¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

El último vuelo de tres amantes del cielo

Dos jóvenes apasionados por la aviación y un instructor, las víctimas del accidente aéreo.

BOGOTÁ
La aviación en Colombia está de luto. Este lunes, en medio difíciles condiciones climáticas, en la serranía de los Yariguíes (Santander), yacían los cuerpos de dos jóvenes promesas y su instructor. Un accidente propiciado por el mal tiempo habría acabado con el futuro de los pilotos. Esa es la hipótesis que más cobra fuerza hasta el momento.
El capitán Gustavo Guerra y sus pupilos Alejandra Sánchez y Hernando Barahona fueron encontrados muertos, y los restos de los aviones, a tan solo 300 metros de distancia, el uno del otro, en un inhóspito lugar dominado por la niebla.
“Cuando creas en ti, ni el cielo podrá ser tu límite”, decía Hernando en su página de Facebook. La nostalgia de quienes lo conocieron también se evidencia en las redes sociales. Ambos comenzaban una carrera con éxito, su ideal era culminarla rápidamente. Se sentían orgullosos de su profesión, eso lo muestran las fotos que colgaban en las redes, con su uniforme de vuelo y los accesorios característicos de su oficio.
La Escuela de Aviación Aeroclub de Colombia tampoco pudo ocultar su dolor. “El vacío nos acompañará toda la vida, y hoy están en nuestros corazones”.
El día del accidente realizaban un crucero de instrucción en dos aeronaves de la escuela. En una de ellas iba el instructor con la jóven estudiante y en el otro avión, Hernando Barahona.
Pero toda la misión se inició el domingo 12 de abril, cuando se decidió que las aeronaves HK5064G (Cessna 172) y HK1912G (Cessna 150) partieran desde el aeródromo de Barranquilla hacia el primer destino elegido, Barrancabermeja. “Allá arribaron sin ningún contratiempo hacia las 12:30 de la tarde”, confirmaron voceros de la escuela.
No era para menos. La operación estaba liderada por el capitán Gustavo Guerra, un avezado instructor con años de experiencia. Todo lo de rigor se realizó en tierra –eso dice la escuela–: procedimientos de despacho y reabastecimiento de combustible. La idea era poder continuar con la operación de vuelo hacia el destino final, la base principal (Guaymaral), ubicada en Bogotá.
Así fue como, hacia la 1:30 de la tarde del lunes, los aviones despegaron rumbo a la capital, pero a las 2:50 p. m. la Jefatura de Operaciones de la escuela fue alertada sobre una posible falla de comunicación de la escuadrilla.
Fue el instructor, capitán Gilberto Hernando Quiñonez Higuera, quien también realizaba operación de crucero, el que lanzó la primera alerta. Él ya había logrado ingresar a Bogotá y se encontraba en tierra.
Luego, la confusión reinaba en la zona de control, nadie sabía qué había pasado. “La Jefatura de Operaciones se comunica de forma inmediata con el jefe de seguridad de la misma, para alertar sobre las fallas de comunicación con la escuadrilla del capitán Guerra”, dice la escuela.
Quince minutos después esa oficina es contactada por el Centro de Control Bogotá de la Aerocivil, que anuncia que se ha iniciado el protocolo. Había que encontrarlos, pues Guerra tampoco había establecido comunicación alguna con el control de aproximación de Bucaramanga, ni con el centro de control Bogotá. Era como si se los hubiera tragado la tierra.
El plan de emergencia comenzaba. A las 3:30 de la tarde, el transmisor de emergencias ELT, de la aeronave HK1912G, emite las coordenadas exactas de la posición de la aeronave.
Un difícil rescate
La Aerocivil, como es habitual en este tipo de accidentes, activó un plan de búsqueda y rescate. Lo primero fue un sobrevuelo. Las condiciones meteorológicas y de nubosidad no ayudaron mucho.
El retorno al aeropuerto fue frustrante porque las familias y los amigos de los jóvenes solo querían escuchar una noticia alentadora en medio de las pocas posibilidades que había de encontrar a algunos de los tripulantes con vida.
En ese primer momento, al final del día, los organismos oficiales cancelan la búsqueda, la cual reanudan en las primeras horas del lunes 13 de abril.
Un trabajo sin pausa y la ayuda de varios lugareños de la boscosa zona donde cayeron las aeronaves permitieron que los cuerpos de rescate lograran llegar al sitio de las tragedia. Luis Ernesto Esteban, alcalde de la población, indicó que, ayudados por campesinos de la zona, diez socorristas del Cuerpo de Bomberos caminaron durante ocho horas para llegar al punto donde se estrelló una de las dos pequeñas avionetas.
En el otro frente de búsqueda, coordinado desde San Vicente de Chucurí, contaron con mejor suerte y llegaron hasta el punto de la vereda Cantagallos Alto, donde hallaron la avioneta en la que viajaba Hernando Barahona.
La tristeza embargó a cuantos hacían parte de la operación porque siempre, y a pesar de las difíciles circunstancias, se guardaba la esperanza de que hubiera algún sobreviviente.
Pero no fue así. Las dos aeronaves se avistaban claramente destruidas y sus tripulantes habían encontrado la muerte en medio de un vuelo, lo que fue la pasión de sus vidas. “Fue un trabajo muy complicado. Ya recibieron la autorización de sacar el cuerpo, pero los helicópteros no pueden aterrizar allí. Se quedaron sin víveres y algunos sufrieron hipotermia, pero aun así intentarán bajar el cuerpo a un punto intermedio”, contó Esteban.
¿Que pasó?
Las difíciles condiciones meteorológicas que imperaban el domingo pasado en la serranía de los Yariguíes (Santander), donde las dos avionetas se estrellaron en una zona cubierta por una espesa niebla, habrían causado los accidentes en los que murieron los tres pilotos de una escuela aérea bogotana.
A esas conclusiones llegaron las autoridades y organismos de socorro este lunes durante las penosas y difíciles labores de rescate de los cuerpos, que quedaron incrustados en las pequeñas aeronaves, halladas en el cerro La Cuchilla, a 3.500 metros de altura en jurisdicción de los municipios de Zapatoca y San Vicente.
El coronel Jesús Edilson Paredes, comandante de la Policía en Santander, descartó que las dos avionetas, que viajaban entre Barrancabermeja y Bogotá, se hubieran estrellado en el aire e indicó que la hipótesis que toma más fuerza es que el mal tiempo imperante en la zona habría ocasionado el accidente.
Con las dos avionetas accidentadas el domingo pasado aumentó a tres la cifra de las aeronaves de la Escuela Aeroclub de Colombia que se estrellan en Santander.
Otro avión de la empresa, que tiene su sede en el aeropuerto de Guaymaral, en el norte de Bogotá, colisionó en un cerro de Vélez el 4 de enero del 2010. En este hecho murió el piloto.
BOGOTÁ
BOGOTÁ
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO