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POETAMIMER

(A Carmen Barvo) No quiero hablar sobre su muerte, que tanto y tan desesperadamente buscó, sino sobre su vida. Y debo comenzar por resaltar un aspecto que, sin proponérselo, siempre ejerció, a su manera, claro está: la política. Pues lo que venía haciendo, como poeta, era desempeñando esa actividad para algunos tan poco noble- en forma muy activa, valga la redundancia. Y, obviamente, de un modo muy peculiar.

D Artagnan
(A Carmen Barvo)
No quiero hablar sobre su muerte, que tanto y tan desesperadamente buscó, sino sobre su vida.
Y debo comenzar por resaltar un aspecto que, sin proponérselo, siempre ejerció, a su manera, claro está: la política. Pues lo que venía haciendo, como poeta, era desempeñando esa actividad para algunos tan poco noble- en forma muy activa, valga la redundancia. Y, obviamente, de un modo muy peculiar.
Su última exitosa convocatoria fue precisamente en la plaza de Santamaría, en lo que ella denominó como acto público Descanse en paz la guerra , apoyada siempre en todas sus quijotadas por el ex presidente Belisario Betancur. Quijotadas es un decir! Hasta última hora estuvo luchando por el rescate de su hermano Ramiro, hace ya casi dos años secuestrado por las Farc, y por todos los demás cautivos de la guerrilla, enarbolando a grito herido la bandera de que no había que usar el lenguaje, ya común en Colombia, de que existen rehenes de primera y de segunda . Y de que tan repudiables son los secuestros de célebres dirigentes, como los de quienes también injustamente retenidos carecen de connotaciones políticas y son víctimas constantes de extorsiones económicas.
Por eso velaba ella como causa justa por la necesidad de un acuerdo humanitario, sobre la base de que existían varios antecedentes en esa materia, y de que en tal sentido no podía haber más discriminaciones porque constituyen la forma de estimular la arbitrariedad de los captores al convertir el secuestro específicamente la búsqueda de la liberación de determinadas personas en un delito provechosamente selectivo, además de atroz.
Claro. María Mercedes fue ante todo poeta. No poetisa, sino poeta. Y como tal actuó por ejemplo en la Constituyente del 91, elegida por la lista del M-19, pero manteniendo una independencia total de esta organización y de sus jefes. Y obró con dedicación exclusiva, renunciando temporalmente a su labor en la Casa Silva (en donde la reemplazó Isadora de Norden). Defensora total de derechos fundamentales como el de la tutela, siempre creyó que entes autónomos como la Comisión de Televisión habrían de garantizar la independencia y calidad de la TV pública e impedir lo que a la postre inevitablemente sucedió: la concentración de poderes en manos de grupos económicos, con todas las secuelas que ello ha significado para el pluralismo informativo y la diversidad de opiniones, en el marco de la libertad de expresión.
Y como periodista, Carranza sí que lo fue a carta cabal. Aparte de ser una rigurosa entrevistadora, ejerció la jefatura de redacción de la revista Nueva Frontera durante más de trece años, al lado de un personaje como el ex presidente Carlos Lleras Restrepo. Qué interesantes debieron de ser tales consejos editoriales, siempre liderados por Lleras pero por los cuales también pasaron nombres esclarecidos y en su caso inolvidables como los de Luis Carlos Galán y Pedro Gómez Valderrama, por citar algunos. María Mercedes no solo se encargaba de la parte cultural del semanario sino que vigilaba con esmero la diagramación y la parte gráfica de los artículos del director. Tanto los políticos, casi siempre polémicos, como los literarios, no menos... sobre todo cuando tenían ribetes líricos y eróticos. Se imaginan los lectores lo que podían ser semejantes tertulias, con participantes tan cultos y activos como Lleras, Gómez Valderrama y Carranza, y supongo también con la presencia de su entonces gerente, Patricia Lara?
Poeta política y poeta periodista, aunque esencialmente poeta, aspecto sobre el cual no voy a ahondar por no ser el más curtido en el tema. En cambio, había otra faceta que compartí a plenitud con María Mercedes: el goce por la comida. Una vez estando en Madrid algún embajador realizó un almuerzo en su honor. De antemano sabíamos lo que, estando en plena capital de España, podían servirnos ese día: la insípida crema de espinacas que ofrecen en las embajadas, y rodajas de un lomo desabrido, acompañado de alguna verdura y papas sudadas con perejil. Es decir, el horror! Terminada la invitación, de inmediato salimos corriendo para el primer tapeadero que encontramos y ahí sí- literalmente nos embutimos unos cuantos bocadillos untados de tomate con anchoas frescas hasta quedar repletos, y un buen vaso de vino (o muchos), para compensar aquel principio de lo que implicaba una comida menos en la vida, cosa inaceptable tratándose de dos glotones voraces.
Y por eso su casa del centro- todo un penthouse en el popular barrio de La Macarena- era un albergue al que llegaban sus amigos más disímiles: Daniel Samper, Carlos Castillo, Jaime Castro, Iván Marulanda, Pedro Alejo Gómez, Alberto Casas, Guillermo Cortés, Alvaro Castaño, Alfonso Gómez Méndez, Julio Andrés Camacho, Enrique Vargas Lleras y, por supuesto, amigas íntimas como Pilar Tafur, Carmen Barvo, Cecilia Orozco y Gloria Zea, entre muchísimas otras personas. Porque María Mercedes nunca fue una mujer sola, sino que estaba siempre rodeada de gente que la quería con frecuencia políticamente antagónica , tanto en Colombia como en España, donde vivió durante muchos años de su juventud, cuando Eduardo Carranza fue agregado cultural de la embajada de Colombia en Madrid. De ahí sus relaciones con Serrano Suñer, al igual que con Antonio Tovar y su esposa, Chelo, por ejemplo; ella todavía sobreviviente y de seguro impactada con la noticia sobre la muerte voluntaria de su amiga.
Y algo que tampoco debe quedarse entre el tintero: la amistad de su padre con Alvaro Gómez Hurtado, lo que le permitió dirigir por un tiempo- pese a ser agnóstica y completamente de izquierda- el suplemento literario de El Siglo. Devoradora de libros, que de ahí hubiera saltado a la Casa Silva, en donde demostró a plenitud que los poetas también saben sobre cosas terrenales, como administrar dineros y manejar personal, no es una sorpresa. Ni tampoco que esa tarea la hubiera extendido a varias ciudades mediante la consigna de La poesía tiene la palabra , una de cuyas convocatorias se hizo en Cartagena a comienzos de la década de los 90 (siglo pasado), con un centro de convenciones atiborrado de gente y en lo que parecía más un duelo taurino o incluso pugilístico que intelectual: en el escenario estaban el maestro Alvaro Mutis, Raúl Gómez Jattin y Jaime Jaramillo X-504, recitando poemas en plena emulación y al calor de crecientes aplausos sudorosos. Lo que demuestra que para María Mercedes Carranza la literatura también era una fiesta, que es en el fondo como pueden tomarse los oficios de rigor.
Que hubiera resuelto irse para no volver nunca más es cosa suya. Nos lo anunció a sus amigos muchas veces y aun cuando respeto su decisión, que quede claro que no la comparto. Dónde estás, María Mercedes? Por qué no contestas? Y, sobre todo, quién le va a contar a Felipe López, los domingos, cómo estaba realmente el contenido de Semana? Adiós para siempre, poetamimer. Para siempre!
posgar@eltiempo.com.co
- El poeta Eduardo Carranza y su hija María Mercedes en 1983
D Artagnan
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