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ANIMALES: REMEDIOS PELIGROSOS

En una finca del occidente del país, al caer la tarde, un matrimonio campesino entra en la alcoba. El marido toma un sapo en sus manos y se lo refriega a la consorte por las piernas y el vientre, mientra reza una oración. Acto seguido, entierra o cuelga el batracio hasta que muera pues en caso de que escape o tome agua, el enfermo puede morir. El anterior es un remedio prescrito que se transmite verbalmente de una a otra generación. Lo que se ignora en esta oportunidad es que el sapo cultiva un hongo que produce la cromatomicosis, una enfermedad peor que la erisipela, casi incurable.

POR GUILLERMO TRUJILLO
La farmacopea faunística de la medicina popular no se circunscribe a las áreas rurales de Colombia, sino que se extiende a las zonas urbanas y ciudades. Relata un biólogo que en fecha reciente y hallándose en un céntrico restaurante de Bogotá, los comensales escucharon, alarmados, llantos infantiles en un cuarto, y extraños ruidos de animales en un galpón continuo. El misterio se aclaró cuando los meseros liberaron a los niños. El cocinero había degollado a tres o cuatro armadillos, cuya sangre destinada a la cura del asma se les obligó a beber a los menores.
Para combatir el asma, además de la sangre de armadillo, la farmacopea de fauna recomienda dar grasa o infundio de gallina, aceite de raya o tiburón, lo mismo que una sopa de comején.
Entre los animales que integran esta terapéutica para mejorar o preservar la salud del hombre, se hallan además de los anteriormente señalados: abejas, caracoles, culebra cascabel, ranas, osos, toros, murciélagos, gatos y hasta el humilde grillo. La lana de oveja negra está indicada para curar las paperas; penes de toro, gallos y micos para contrarrestar la impotencia; la médula de res, de ganado vacuno en general, se utiliza para tonificar el cerebro. Siguen siendo reyes
Una de las más curiosas prácticas curativas de este género popular que, aunque menguada por lo dolorosa y hasta peligrosa, es la destinada a curar la artritis y el reumatismo por medio de la picadura de abeja. Una sola picada del insecto no tarda en producir fiebre.
El propietario de un apiario en la Sabana de Bogotá, que tiene más de sesenta años de experiencia en la aplicación del tratamiento, explica que allí acude gente que no ha logrado mejoría por ningún otro medio. Son tres sesiones con intermitencia de un mes. El paciente recibe veinte picadas sobre la piel por sesión que sin duda, además de hacerlo gemir, lo harán tambalear en no pocos casos.
Existe en la región amazónica una rana que se utiliza como purgante. Se le calienta el dorso, se ingiere el exudado, y al paciente le sobrevienen diarreas y vómitos. Hay quien afirma después que se halla mejor que nunca.
Cuando se presentan casos de retención urinaria debido a trastornos de la vejiga, y siguiendo las normas orales del vademécum de terapéutica faunística, se acude al cocido de patas de grillo. En los Llanos Orientales acostumbran algunos moler los cascabeles de la culebra de este nombre, y se hacen pastillas como remedio indicado para combatir el cáncer.
En otra época cuando el cóndor abundaba y se le veía airoso volar sobre los Andes, se le mataba para sacarle la sangre y beberla. Se creía que daba longevidad, pues se afirmaba que el gran pájaro nunca moría. La costumbre no solo existió en Colombia sino también en Perú.
Pero indudablemente, el animal bandera por así decir de esta copiosa medicina tradicional de fauna, que lleva un gran bagaje de ageros y supersticiones, es el gato. Sobre este felino, según el historiador Javier Ocampo López en su libro sobre supersticiones y ageros, se afirma que transmite el asma. El autor precisa que la cola del gato se considera efectiva para el tratamiento de las verrugas y la sarna, y su cuero, adecuadamente secado y aplicado a la cara, alivia el dolor de muela , y hervido en aceite de oliva es un ungento especial para las heridas . Y además: el gato es el animal por excelencia escogido por las brujas para sus aquelarres y la práctica de la magia negra.
En fin, hay que tener en cuenta que la imaginación humana no tiene límites, y que miles de ejemplares, algunos de gran valor y en vía de extinción, han sido diezmados en esta alucinante cacería de especies para ser utilizados como terapia para curar las humanas dolencias.
Es conveniente tener en cuenta que los animales sean domésticos o silvestres, son vectores de virus, parásitos de la sangre, enfermedades, etcétera; y un buen arañazo de gato en el rostro o la garganta se ha llevado a más de un brujo o curandero de este mundo a continuar sus rituales de magia y supersticiones en el más allá.
POR GUILLERMO TRUJILLO
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