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LOS ACIERTOS Y DESACIERTOS DE BILL CLINTON

Políticas incoherentes, ausencia de estrategias, inmadurez de su equipo, desorganización de la Casa Blanca... Todavía en junio, tras seis meses de gobierno, llovían las críticas sobre Bill Clinton. En diciembre, sorpresa inesperada: su índice de popularidad alcanzó 58 por ciento. Cómo explicarla? El secreto está en una estrategia llamada coaliciones flotantes . No es una fórmula sino una estrategia de gobierno. Clinton olvidó la disciplina de partido y optó por gobernar al centro. Al centro del Congreso.

Las alianzas las ha hecho y deshecho según la agenda legislativa y sin tener en cuenta las etiquetas demócrata , republicano o independiente . Un amigo en un tema puede ser su contrincante en otro. Y viceversa. Así se llegó a una situación paradójica: el mayor triunfo político del año (el voto a favor del Tratado de Libre Comercio) se lo debe a los representantes republicanos.
Bill Clinton es un hombre de provincia que aprendió rápidamente cómo se hace política en Washington: apelando al lobby. Cada voto ha sido negociado y trabajado por él y su administración. Esta institucionalizó tanto el lobby como método de gobierno que algunos especialistas en relaciones públicas pasaron unos meses en altos cargos y volvieron a sus negocios. Como si nada. The New York Times denunció los casos de Howard Paster y Roy Neel y exigió crear cánones diferentes de comportamiento para los miembros del equipo presidencial.
Bill Clinton ha asegurado que su ídolo es John F. Kennedy. Eso debería dar pautas para entender lo que es y lo que quiere. Este año ha buscado resultados. Tanto ha criticado los gobiernos de Reagan y Bush que necesita probar que es diferente. Y a su edad, es claro que trabaja, desde ahora, pensando en su reelección.
Su pragmatismo se ha visto hasta en detalles de suma importancia para él, como llamar a David Gorgen, un republicano que trabajó con Nixon, Ford y Reagan, como su director de Comunicaciones. Gorgen tiene trabajo. Un estudio de The Center Media and Public Affairs asegura que más del 60 por ciento de los comentarios hechos por fuentes no partidarias es desfavorable a Clinton.
Críticas y alabanzas
Su balance hay que divirlo en dos: asuntos domésticos y política externa. En los primeros, el resultado, si se miran los sondeos, es bastante favorable. Esto a pesar de que la administración hizo votar, en agosto, un vasto programa económico que pretende reducir el déficit fiscal, de 500.000 millones de dólares, de aquí a 1998. Es una medida impopular con aumento de impuestos y recorte de gastos, incluyendo los de carácter social.
A ese discurso sobre el saneamiento de las finanzas públicas, Clinton ha agregado otro que toca la recomposición del tejido industrial y laboral. De ahí el énfasis que ha puesto en la firma de tratados comerciales estilo TLC y Acuerdo General de Tarifas y Comercio (GATT).
No puede reclamar la paternidad de ninguno de los dos, pero pasó mucho tiempo explicándole a la opinión sus beneficios. Sobre el GATT, que fue firmado por 117 países y se venía negociando desde 1986, y cuya última ronda arrancó en Uruguay, dijo: Un buen acuerdo podría crear 1.400.000 empleos en Estados Unidos y aumentar el ingreso promedio de una familia en unos 1.700 dólares al año .
Hay cifras que ya está endosando como parte de su gestión: el desempleo se redujo. Ahora es de 6,8 por ciento de la población activa; es decir, el mejor porcentaje, segun el Departamento de Trabajo, en los diez últimos años. La producción industrial creció, igualmente, en 0,8 por ciento. Es poco, pero es nuevo en un panorama económico caracterizado, hasta ahora, por la recesión.
Clinton fue elegido con amplio apoyo de las minorías. Eso se ha reflejado en su administración. Hay más negros y más latinos en el gobierno; aunque todavía están subrepresentados. Nombró inclusive a una lesbiana, Roberta Acthenberg, en un cargo equivalente a un viceministerio. Y para cumplir la promesa de que los homosexuales podrían prestar el servicio militar, se enfrascó en un enfrentamiento, dismulado pero real, con los militares.
Con los homosexuales no le ha ido bien. Tras meses de debates, se llegó a una fórmula no preguntar, no decir, no perseguir cuya aplicación está siendo distorsionada, dicen ellos, por los militares. Los gays lo han criticado, igualmente, por no convertir el drama del sida en prioridad nacional. Según ellos, también en ese punto olvidó sus promesas.
