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HONGOS CHINOS: CUENTO CHINO

Han pasado de mano en mano, de frasco en frasco, de nombre en nombre y aunque les atribuyen propiedades curativas que casi llegan al milagro, no hay certeza sobre ellas. Algunos los llaman hongos chinos o tíbicos y otros maná o agua de la Madre Teresa de Calcuta.

Hallarlos es muy fácil: cientos de personas en Bogotá y otras ciudades del país los tienen y están consumiendo el agua dulce en la que se mantienen vivos.
A Martha Puerto le llegaron los hongos por caminos distintos. A su hermana se los había regalado una cuñada y después, alguien se los regaló a su papá. Días después, su vecino también le ofreció y varias amigas le hablaron de ellos.
Alguien le dijo que los trajo la Madre Teresa de Calcuta en sus visitas a Colombia (1982 y 1986). Otros dicen que la religiosa los dejó en México y de allí, llegaron al país.
Pero sea cual sea el origen, el hongo llegó al país con aureola de santidad y con un extenso repertorio de las enfermedades que cura (desde el dolor de cabeza hasta la diabetes), de testimonios sobre los alivios que produce y de dos recomendaciones: mantenerlos en agua endulzada con azúcar o panela y regalarlos, no botarlos por un sifón porque taparían las cañerías.
Los especialistas los identifican como un tipo de hongos, compuestos por levadura y bacterias.
Según Hernando García Barriga, biólogo y botánico experto en plantas medicinales, y Humberto Zamora, bioquímico de la Universidad Nacional, estos hongos se conocen desde hace varios años en el país y se usan para producir bebidas fermentadas como el guarapo.
Por sí mismos, ni el hongo ni la fermentación son dañinos. Según García, hay hongos comestibles, patógenos, venenosos y medicinales.
Por otra parte, Augusto Rivera, químico de la Universidad Nacional, dice que en México los tíbicos son una masa gelatinosa formada en los recipientes de líquidos azucarados, en los depósitos y tuberías de los ingenios o en las natas de algunas bebidas.
En la fermentación, los hongos transforman el azúcar en un tipo de alcohol (etanol) y en otras sustancias (entre las que van bacterias), que también son consumidas por quien toma el agua fermentada.
Rivera indica que el peligro está en que si la persona es susceptible a alguna de estas bacterias se puede enfermar.
Al respecto, la bacterióloga Vilma Martínez Granados, profesora de micología ciencia que estudia los hongos en el Colegio Mayor del Rosario, hizo un cultivo pequeño de estos hongos y encontró que además de levaduras había bacterias. Según ella, estas pueden producir enfermedades gastrointestinales (como la diarrea que puede llevar a la muerte por deshidratación) y toxinas.
También teme que como los hongos han sido tan manipulados, alguien los altere a propósito para producir enfermedades. Cree, además, que debe hacerse un estudio profundo de los hongos para determinar con exactitud qué tipo de bacterias tienen.
Por su parte, Ana Esperanza Franco, bióloga con doctorado en micología, afirma que los cultivos del tíbico pueden contaminarse con un hongo (aspergillus), que produce toxinas que pueden ser causantes de cáncer.
Según ella, un estudio mostró que los tíbicos existen en el mundo desde hace mucho tiempo y que se popularizan por épocas. También se halló que el caldo de cultivo tiene antibióticos y no se sabe qué efectos pueda tener su uso continuado.
En opinión del bioquímico Zamora, también habría que mirar la cantidad de alcohol que producen los hongos en determinado tiempo, porque el etanol consumido en grandes cantidades, produce adicción.
En la Universidad Nacional se está haciendo una investigación con estos hongos desde hace cerca de seis años, señala el profesor de ingeniería química Rubén Darío Godoy. Pero no para explorar las propiedades curativas del agua que fermentan sino sobre la nata que producen y que puede usarse en transplantes de piel.
Nada de milagros
Las hermanas Misioneras de la Caridad, representantes en Colombia de la comunidad de la Madre Teresa de Calcuta, niegan que existan vínculos entre los hongos y la religiosa de la India.
En cuanto a los médicos, varios especialistas consultados conocen la existencia de los hongos tíbicos por sus pacientes, pero no conocen investigaciones ni sobre ellos ni sobre el agua que fermentan.
Por su parte, el endocrinólogo Iván Darío Escobar dice que actualmente existe la tendencia a considerar que todo lo natural es sano y que por ello la gente consume cualquier cosa que se le ofrece como natural, sin tener en cuenta que algunas son dañinas.
En cuanto al bienestar que dicen sentir algunas personas que toman el agua de los hongos, opina que puede estar produciéndose el efecto placebo: la persona toma algo que se le presenta como medicinal (aunque no lo sea) convencida de que se va a curar y en efecto, siente algún alivio.
El médico Jorge Reinoso, presidente de la Asociación de médicos investigadores en terapéuticas alternativas, tampoco conoce investigaciones sobre el hongo. Reinoso recomienda no consumir el agua, pues no se sabe si tiene efectos secundarios. En cuanto a la posibilidad de que curen tantas enfermedades como se les atribuye dice: Las panaceas no existen y, en todo caso, cualquier medicamento tiene indicaciones y contraindicaciones .
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