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La gente del teatro rinde honores a la 'estrategia García'

Algunos dicen que, al lado del uruguayo Atahualpa del Cioppo y el brasileño Augusto Boal, el colombiano Santiago García es uno de los grandes maestros del teatro latinoamericano.

YHONATAN LOAIZA GRISALES
Otros subrayan como el gran secreto de García su integridad ética y su
compromiso con una labor tan difícil y poco lucrativa como lo es el teatro en
Colombia.
Lo cierto es que cuando el nombre de Santiago García sale a flote en una
conversación con integrantes del ambiente teatral en Colombia, lo primero que
se evidencia es admiración. Y respeto, claro está.
"Lo reconocemos como nuestro papá, decimos que somos sus 'pollos' porque fue
el hombre que nos entusiasmó, nos provocó, nos contagió el teatro con su gran
pasión y sabiduría", dice Cristóbal Peláez, director del Teatro Matacandelas,
de Medellín.
Reacciones así son ejemplo de la leyenda que se ha ido construyendo alrededor
de este colombiano de 83 años, recientemente nombrado Embajador Mundial del
Teatro por la Unesco, y que ha consolidado a su grupo, el Teatro La
Candelaria, como una de las instituciones culturales más importantes del país.
Hoy, que se celebra el Día Internacional del Teatro, justamente el maestro
escribe otro capítulo de esa leyenda: el Ministerio de Cultura, la Secretaría
de Cultura, Recreación y Deporte, de Bogotá; el Festival Alternativo Teatro y
el Iberoamericano de Teatro (ver recuadro) le rendirán homenaje.
"Santiago García es el gran poeta del teatro colombiano. No hay otro como él,
y creo que en mucho tiempo no lo habrá", asegura Miguel Torres, escritor y
director del Teatro El Local. Torres recuerda que conoció a García cuando
acababa de salir de la Escuela de Arte Dramático, a comienzos de la década del
50, época en la que vino a Colombia el maestro japonés Seki Sano, y García fue
uno de sus alumnos.
En ese momento, el maestro se la pasaba buscando actores para que le ayudaran
a montar obras de teatro. "Las hacíamos en apartamentos, porque no teníamos
dónde ensayar, y a veces hacíamos temporadas de solo una semana en teatros
como el Odeón", cuenta Torres, quien añade que García fue de los primeros que
llevaron a las tablas en Colombia a autores como Samuel Beckett, Eugène
Ionesco y Arthur Miller, entre otros.
"Él fue uno de los que trajeron el teatro moderno, y lo impulsó en Colombia
porque, antes, el teatro en este país era una cosa muy provinciana", añade
Torres.
Nace La Candelaria
Fue en 1966 cuando García y un grupo de artistas fundaron la Casa de la
Cultura. Ese grupo, que cuatro años después se conocería como Teatro La
Candelaria, estaba conformado por Patricia Ariza, Carlos José Reyes, Eddy
Armando, Vicky Hernández, Consuelo Luzardo, Francisco Martínez, Miguel Torres,
entre otros.
"Desde el comienzo nos propusimos ser absolutamente independientes, no tener
ningún lazo, ninguna conexión con una empresa", le dijo el maestro a EL TIEMPO
el año pasado, cuando su grupo cumplió 45 años de fundación.
Según Torres, La Candelaria se convirtió en el primer laboratorio de creación
teatral en Colombia y fue cuna de las generaciones de directores y grupos que
le dieron un rostro mundial a la escena colombiana.
"La importancia de La Candelaria en el país también es clave para la cultura
en general, porque el teatro en la segunda mitad del siglo XX se convirtió en
la manifestación artística más importante. La gente joven, los colegios, las
universidades encontraron en el arte teatral la manera de manifestarse y
expresar sus puntos de vista sobre la realidad del país", dice Torres.
Fue con Enrique Buenaventura, director del Teatro Experimental de Cali (TEC),
con quien García se encargó de popularizar el teatro en todo el país. "Enrique
y Santiago construyeron un teatro que fue capaz de convertir en arte el
pensamiento contemporáneo de Latinoamérica", asegura Jacqueline Vidal, actual
directora del TEC.
