguirlo en Cundinamarca, pero eso depende de un acuerdo de Bogotá con los municipios.
“Cerrar el relleno en este momento, ante la inexistencia de otro relleno que pueda servir para disponer allí la basura de los bogotanos, es un imposible”, dice Néstor Franco, director de la CAR.
En caso de una emergencia, Bogotá no tiene a dónde llevar la basura. Mondoñedo, el sitio de disposición más grande de Cundinamarca, recibe al día 1.777 toneladas, la tercera parte de lo que llega a Doña Juana.

2. Montar un sistema regional de disposición final de basuras

Para el urbanista Mario Noriega, “ninguna ciudad importante ha resuelto sus problemas de desechos sin pensar en región”. Por eso, Bogotá debe definir el tema con Cundinamarca y proyectar el futuro en centros de reciclaje y no de relleno. “Ese es un modelo siglo XIX”.
El director de la CAR afirma que Bogotá debe pasar del “enterramiento al aprovechamiento de la basura porque es más rentable ambiental y económicamente”, pero mientras lo hace tiene que tener un relleno alterno y solo podrá ser en Cundinamarca. “Países europeos que iniciaron la política de basura cero hace 20 años todavía siguen contando con residuos sólidos para disponer en suelo”, dice.
Eduardo Behrentz, vicerrector de desarrollo de la Universidad de los Andes, advierte que en el futuro hay que pensar en nuevos modelos, pero ahora, por costos, lo viable es un nuevo relleno. Pero hay que decidirlo ya porque la planeación de un sitio de disposición final se demora una década.

3. Quedarse, mejorarlo y preparar un plan B

“Yo creo que los plazos todos están vencidos. Estamos en mora de tomar una decisión urgente”, dice el director de la CAR, que propone declarar una emergencia sanitaria.
Su argumento es que la ciudad no tiene un plan de contingencia en caso de emergencia, no hay un relleno alterno y adaptar un nuevo sitio requiere tiempo. “No significa que se cierre Doña Juana, sino que se tenga un relleno alterno y comiencen a manejarse mejores tiempos y controles en la disposición”.
La Alcaldía le apuesta a pedir un aumento de tarifas para cubrir los costos de operación de Doña Juana y superar los problemas de mal estado de las vías, fallas en el tratamiento de lixiviados y problemas de cobertura oportuna. “La tarifa que tiene hoy Doña Juana está muy por debajo de todas las tarifas de rellenos en Colombia y de otras ciudades de América Latina”, dijo el alcalde Peñalosa.
YOLANDA GÓMEZ
Editora EL TIEMPO
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