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EL ZORRO FUE AL INFIERNO Y VOLVIÓ

Cuando llegó a 30 años a Omar Hernández, El Zorro , las piernas le empezaron a pesar. Madrugar a entrenar se convirtió en un verdadero sacrificio y montar en bicicleta ya no era un placer.

El Zorro , campeón de la Clásica a Boyacá, de la de Cundinamarca, y el mismo que durante 10 días fue líder en la Vuelta a España del 89, perteneció a esa generación privilegiada del ciclismo, la de aquellos momentos inolvidables en Europa junto a Lucho Herrera, Fabio Parra, Pacho Rodríguez y El Negro Martín Ramírez, en las grandes carreras.
Llevaba 17 años montando en bicicleta y no conocía muchas cosas de la vida. Por eso dejar el uniforme y vestirse de civil no resultó tan fácil como imaginaba.
Yo venía de un mundo de abstinencia, de un mundo sano porque no hacía nada distinto a entrenar, correr, dormir, comer y estar con mi familia. Pero me encontré con el trago, la rumba, las mujeres, el vicio. Tenía plata y algo de fama. Eso me abrió todas esas puertas.
Dejé de ser ciclista y me convertí en un consumidor. No me faltaba trago, vicio y mujeres. Sufrí un degeneramiento emocional, me volví mal esposo, peleador, borracho, una porquería. Me reunía con unos amigos y metíamos de todo: marihuana, coca, perico. La droga era el vicio menos bravo porque solo era de vez en cuando, lo podía controlar. El resto, no... Hacíamos verdaderas bacanales.
Yo me mostraba como un hombre bien, me dedicaba a mi negocio de distribución de tuberías. Andaba impecable, de corbata y vestido de paño a toda hora, como un señor. Por dentro estaba destruido. Sabía que todo lo que hacía estaba mal, pero no me importaba nada.
Tres veces vi la muerte de cerca. Una vez me emborrache, me enlaguné, me estrellé y fue perdida total. Apenas me fracturé el tabique. Otro día me puse a pelear con un taxista. El disparó tres tiros y ninguno me alcanzó. Después, en un restaurante, en una comida con unos amigos, se armó una pelea con los de la mesa de al lado. Hubo golpes, de todo. Uno de ellos sacó un revolver y me iba a disparar, pero uno amigo no lo dejó. Después era yo el que lo quería matar, pero me detuvieron . Estos son algunos de los recuerdos de Hernández en sus días de Zorro .
Armando Moreno, un amigo de farra, se le presentó un día, renovado, con la Biblia debajo del brazo, diciéndole que Dios le podía perdonar todo lo malo que había hecho, que estaba a tiempo de volver a vivir como una persona normal.
Yo le pregunté que si se había vuelto loco. Vine a entender todo una mañana, un sábado, como a las 7:00, cuando me desperté, prendí el televisor y vi a un hombre que contaba su vida. Sentí que estaba contando la mía. Fue horrible; lloré como un niño.
Enseguida me acordé de Pambelé , de La Mosca Caicedo, de gente que como yo había caído en el vicio, sin que nadie se acordara de ellos, sin que nadie tuviera misericordia de ellos. Busqué a mi amigo y le pedí orientación. Hablé con el pastor de la iglesia Cristiana Renovación en Cristo y él me dijo que a través de la Biblia le podía encontrar solución a todos mis problemas.
Yo veía fácil dejar el trago y el vicio; pero las mujeres, no. Podía estar con muchas a la vez, pero adoraba a Yamile, mi esposa. Sin embargo, me portaba muy mal. Ella me aguantó todo. Cuando me di cuenta de lo que estaba viviendo en realidad, estuve casi 4 horas llorando. De ahí salí para mi casa y de rodillas le pedí perdón a ella, pero me dijo que no, que yo le había hecho mucho mal. Era cierto
Ella tenía un problema de alopecia, todo por el estrés, por la situación que vivíamos, porque teníamos tres hijos y a ellos también les estaba haciendo mucho mal. Traté de reconquistarla, la invitaba a cenar, trataba de que me perdonará, incluso le regalé un carro, pero a ella eso no le importaba. Le empecé a decir que fuera conmigo a la iglesia, pero no quería. Ya no me creía.
Pero pudo más el amor. A pesar de todo ella también me amaba. Empezó a acompañarme al templo y también se convirtió. Las cosas volvieron a funcionar entre los dos. Hoy todo es diferente .
El Zorro de ahora, rueda por los 35 años, no monta, pero marcha al frente de un grupo de cuatro hombres que como él, predican la palabra de Dios, desde ayer en el VIII Gran Premio Pony Malta.
A Julio Bernal, Albeiro Giraldo, Víctor Herrera y Gregorio Ladino, los ciclistas de Jesucristo, se les ve desde ayer, vestidos con un uniforme azul que en el centro, en fondo blanco, dice Cristo para todos . En los hombros muestra un llamado: Lea la Biblia y en los guantes se observa: Cristo vive y Cristo salva .
La Asociación Evangelista Cristo Salvación y Paz quería que Rafael Antonio Niño, que también se convirtió, o yo dirigiera un equipo de ciclistas que estuviera en la fe, que quisiera predicar el evangelio. Hablamos de presupuesto y recibimos el apoyo suficiente para estar en el Gran Premio Pony Malta, en la Clásica de Cundinamarca, la próxima semana, y, probablemente en el Clásico RCN.
Nosotros queremos ganar, pero lo más importante es ganar almas para Jesucristo, que sus testimonios les sirvan a los demás para cambiar sus vidas, queremos hacer un llamado a través del deporte. Además en las carreras nos va a acompañar un carro que va a estar regalando Biblias .
Ahora, Omar Hernández se levanta a las 5:30 de la mañana. Los miércoles, jueves y viernes va al templo a orar. A las 8:00 de la mañana atiende su negocio. El resto del tiempo se lo dedica a su familia y al ciclismo.
Claro que hoy, después de haber superado esos días amargos como aquel en que pensó que la solución a sus problemas estaba en lanzársele a un carro, sólo piensa en hacer el bien, en la etapa de hoy, y piensa en que al otro lado de la puerta está el mundo que un día vivió, el mismo del que regresó para volver a ser El Zorro , pero el de antes.
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