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RUPTURA DE CIORAN CON LA FILOSOFÍA

En la tercera parte de su ensayo sobre Cioran, Liliana Herrera aborda el problema del lenguaje y, con base en una cita del autor, señala cómo la palabra resbala hoy hacia la palabrería. Con ese temor, quien lee se acerca entonces a sus breves textos poéticos, donde tropieza con el verbo, mejor, con lo que antes de Cioran creían que podía ser el verbo, ausente ya del luminoso instante que se captura y se conserva para siempre, y convertido en un ahora obsesivo desde el cual se recobra el futuro como un ambiguo elemento de un pasado que fue y desaparece.

Este es el real ejercicio de la palabra, asesina de la verdad, fugaz como sólo puede serlo una estrella fugaz en una noche de verano. Y, sin embargo, nada más profundo que ese instante, esa estrella, esa masa celeste que se desplaza hacia otras voces, otros ámbitos, donde, voluble y tornadiza, dirá exactamente lo contrario. En ese mutismo intrínseco que la destruye, la palabra abandona poco a poco la comunicación para convertirse en una máquina de expresar lo de cada quien para cada uno, sujeta al deseo de significar para la soledad antes que a la voluntad de decir y, por lo mismo, de emprobrecerse y consumirse. Estas palabras, por ejemplo, sólo me dicen de mí mismo, a mí mismo, en este instante, en esta circunstancia. Su traducción para hablar del luminoso trabajo de Liliana Herrera tendría que marcarse a partir de la escena en la que Marlon Brando, padre de asesinos y suicidas, regresa a lo gutural para contar su vida y su miseria a una desolada mujer que lo poseerá sin la mediocridad del artificio.
En fin. Si yo tuviera la valentía del personaje de Pasolini, que en Teorema se desnuda en una estación de tren y comienza a caminar hacia la nada, y en este mismo instante me desnudara de palabras, diría que, contra sí misma, Liliana Herrera nombra lo que no se deja nombrar y le da a un pensamiento asistemático unas mínimas directrices esenciales para que, quien lo desee, intente sus propias aproximaciones. Ella, lo confiesa, tuvo ante Cioran el abismo palpitando en su pulso/ vuelto abrazo en la escritura . Desde allí precisa un territorio en el que ordena los elementos de la demolición, de tal manera que al lado de la piedra del verbo ( en el principio eran el bien y el mal ) y del cansancio de Dios que permite señalar su naturaleza de creación humana, está el agua que fluye de la cuestión misma de la existencia, es decir, la duración o persistencia de un sujeto en el acto de existir y de su soporte en el vacío, y está además el fuego convertido en cenizas, que es una forma de pensar, una filosofía en la cual los sistemas y las supersticiones le han mermado su misión primordial de dudar, de alcanzar el conocimiento de la nada .
Acontecimiento importante
Mi ruptura con la filosofía escribe Cioran en una carta a Liliana Herrera ha sido un acontecimiento importante en mi vida. Se trata de un combate que no está terminado, que continúa todavía . Ese combate se da desde la marginalidad, desde el desengaño, desde la ausencia de demostración, de interlocutor y de adoctrinamiento. Cabría entonces preguntarse por qué no se da desde el silencio. Y en la respuesta se perfila tenuemente el cómo de un ejercicio necesariamente filosófico. En ese desarraigo, en la distancia debida frente a los sistemas de pensamiento, en la denuncia del discurso y de la vacuidad de la palabra, hay necesariamente un arraigo, una inmediatez, un enamoramiento. Aquí está, estamos, con nuestros intentos de interpretación, de respuestas, de diálogo. Sabemos, con Liliana Herrera, que hoy el lenguaje se hace cargo de la despoetización, de la devastación del ensueño . Pues bien. Hablamos ese lenguaje y leemos estos poemas y nos acercamos a la vida que está por fuera de la palabra , con el secreto deseo de nombrar y ser nombrados, de amar y ser amados, de oír y ser escuchados.
El lenguaje dijo Borges es una creación, viene a ser una especie de inmortalidad... No importa mi opinión ni mi juicio; no importan los nombres del pasado si continuamente estamos ayudando al porvenir del mundo, a la inmortalidad... Esa inmortalidad no tiene por qué ser personal, puede prescindir del accidente de nombres y apellidos, puede prescindir de nuestra memoria .
Estamos aquí para prescindir de la memoria y para contribuir a la inmortalidad. Liliana Herrera lo hace con un ensayo que presagia que los mejores días de este género están por venir. Mientras la novela es un universo y el cuento un río que va a dar a la mar, el poema es una cristalina gota de agua y el ensayo es una cascada que golpea el fondo de la conciencia. En Cioran: Aproximaciones, la nuez de la verdad comienza a romper el cascarón de las viejas palabras sin sentido y, de alguna manera, sin plantear innecesarias respuestas ni soluciones, nos regresa a la urgencia de pensar... y hablar.
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