¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Veinte años sin el ‘pedazo de acordeón’ de Alejandro Durán

CORRRECCIÓN En la nota que se publicó ayer sobre Alejo Durán en la sección Cutura se dice que Alicia adorada es parte de su repertorio. La composición es de Juancho Polo Valencia. Muchos son los recuerdos que aún permanecen intactos en la memoria de amigos y familiares de Alejandro Durán Díaz, el ‘Negro Grande del Acordeón’, como era conocido este juglar del folclor vallenato, quien hoy cumple 20 años de fallecido.

Alejo Durán tenía un estilo único. Fue compositor, músico y cantante, lo que
le mereció el calificativo de juglar y patriarca del folclor costeño.
Su alta estatura, su porte de hombre recio pero amable y su sombrero
vueltiao, sin el cual no dejaba que le tomaran fotos, fueron su carta de
presentación fuera de las tarimas.
En Planeta Rica (Córdoba) Durán pasó los últimos 30 años de su vida. Allí
vive aún José Tapia Fontalvo, el guacharaquero de su conjunto y su amigo
inseparable desde 1957, cuando Alejo lo invitó para que lo acompañara a una
actuación en Sahagún, ya que el ejecutante titular del instrumento se había
enfermado.
Tapia guarda celosamente, como su tesoro más preciado, un álbum fotográfico
con imágenes de su ídolo, captadas en diferentes momentos artísticos y
personales. “Cada una me recuerda una anécdota vivida con Alejo”, dice con
tristeza.
La que más lo emociona es la del viaje que hicieron a Estados Unidos, días
después de que a Durán lo coronaron primer Rey del Festival de la Leyenda
Vallenata en 1968. “Fue el primer artista colombiano en presentarse en el
majestuoso Madison Square Garden de Nueva York, estrenando el triunfo del
que se constituiría después en el gran concurso musical del folclor
costeño”, cuenta Tapia.
El día de la actuación, antes del concierto, los cuatro músicos salieron con
Durán a conocer la ciudad. “Alejo iba exhibiendo orgulloso su inseparable
sombrero vueltiao en medio del bullicio de transeúntes y vehículos. De
repente una gringa se le acercó y le pidió tomarse una foto con ella,
atraída tal vez por la estampa de aquel moreno al que no dejaba de admirarle
el sombrero elaborado por los indios zenúes de Córdoba”, dice Tapia.
Como buen mujeriego, Durán no perdió la oportunidad de coquetearle a aquella
mujer de ojos azules y cabellos rubios. Hasta le pidió que regresaran juntos
a Colombia; pero ella, quizás sin entender una sola palabra, le respondió
con una sonrisa, le dio un beso y se marchó. “Prometió que le compondría una
canción, pero no sé si lo hizo, porque nunca se la escuché“, relata.
Esa tarde, un colombiano residente en E.U. lo reconoció y, al igual que la
gringa, le pidió fotografiarse con él. “Él siempre fue el mismo, y jamás
permitió que la fama se le subiera a la cabeza”, comenta Tapia.
José Tapia nunca se rehusó a acompañarlo a sus presentaciones, a excepción
del 11 de noviembre de 1989, cuando fue invitado a tocar en el Festival de
Acordeoneros y Compositores de Chinú (Córdoba), que sería su actuación
final.
Horas antes del toque, el médico Omar González Anaya, amigo de Durán, le
recomendó mantenerse en reposo debido a su delicado estado de salud.
Tapia asumió como suya la recomendación, pero Alejo, no. “Usted sabe que el
toro bueno muere en la plaza”, respondió Durán ante la inútil súplica de su
guacharaquero para que permaneciera en casa.
Dos días después de aquella presentación fue internado en la clínica Unión
de Montería, donde el 15 de noviembre de ese año falleció a causa de la
diabetes.
Su cuerpo fue despedido en Planeta Rica por una multitud que lo aclamó como
Rey de Reyes, por fuera de las competencias musicales.
‘NO SÉ SI LE PAGARON LOS 150.000 PESOS’
El maestro Alejandro Durán mantuvo su lucidez hasta el día de su muerte,
recuerda su amigo y guacharaquero, José Tapia Fontalvo.
Ya postrado en su cama de enfermo, el músico le pidió a Tapia el favor de
que fuera a cobrarles a un par de amigos 150.000 pesos que le debían desde
varios meses atrás.
No eran deudas de parrandas, pues Alejo Durán no solo ejecutaba el acordeón,
sino también hacía rendir sus finanzas por medio de préstamos al interés.
“Yo llevé la razón a los deudores, pero no sé sí le pagaron antes de
morirse", comenta Tapia, quien en tono jocoso asegura que de no ser así, el
difunto maestro les habría cobrado con apariciones y tirones de pelo en las
noches a sus deudores morosos.
El fiel guacharaquero no ha dejado de visitar la tumba de su maestro.
Tapia afirma que, a veces, cuando el silencio embarga el camposanto donde
reposan sus restos, escucha las notas de canciones como ‘Fidelina’, ‘Alto
del Rosario’, ‘Alicia adorada’ y la preferida de Alejo, ‘Rosario’, una
canción que no tuvo mucho eco en las emisoras ni en
las tarimas, pero sí un significado muy especial para Durán, porque estaba
dedicada a una joven a quien conoció en una de sus travesías por Chiriguaná
(César), y con quien tuvo un amorío fugaz.
¿CANCIONES O COQUETEOS?
Gloria Dussán fue la última de las tantas mujeres que tuvo y quien le
concibió 3 de los 24 hijos que engendró. De origen campesino, esta cordobesa
de 59 años dice: “Sus canciones eran más que coqueteos, porque yo las
escuchaba y sentía que eran para mí”, explica Gloria, quien se flechó de él
a los 20 años, sin conocerlo.
Su manera de tocar el acordeón y su voz pausada y grave caracterizaron sus
canciones, que contenían historias de amoríos y anécdotas vividas a lo largo
de sus 70 años. Mi pedazo de acordeón, Fidelina, La cachucha bacana, 039,
Alto del Rosario, Alicia adorada y El verano son parte de su repertorio
inmortal.
Su infancia en El Paso (Cesar) estuvo rodeada de música de tambores, y ya en
la adolescencia mostró su gusto por el acordeón, que combinaba con trabajos
de vaquería, a los que se dedicó desde pequeño.
ANDRUI
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO