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ANGY, BEBÉ VÍCTIMA DE LAS FARC

Angy apenas comenzaba a percibir los primeros aromas de la naturaleza que rodea a la zona del Cerro Murrucucú donde está ubicado el caserío El Diamante. Vivía aún del pecho de su madre, cuando una bala disparada por un fusil de la guerrilla le arrebató en un solo instante la vida.

Fueron precisamente en esos brazos maternos que comenzaba a descubrir con sus 23 días de nacida, donde su alma se fue al cielo en medio de una balacera cruzada entre paramilitares y miembros del frente 18 de las Farc.
Betty Fernández Fabra la joven madre que cargaba desde tempranas horas del pasado lunes a Angy Diomedez había recibido el mes de diciembre con la alegría de una hija, el regalo esperado para estas Navidades y por quien se proponía trabajar duro para sacarla adelante.
Con el viento del Nudo del Paramillo, los campesinos iniciaron el Día de los Santos Inocentes una nueva jornada de trabajo.
Betty cuidaba de su hija cuando aproximadamente a las 11 de la mañana se escucharon los primeros disparos provenientes de la parte más alta del Cerro, donde todos sabían que estaba ubicado el campamento paramilitar comandado por Carlos Castaño.
Era el comienzo de lo que la guerrilla había anunciado hace dos meses, cuando rumores indicaban que las Farc iban a atacar el campamento de Castaño. Inclusive, pobladores dijeron que el 10 de diciembre se presentó un hostigamiento al cuartel de las autodefensas.
Las Farc, en asocio con el Ejército Revolucionario del Pueblo, sorprendieron a los paras con una ofensiva de aproximadamente 300 hombres, sin contar otra cantidad similar de guerrilleros que se quedaron en el monte, según el testimonio de los campesinos de El Diamante.
En el campamento, según los pobladores, se encontraba ese día Carlos Castaño, cuyo paradero se desconoce, aunque su muerte fue desmentida.
Luego del ataque de la guerrilla, los paramilitares pasaron por la población de El Diamante. Los subversivos los persiguieron y comenzaron a disparar indiscriminadamente hiriendo a los campesinos que iniciaban la huida hacia el monte.
La campesina Betty Fernández Fabra apretó con todas sus fuerzas a la pequeña recién nacida y se perdió en el monte por varios minutos, hasta que logró alcanzar nuevamente el camino destapado que conduce al municipio de Tierralta.
Un camión con paramilitares recogió a varios civiles que corrían en busca de ayuda, entre ellos a Betty con su hija Angy. El vehículo alcanzó a moverse algunos metros y la guerrilla lo sorprendió de frente abriendo fuego.
Sangre y llanto
Las manos de Betty se llenaron de sangre y apretando contra su pecho el diminuto cuerpo se dio cuenta de la tragedia. Gritó y lloró de desesperación sin soltar a su hija y como pudo escapó de las balas que dejaban a su paso desolación.
Sus lagrimas se secaron con el dolor de la muerte, su vida también acababa con la partida de su hija.
La guerrilla siguió su persecución a los paramilitares en las poblaciones de El Venado, mientras decenas de campesinos huían por el monte.
Durante su incursión asesinaron a varios pobladores, sindicándolos de auxiliadores de los paramilitares. Otros dos menores cayeron bajo las balas de la guerrilla. Tres hombres fueron decapitados a machete.
Una señora, que no había sido identificada, fue quemada en la puerta de su rancho. También le dispararon y le amputaron el brazo derecho.
El ataque terminó la noche del martes. La guerrilla además de quemar el campamento de Carlos Castaño en las estribaciones del Nudo de Paramillo, incineró treinta casas de El Diamante y El Venado. Ayer, el humo todavía salía de las ruinas.
De igual manera, los subversivos quemaron cinco vehículos, tres de ellos camionetas Hilux doble cabina, una Toyota y un camión 600 donde se transportaban los paramilitares.
Los familiares cargaron a sus muertos desde la noche del martes hacia Tierralta. Betty cargó a Angy durante la noche y con la ayuda de la Cruz Roja Internacional sepultó ayer a la menor en este municipio.
Los campesinos de la zona dice que la cifra de muertos puede pasar de 30, pues vieron que tanto la guerrilla y los paramilitares se llevaron varios cadáveres.
Igualmente, cerca de 480 campesinos desplazados llegaron hasta Tierralta y otros 200 habitantes de El Diamante están desaparecidos, tal vez, entre el monte, escondidos de las balas.
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