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COMPRAR CULTIVOS, UNA IDEA EN BORRADOR

La propuesta de comprar la producción de hoja de coca, otorgar subsidios por la erradicación de estos cultivos, entregar un salario a quienes se dedican a esa actividad y comprar las cosechas de productos lícitos, sigue siendo eso: una propuesta.

EDMER TOVAR
El propio Gobierno reconoce que las cuentas no dan y que la única opción es echarle mano a lo establecido en la Ley de Reforma Agraria, es decir, crear zonas de reserva campesina.
Los organizadores de los paros del Guaviare y Putumayo son conscientes de que el anuncio del presidente Ernesto Samper en el sentido de que la erradicación de los cultivos ilícitos no es negociable, constituye una señal de que los productores de hoja de coca tendrán que escoger entre aceptar las soluciones propuestas por el Gobierno. o la agudización del conflicto social en la región.
Aún así, las posiciones parecen estar cada vez más distantes. La expectativa creada por la propuesta del presidente de Francia, Jacques Chirac, de comprar la producción de hoja de coca, contrasta con la posición del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quien dijo la semana pasada que el Gobierno no ha tomado una determinación al respecto.
Ocampo advirtió sin embargo, que los cálculos preliminares indican que los costos de este programa no superarán la cifra de 10.000 millones de pesos, lo que hace posible la asignación de los recursos.
Por ahora, lo único claro es que el debate está abierto.
Javier Fernández Riva, investigador de temas económicos, dice que el problema no es el costo del subsidio de erradicación cultivos de hoja de coca, por cuanto eso no pasa de 6.000 millones de pesos. Lo que no se puede hacer es reconocerles a los campesinos un salario mensual. Eso es insostenible y no contribuye en nada a la solución del problema .
En su opinión, el gobierno tampoco debe promover la compra de la hoja porque eso estimularía el cultivo.
Fernández está de acuerdo con que se estructure un programa para la compra de las cosechas de alimentos que se produzcan en las regiones cocaleras, pero que a su vez se mantenga el garrote de la represión. Solo de esa manera se conseguirá un efecto en la reducción de las áreas de cultivos ilícitos .
Propuesta costosa
Entre tanto, Roberto Steiner, investigador de la Fundación para la Educación y el Desarrollo (Fedesarrollo) sostiene que la propuesta de los presidentes Ernesto Samper y Jacques Chirac, de Colombia y Francia, respectivamente, es eficiente pero demasiado costosa debido a que tiene que ser sostenida en el tiempo.
Pone como ejemplo la experiencia de Bolivia y Perú, donde los programas de subsidios para la erradicación de cultivos no han contribuido a reducir el área sembrada en coca. Según las estadísticas de la Agencia Antinarcóticos de los Estados Unidos, la producción de hoja de coca en Perú en 1995 fue de 183.000 toneladas y en Bolivia 85.000 toneladas, mientras que en Colombia se calculó en 40.800 toneladas.
Steiner está de acuerdo con el plan de compra de los cultivos alternativos a precios razonables, pero advierte que este proyecto tiene que ejecutarse de manera permanente, porque de lo contrario, los campesinos regresarían a su antiguo oficio de sembrar coca.
Atacar la demanda
Eduardo Sarmiento, ex decano de economía de la Universidad de los Andes, sostiene que el pago de un dinero a quienes tumben sembrados de coca puede ser eficiente en el corto plazo, pero que el problema no se soluciona mientras existan consumidores.
Los programas de restricción en la producción tienen un efecto mayor si paralelamente se ataca el consumo y la distribución. De lo contrario lo que se hace es dispersar las siembras de coca, ya que los campesinos trasladan sus cultivos ilícitos a otras regiones del país , aseguró Sarmiento.
En su concepto, la propuesta de comprar cosechas de productos lícitos a precios similares a los de la pasta de coca no es viable, debido a los altos costos.
Sarmiento considera que aunque el problema es grave, no se puede decir que en Colombia haya una narcoeconomía, ya que estos dineros solo representan entre el 2,0 y el 3,0 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
EDMER TOVAR
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