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EL RETO DEL 96

El politólogo Javier Sanín de la Universidad Javeriana, escribió hace pocos meses en Lecturas Dominicales que Colombia había llegado al año cero de su proceso histórico reciente. Algo así como si se hubiera fracturado la médula del proyecto de construcción social hacia el futuro por ausencia de paradigmas en la comunidad nacional, exceso de contaminación en la política y vacío de liderazgo en la sociedad. Hace un lustro se sucedió un debate semejante mientras al país lo agobiaban múltiples violencias y el poder corruptor del narcotráfico. La crisis era de tal magnitud que se abrió paso la convocatoria de una Asamblea Constituyente, a partir de una especie de acuerdo tácito de los colombianos para superar sus grandes males con grandes remedios.

El cuestionamiento que hoy se le está formulando a la política, con todo y proceso 8.000 a bordo, puso en evidencia una de dos cosas: o el remedio fue inútil o el paciente incapaz de asimilar la dosis adecuada de su medicina.
La Constitución del 91 dio nacimiento no sólo a unas nuevas reglas de juego sino a expectativas muy esperanzadoras, que en el lenguaje cotidiano se denominaron con una expresión genérica: el nuevo país . Sin embargo no duró mucho. Los privilegios suprimidos y el compromiso del gobierno de entonces con un pragmatismo no siempre sano, generaron una actitud de contrarreforma en los partidos y de indiferencia en la sociedad civil, que neutralizó los primeros efectos positivos de la Constitución sobre la psicología colectiva. por esa grieta volvió a colarse el viejo país , con sus múltiples violencias y con el poder corruptor del narcotráfico. Sólo que ahora hay que buscar el remedio dentro de un complejo proceso de largo plazo.
Ojalá no sea demasiado tarde para devolverle la credibilidad a unas instituciones desgastadas y convertir nuestra democracia en un ejercicio cabal. La seguridad, el empleo, la tolerancia, la solidaridad y la formación integral de un nuevo ciudadano desde la infancia, son requisitos indispensables para la construcción de un nuevo proyecto común como nación. sin un contexto con esos valores será imposible el tipo de liderazgo político y moral que el país necesita en estos tiempos de crisis.
El reto de los colombianos en el 96 pasa por la obligación de recuperar los referentes éticos para la actividad pública. Alguien, ese sí con sano pragmatismo, dijo que no se hace política con la moral, pero tampoco puede hacerse sin ella.
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