Clinton ha mostrado, no obstante, mayor sensibilidad social que sus antecesores republicanos. Este año, con ayuda de su esposa (ver recuadro), ha promocionado un plan nacional de salud con el que han soñado, sobre todo, 37 millones de estadounidenses que no tienen ningún seguro médico.
Ese plan cubre, en principio, a los 258 millones de estadounidenses y a los residentes legales. Trabajen o no. También suscita amplios debates, pero es casi seguro que sea votado el primer semestre de este año.
Un gran problema lo espera: el de las armas, cuyo control se ha convertido en clamor nacional. La Ley Brady no parece suficiente. En realidad, la criminalidad en Estados Unidos está muy atada al problema de las drogas.
Joycelyn Elders, Surgeon General (equivalente a una ministra de Salud), propuso legalizarlas pero el presidente dijo no compartir su análisis. La administración presentará su plan antidrogas en este primer trimestre pero no se esperan cambios sustanciales. Estados Unidos ha gastado más de 100.000 millones de dólares desde 1981 pero las drogas continúan llegando. En ese campo, el resultado del balance de Clinton es negativo.
Política internacional
Cómo armar una estrategia tras la guerra fría? Ese ha sido el mayor problema de Bill Clinton en política internacional. Tres de sus colaboradores tenían que suministrar una respuesta y no lo lograron: Warren Christopher, secretario de Estado; Les Aspin, secretario de Defensa, y Anthony Lake, consejero presidencial para la Seguridad Nacional.
La política exterior fue criticada ampliamente por la prensa y la TV. Bosnia, Haití y Somalia se convirtieron en ejemplos evidentes de la falta de brújula de la administración. Un sondeo hecho recientemente por Time y CNN mostró que el 52 por ciento de la opinión desaprobaba el manejo dado por Clinton a la política exterior.
El gobierno reaccionó en la única forma que podía: encontró un chivo expiatorio. Les Aspin fue remplazado a mediados de diciembre por Bobby Ray Inman, de 62 años.
Los que se van tienen la culpa de todo. Sin sutilezas, pero anónimamente, la Casa Blanca redujo el perfil de Aspin y agrandó el de Ray Inman. Aspin, según las versiones recogidas por medios como Time y Newsweek, era un hombre que confundió discusión con decisión, que dejó acumular problemas y que era incapaz de articular políticas en público ; es decir, no sabía hablarles a los periodistas.
Preguntas sin respuesta
La realidad está en que esta administración todavía no ha dado respuestas a muchos interrogantes. Entre otros, el su estrategia ahora que es potencia única. Cómo piensa reestructurar su ejército (se han cerrado bases militares) y su política de defensa? Cómo intervenir en conflictos regionales (Bosnia) o locales (Haití) y cómo participar en misiones multinacionales al lado de las Naciones Unidas (Somalia)?
Para los críticos aquí, y son numerosos, lo grave no es solamente no tener respuestas. Es haber dado una imagen de impotencia (Haití) y de haber sido humillados en Somalia, donde el 3 de octubre murieron 18 militares y decenas fueron heridos. La opinión no entendió por qué esos soldados llegaron, supuestamente, en una misión humanitaria y terminaron enredados en una guerra de clanes.
Una frase de Aspin resumió la falta de norte en la política exterior: Se espera que los militares paren (en Somalia) la guerra de los civiles y el hambre (...) pero cuando matan a unos, nadie quiere asumirlo. El presidente debe resolver este problema .
Clinton se dedicó a los problemas caseros. Y salvo un ataque sorpresa en junio contra Bagdad y el problema en Somalia, no fue realmente sometido a grandes pruebas internacionales. Rusia es, por ahora, el gran rompecabezas. Qué hacer con Vladimir Zhirinovsky, el fascista que quiere reconstruir el imperio? El 24 por ciento de votos que obtuvo preocupa. La única salida parece ser ampliar la ayuda económica a Boris Yeltsin, cuya administración ya recibió 2.500 millones de dólares.
Con China, las relaciones parecen entrar en un período de deshielo mientras que con Corea del Norte, acusada de tener la bomba atómica, han crecido las tensiones. Hacia América Latina no ha habido inciativas particulares, salvo el Tratado de Libre Comercio, firmado con México y Canadá, que podría extenderse a otros países.
Clinton mantuvo, pues, en 1993 un bajo perfil internacional. Se anotó, sin embargo, un punto mayor, al haber sido el sacerdote mayor del rito que selló la paz entre Israel y la OLP.
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