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UN EJÉRCITO TRAS LA RUANA DE BOLÍVAR

La ruana que trajo el libertador Simón Bolívar de las frías sabanas de Bogotá y que dejó a su paso por Cartagena antes de ir a morir en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta (año 1830), tiene un incalculable valor histórico, que sólo coleccionistas pueden tasar en el mercado negro.

La ruana que trajo el libertador Simón Bolívar de las frías sabanas de Bogotá y que dejó a su paso por Cartagena antes de ir a morir en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta (año 1830), tiene un incalculable valor histórico, que sólo coleccionistas pueden tasar en el mercado negro.
Esta pieza de vestir que abandonó aquí porque no era apropiada para este clima, y que reposaba en el museo de la Casa de la Inquisición, en los alrededores de la Plaza de Bolívar, la robaron desconocidos el lunes pasado en la noche sin violar las puertas del edificio, en una acción que, según Vicente Martínez, vicepresidente de la Academia de Historia, no demandó grandes esfuerzos.
Para Martínez sólo los coleccionistas pueden determinar el valor de esta prenda.
Consultados dueños de anticuarios en la ciudad dijeron que el costo lo determina la antiguedad de la pieza, su procedencia y tamaño, entre otros aspectos.
Fidias Alvarez, arquitecto restaurador y secretario de la Academia de Historia de Bolívar, dijo que no se descarta que el robo tenga móviles políticos. Recordó que el grupo M-19 se llevó la espada del Libertador para tomarla como símbolo de su lucha.
Del Palacio de la Inquisición también desaparecieron la vajilla que utilizó Bolívar para alimentarse por aquellos días próximos a su ocaso; 22 mapas antiguos que contenían valiosa información histórica de Cartagena, monedas españolas, máscaras y collares precolombinos.
Martínez se lamenta de la fragilidad con la que está custodiada la riqueza histórica y monumental de Cartagena. Dice que ni siquiera hay entidades gubernamentales ni dinero para sufragar el sueldo de un celador permanente.
"El mismo Palacio de la Inquisición está en ruinas y nadie se apiada de él", dijo. Confía en que la ministra de Cultura, Aracely Morales, consiga recursos para la restauración de los monumentos de su ciudad natal.
Mientras el país entero lamenta el robo de estas piezas, los organismos de seguridad conformaron un bloque para dar con los ladrones y su botín.
El comandante de la Policía en Bolívar, José del Toro, encargó, el mismo día que se conoció el robo, a 25 de sus mejores investigadores para encontrar las piezas históricas. La misión es no permitir que la ruana y la vajilla de Bolívar salgan del perímetro distrital.
El director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), Jorge Lagos, dijo que se entregará una recompensa en dinero a quien entregue información sobre los autores del robo.
Sus hombres trabajan con el formato investigativo que el año pasado les permitió la recuperación de una estatua de madera, de 1,80 metros de alto, del Arcángel San Gabriel, que fue hurtada también del Palacio de la Inquisición.
"En Cartagena hay gentes inescrupulosas que mercadean estas antiguedades y existen personas que las compran", dijo Lagos, quien no se inclina a pensar que se trate de un robo con móvil político.
Otras veces los robos han sido cometidos por legos que terminan vencidos ante el acoso de los detectives, como el caso del hurto de un cuadro religioso de la Iglesia de San Pedro Claver que fue sacado por un hombre que creyó que podía recibir una gran suma por él, pero al final no encontró comprador.
Se recuerda la frase con la que terminó admitiendo a la Policía su fechoría: "Carajo, me enhuesé (encartarse) con esa cosa".
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