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DESASTRE ALGODONERO EN NATAGAIMA

Unos rostros confundidos, llenos de tristeza e incertidumbre es lo primero que usted se encuentra en los cuatro rincones del parque La Constitución de Natagaima.

Son los rostros de campesinos e indígenas curtidos por el intenso sol de esta zona del Tolima que retratan lo que ellos mismos califican como una verdadera tragedia.
Tragedia que puede apreciarse en una hora de recorrido por las diferentes veredas del municipio donde cualquier visitante se cansa de observar cultivos abandonados de algodón, maíz, sorgo y ajonjolí. Son miles de hectáreas resecas por el verano más largo de los últimos 25 años que se extendió durante más de tres meses en los que según los agrónomos del municipio no cayó ni gota de agua. Desde diciembre no se registra una lluvia fuerte y los ríos Yacó, Zancudo, Guaguarco, Hilarco y Chenche se secaron , dijo David Loaiza, director de la Asociación de Cabildos Indígenas del Tolima quien añadió que en un régimen normal de lluvias cae un aguacero cada 10 días.
De acuerdo con el ingeniero Jorge Luis Gordillo y las cuentas de varios agrónomos que llevan 10 años trabajando en la región, en Natagaima se perdieron cerca de 2.300 hectáreas de algodón que se sembraron a comienzos de año.
Siete años de pérdidas
La situación llegó a extremos bien dramáticos porque la gente lleva siete años sufriendo pérdidas o rentabilidades mínimas generadas por la apertura económica y la consecuente competencia con los algodones extranjeros , agregó Gordillo quien agregó que en el pueblo ya no quedan sino los viejos porque poco a poco los jóvenes han ido emigrando a otras ciudades como Bogotá, Ibagué o el Amazonas, donde aprenden a cultivar coca.
Eso es pérdida tras pérdida. En diciembre pasado no hubo forma de nada con la cosecha de maíz. Se dañó todo y quedamos con los brazos cruzados. Ahora con unos pesitos que nos mandaron dos hijos que viven en Bogotá sembramos algodón, pero la sequía también se parrandió la cosecha , señaló en medio del desconsuelo doña María Elvira Soache, una veterana campesina de 46 años que vive en un parcela de la vereda Guasimal.
Por eso es que la gente se tira a hacer males. Porque que más van hacer si no saben sino sembrar algodón. Gracias a Dios nosotros pudimos levantar los hijos cuando se podía vivir. Ahora semanalmente hacemos cualquier cosa de mercado con lo que nos dan por la venta de dos pollos y 15 huevos .
Bomba social
Como doña María otros 1.500 pequeños agricultores de la zona se endeudaron o invirtieron lo poco que les quedaba en el cultivo de algodón.
Pero el caso más crítico es el de los campesinos que se endeudaron y que en julio no tendrán cómo pagar sus deudas.
Sin embargo, aquí no termina la difícil situación de los 20 mil natagaimunos que hoy permanecen en el municipio. Meses atrás la Caja Agraria transfirió a un fondo especial denominado Fonsa las deudas de los cultivadores que se hicieron impagables. El objetivo era que los campesinos accedieran a nuevos créditos con la esperanza de que levantaran cabeza , señaló una fuente de la Caja Agraria.
Ahora la situación para los habitantes de esta población del sur del Tolima se verá más apretada; sobre todo si se tiene en cuenta que para varios agricultores ya empezaron los anuncios de embargos.
Todo lo anterior sin contar con dos elementos que aumentarán el impacto negativo en la región. La primera de ellas es la ubicación de 37 comunidades indígenas en la zona como la Yaco Molano que fueron afectadas gravemente con el verano. La segunda se relaciona con los niveles tradicionales de pobreza que hacen de Natagaima una de las poblaciones más deprimidas del Tolima. Por ejemplo, de acuerdo con el Censo de 1993, el porcentaje de necesidades básicas insatisfechas es del 49 por ciento y cerca del 21 por ciento de su población vive en condiciones de miseria.
Por eso dirigentes gremiales como el gerente de la Corporación Algodonera del Espinal, Camilo Afanador, creen que se puede estar cuajando un polvorín social.
Por lo pronto campesinos como don Humberto Castellanos, que llevan 40 años cultivando algodón, piensan con preocupación que no tendrán más alternativa que irse a sembrar amapola.
Lo curioso de todo el asunto es que con esta problemática encima, la alcaldía local prepara los detalles de las próximas fiestas del San Juan, en las que no habrá muchas cosas que celebrar.
Así quedó el algodón en Natagaima. El intenso verano impidió el crecimiento de las plantas que por esta época debían alcanzar una altura de un metro con cincuenta centímetros.
Como doña María Elvira Soache otros 1.500 pequeños agricultores de Natagaima se endeudaron o invirtieron lo poco que les quedaba en el cultivo de algodón.
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