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‘Bonita’: vida de cuento de hadas

A Diana Hoyos le da pena todo. Se intimida con los saludos de sus admiradores, se “achanta” cuando le halagan sus enigmáticos ojos negros; pareciera no soportar los piropos y luce una sonrisa tímida cuando el administrador de un almacén le da la bienvenida cantándole Bonita, de Diomedes Díaz.

No es inusual. Por algo es la protagonista de Oye Bonita, la novela de
Caracol, que se ha mantenido como la número uno frente a sus competidores
desde el 27 septiembre del 2008, cuando se estrenó en horario estelar (ver
gráfico).
Esta caleña que ha sorprendido por su acento costeño, gracias a las clases
que le dio el famoso palabrero de la telenovela Guajira, Luis Tamayo, antes
de comenzar las grabaciones, prefiere asegurarse de que todo lo que diga
será consecuente con lo que haga, y piensa cada respuesta.
Hasta los 17 años –a estas alturas no quiere revelar su edad– vivió en Cali,
rodeada de salsa, música tropical y merengue, en el hogar de unos padres que
se adoran y un hermano menor que la cuida como si él fuera el mayor. Y ella,
la princesa ‘Bito’, como le dicen desde chiquita, y como se quiere llamar en
adelante, cuando lance su primer disco, se declara superconsentida.
La música no es casual. Su padre, Jorge Álvaro Hoyos, músico, fundador y
director, desde hace 30 años, de La gran banda caleña, le inculcó el amor
por el arte.
Quizás por eso, a los 8, ya tocaba piano y guitarra. Y no es que no jugara
como todos los niños de su edad, con su hermano y sus primos, la mayoría
hombres, se arrastraba por el piso jugando con carros o al fútbol. Pero
había mucha disciplina para el estudio. La mayor parte de su niñez y
adolescencia alternó las materias básicas que veía en el Colegio La
Presentación del Aguacatal, con la Universidad del Valle, el Conservatorio
Antonio María Valencia y el Instituto Popular de Cultura, IPC, adonde
asistía para pulirse como música y pianista.
Más que las muñecas, el piano fue su juguete preferido. Tuvo una etapa de
crisis, entre los 13 y los 15 años, en la que no quería nada de música. Su
padre la dejó descansar seis meses, nunca la obligó y por sí sola decidió un
día cualquiera, volver a estudiar. “Me empezó a hacer falta, entendí que era
mi vida”, dice.
A los 17, cuando cursaba último año de bachillerato, decidió que estudiaría
Ingeniería de Sonido en la Universidad Javeriana, pero su mamá, una
educadora de primaria, vio el comercial sobre las convocatorias de Popstars
y la animó a participar. En un mismo mes viajó a Bogotá para el concurso, se
graduó del IPC y del colegio. “Fue una época dura”, recuerda.
No triunfó, pero se le abrieron las puertas y el canal Caracol la tuvo en
cuenta para proyectos que le mostraron el camino de una nueva carrera:
actriz. Ingresó a producciones como La Jaula, El vuelo de la cometa y en la
cinta de Dago García, El carro, todos con personajes de niña buena. “Ojalá
algún día tenga la oportunidad de hacer uno con más carácter”, dice.
Su última aparición fue en Floricienta y, una vez terminó los capítulos,
decidió viajar a Atlanta, porque quería concentrarse en la producción de su
propio disco.
De nuevo, le ofrecieron actuar, no como protagonista de Oye bonita, sino en
un personaje más pequeño. Probó en el papel estelar y se lo llevó.
Ahora, goza del éxito. Le gusta que la aplaudan, pese a que le da pena. “Es
muy halagador todo lo que uno escucha en la calle, porque certifica que
estoy haciendo las cosas bien”, afirma, y asegura que no se ha dejado
obnubilar por la popularidad.
Ella sigue siendo la misma caleña alegre de antes. En cada viaje a su ciudad
natal se encuentra con amigas de colegio y no hay quien les pare las
tertulias. Sigue amando la carne en bistec que prepara su mamá, disfrutando
del cine, de los centros comerciales y de su novio, el argentino Ezequiel
Estremiz, protagonista de la telenovela de RCN El penúltimo beso, del que se
declara enamorada, pero de quien prefiere no hablar más.
Este martes viajará a Miami, para terminar la producción de su disco.
“Espero que le guste a la gente y que lo reciba con todo el amor con que yo
lo estoy haciendo”, dice.
- EN POPSTARS NO TRIUNFÓ, PERO SE LE ABRIERON PUERTAS
El género musical favorito de Diana Hoyos, contrario al de su padre, no es
la salsa ni la onda tropical. Ella prefirió el pop, porque se siente mejor.
Gracias a ello, estuvo en la selección de 3.000 cantantes para Popstars, de
los que quedaron mil, luego 500, luego 10 y finalmente cinco, que viajaron a
Bogotá. Y aunque había conquistado a los jurados con los temas de Whitney
Houston y Britney Spears, no logró alcanzar la cima y no pudo hacer parte
del grupo Escarcha.
Por ahora, quiere seguir adelante con su álbum, al que pensaba bautizar La
única, una canción sobre las mujeres cuyo sueño es ser la única novia, la
única esposa, la única amante...
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