La creación colectiva
Para César Badillo y Francisco Martínez, actores de La Candelaria, una de las
principales enseñanzas de García es el concepto de la creación colectiva. "Ese
es el proceso más rico de mis 45 años de trabajo en La Candelaria. La creación
colectiva no se trata de que este actor sepa más que el otro, sino de que uno
aporte de acuerdo a la experiencia que tenga y a las necesidades del grupo",
dice Martínez.
Fue Nosotros los comunes, en 1972, la primera obra que La Candelaria creó con
este método, que ha trascendido a otros grupos del país.
Pero la estrategia de García no para allí, ya que a esa democracia de
pensamiento que significa la creación colectiva, el maestro siempre le ha
añadido su disciplina y rigor intelectual.
"Es un visionario. Haciendo una comparación un poco tonta, se podría ver como
un Julio Verne, porque son personas que se adelantan a su tiempo, lo prevén,
lo intuyen", señala Alfonso Ortiz, quien actuó en el grupo durante ocho años.
Según Ortiz, La Candelaria fue uno de los primeros grupos artísticos que se
metieron en el tema del narcotráfico, gracias a una idea de García, con la
obra Golpe de suerte, que se inspiró en Lucho Barranquilla, un traficante del
norte del país.
Por su parte, Álvaro Rodríguez, que trabajó 25 años con García, destaca que el
maestro siempre crea la metodología de trabajo dependiendo del proyecto, y
siempre les abre espacio a la locura y la invención.
"Recuerdo que el personaje del 'Buscón', en El diálogo del rebusque, me sacó
lágrimas. García no me gritaba sino que se burlaba de mí. Me decía: 'No sea
bruto, no piense... Deje que su invención se lo dé todo'. Y a pesar de eso, El
diálogo... es la obra más importante en mi vida como teatrero", dice
Rodríguez.
Cómo vivir del teatro
Es un secreto a voces que la filosofía de La Candelaria no es precisamente una
mina de oro en términos económicos. "El mismo Santiago me decía alguna vez:
'Nosotros no sabemos hacer plata, sabemos hacer teatro'", recuerda Fabio
Rubiano, dramaturgo y director de Teatro Petra, que estudió bajo la batuta de
García durante seis años.
Y aún así, el grupo ha logrado mantenerse por más de cuatro décadas. "Ya con
el tiempo, hemos aprendido a manejar esos problemas monetarios", asegura
Martínez.
Fiel a la promesa del maestro, ni él ni La Candelaria se han cobijado con el
apoyo de un partido político o una empresa, y ahí, según Rubiano, reside una
de las grandes razones de su éxito.
Otro aspecto que se destaca de García es su ductilidad. "Es agradable verlo en
el escenario. Aunque no tiene toda la formación que tendría un actor
tradicional, tiene un tono y un toque particulares. Se trata de hacer la
interpretación justa que la obra necesitaba", asegura Rubiano.
Y a pesar de que la escena es su ámbito natural, García también probó suerte
en el cine, actuando en películas como Cóndores no entierran todos los días,
La virgen y el fotógrafo y El río de las tumbas.
Un hecho es cierto y verificable: ni sus 83 años ni los problemas de salud de
su edad le impiden a García robarse la admiración del público cuando se sube
al escenario. "Él es un 'Chaplin', ese tipo tiene esa dimensión. Incluso, por
ahí corrió la voz de que Atahualpa del Cioppo decía que la ventaja del teatro
colombiano es que tenemos a ese gran comediante", anota Cristóbal Peláez.
El homenaje que se le rendirá hoy a García viene a saldar una deuda que, según
varios creadores, el país ha tenido con el maestro durante mucho tiempo.
"A él no se lo ha valorado lo suficiente. García se merece todos estos
reconocimientos y homenajes que le han hecho últimamente, y a la vez cien más,
porque está convencido de su arte, de su oficio, y morirá en su ley", dice
Ortiz.
Lo mismo opina Rubiano, quien asegura que en Colombia hay gente que todavía no
sabe quién es Santiago García. "A muchos eventos donde invitan a los cinco o
seis directores más grandes del mundo, ahí ha estado Santiago. Incluso, a
Santiago venía a visitarlo Peter Brook. Es que no nos damos cuenta de lo que
tenemos", remata Rubiano.
ORLLOP
YHONATAN LOAIZA GRISALES
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