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UNA PLAGA LLAMADA MOJOJOY

Cuando hablamos de Mojojoy no estamos refiriéndonos precisamente al alias de un jefe guerrillero, pese a que su medio también es rural, ataca cuando menos se espera y causa temor a los finqueros.

Se trata de un insecto, también conocido como chiza, que ataca a los pastos dedicados a la ganadería y los principales cultivos comerciales.
El Mojojoy es una larva subterránea, de varios tipos de cucarrones, que tiene como costumbre arrasar las raíces de todas las plantas, causando un daño económico enorme. A veces echa a perder toda una cosecha o hace que los productos se presenten en forma antiestética en los mercados.
El control de esta chiza representa el 22 por ciento de los costos de producción y se realiza con productos de categoría toxicológica I, lo que ha generado el uso indiscriminado de pesticidas ocasionando una fuerte contaminación ambiental.
Sin embargo, existen controladores naturales que pueden ser usados en forma comercial, entre los más importantes se encuentran varios tipos de hongos.
Es por ello que la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Corpoica) adelanta varias investigaciones a nivel nacional, donde la plaga ocasiona pérdidas en cultivos de importancia con el fin de crear tecnologías y métodos que hagan posible su control.
Manejo de larvas
La entidad propone una metodología para el manejo de Mojojoy, con las dos siguientes características: el manejo integrado de larvas y adultos mediante el control natural y uso de patógenos a nivel comercial y el empleo de prácticas agronómicas, físicas y mecánicas para su control.
Estas chizas se encuentran distribuidas en todos los agroecosistemas nacionales atacando diferentes cultivos y pastos. Los investigadores encontraron en promedio 10 larvas por planta, localizadas entre los 10 y los 40 centímetros de profundidad, lo que hace ineficientes los controles aplicados por los agricultores, dada la dificultad de localizar los productos a la profundidad requerida.
La altitud determina la presencia de varias especies de mojojoy pero la más amplia distribución corresponde entre los 1.800 hasta 2.500 metros sobre el nivel del mar.Cuando el agricultor encuentra en el suelo estados larvales, de las fases mediana y grande, debe aplicarle al cultivo un insecticida granular en el momento de la siembra para asegurar el establecimiento del cultivo; o un controlador biológico, como los hongos entomopatógenos Metarhizium, B. bassiana o Septobasidium sp., para que al permanecer cerca a la planta, pueden infectar la larva o adulto que entre en contacto con ellos.
El hongo tiene la ventaja de permanecer activo en el suelo por cerca de un año y es capaz de causar enfermedad al entrar en contacto con el huésped; también tiene la particularidad de distribuirse muy bien en el suelo, al contrario de los insecticidas, que se pierden por lixiviación.
Para la aplicación en campo de los hongos puede usarse arroz infectado, depositando 2 a 4 gramos en cada sitio de siembra.La aplicación de los patógenos debe realizarse siempre sobre suelo húmedo, en las primeras horas de la mañana o últimas de la tarde para que penetren rápidamente en el suelo y no sean destruidos por la radiación solar.
Es aconsejable realizar una segunda aplicación del hongo entre 150 y 200 días de edad del cultivo para atacar aquellas larvas de 2 y 3 instar. Deben evitarse los insecticidas cuando la planta ha formado sus raíces tuberosas, ya que pueden acumularse tóxicos y ocasionar efectos colaterales en las personas y animales que las consuman posteriormente.
Características
Los cucarrones adultos de la chiza tienen hábitos nocturnos y presentan su mayor actividad de vuelo entre 7 y 10 de la noche, cuando emergen del suelo para copular o alimentarse.
Entre los 1.800 y 2.000 metros sobre el nivcl del mar se capturan hasta las primeras horas de la madrugada; mientras que en menores latitudes vuelan entre las 6 y las 8 p.m., característica que debe ser tenida en cuenta para una estrategia de control.
Las chizas, en su primer estado larval, suelen alimentarse de materia orgánica y las larvas de segundo y tercer instar se alimentan de todo tipo de raíces como por ejemplo malezas, pastos o materia orgánica en descomposición.
Los adultos tienen una notable preferencia por el follaje verde de plantas arbustivas y arborescentes. En uno de los estudios se encontraron insectos alimentándose de brevos, otros de mora de castilla, tomate de árbol, urapanes, nacedero, frutillo y guayaba.
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