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Hamburguesas de verdad

Seguramente ya lo había dicho: yo adoro las hamburguesas. Aunque quizás deba hacer una importante aclaración: adoro las buenas hamburguesas, las de carne de verdad, las que aún tienen algo artesanal en su proceso -y mejor casero que artesanal-, no las que forman parte de una cadena industrial, con exceso de conservantes y saborizantes, con ingredientes que se asemejan a la carne pero que están lejos del original al que pretenden parecerse, con despliegue de publicidad y mercadeo para lograr fotografías que poco y nada tienen que ver con la realidad.

POR SANCHO
Tal vez fue por eso que me detuve ante un pequeño local -no tiene más de
cuatro mesas- que anunciaba en un cartel visible desde lejos que se trataba de
hamburguesas elaboradas ciento por ciento con carne de res.
Sí, debió de ser por eso que me detuve, pero también por el muy llamativo
nombre del lugar: Sierra Nevada. Porque todo lo que tiene que ver con esa
sierra imponente en la que se encuentran los picos más altos de nuestra
geografía -todo lo legal, por supuesto- me parece atractivo sobremanera.
Me acordé de La Hamburguesería, que empezó en un pequeño local en el barrio La
Macarena, de Bogotá, y se ha multiplicado varias veces por cuenta de una muy
buena calidad que nunca ha rebajado a pesar del éxito, y de unos precios que
siguen siendo módicos no obstante la enorme demanda que tiene.
Me acordé de ese que es, sin duda, una de mis restaurantes favoritos, aunque
Sierra Nevada ofrece una carta mucho más pequeña: básicamente la misma
hamburguesa de 175 gramos en cuatro presentaciones (con queso fundido, con
tocineta, con papas, doble carne...) y la promesa de que el tomate y la
lechuga provienen de cultivos orgánicos.
Y viene en combos con gaseosa o con malteada, para rendir homenaje a la
vocación original de Sierra Nevada que son los helados, al estilo de los muy
tradicionales y conocidos de San Jerónimo en Cajicá.
Los precios son más que cómodos, la hamburguesa sabe a carne y es de buen
tamaño -suficiente para almorzar-, y no como las de esas promociones en las
que hay que buscar con lupa la carne, que a la postre rara vez es carne.
Una recomendación: ojalá procuren reemplazar por papas de verdad -para seguir
en esa onda- las papas de McCain, que -lo siento- a mí me saben a cartón.
HERJOS
POR SANCHO
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