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MURMULLOS Y ALETEOS EN CASAS HECHIZADAS

Es una noche fría y oscura como todas las noches sin luna. El viento suave se cuela, con un leve silbido, a duras penas perceptible, por entre las ranuras de puertas y ventanas agrietadas. Adentro de la gélida mansión, con cientos de historias bajo su techo, un puñado de personas no logra disimular con la charla el miedo que revelan sus ojos.

Están en la sala principal, una inmensa bodega de muebles antiguos por la que no ha pasado una escoba que no sea hechizada en años. El mobiliario conserva el estilo y el polvo de siglos.
Llega la hora del apagón, y con él, un concierto de ruidos invade la vetusta casona. Algunos provienen del viento; otros, del estado ruinoso de la edificación; el resto no son más que acelerados latidos de corazones asustados y castañear de dientes.
Pero cuando la noche parece más oscura que nunca y los lamentos de la casa se han convertido en una plañidera sinfonía, un latigazo de brisa sacude a los asustados habitantes de la sala, que sienten cómo les traquean hasta los huesos.
Pero aunque ni siquiera las servilletas que están encima de la mesa de centro se mueven, sienten una presencia extraña, que no logran ver. Saben que está ahí, que los observa atentamente, que los persigue con silenciosos pasos.
Quién es? Algún fantasma? Espantos? Sea lo que sea, estos peculiares personajes siempre se amañan en viejas casonas con historias tatuadas en sus muros, como sus escenarios favoritos. Mejor aún si la construcción revela las huellas de los siglos y el descuido de sus propietarios. Ese es el dulce hogar de los fantasmas. Aunque se han visto algunos más modernos que habitan en pent houses y otros muy vivos que se alojan en bares y restaurantes.
En Bogotá pululan las mansiones con leyendas enmarcadas en hechos extraños, inexplicables, que en fechas como hoy reviven la existencia de fantasmas. Y ningún barrio más apropiado para anidar cuentos fantasmagóricos como La Candelaria. Mito fantasmal
En pleno centro de La Candelaria, barrio que por años fue el corazón de la ciudad, todas las casas se parecen, tanto en sus sobrias fachadas como en sus siempre presentes leyendas de fantasmas.
Se podría decir que allí hay tantas almas en pena como habitantes de carne y hueso. Al menos eso se deduce de las tétricas historias que corren por sus pequeñas calles coloniales, cuando se oculta el sol.
Una de esas casas es la de María José Jaramillo, antiquísima construcción con fuertes vigas que la sostienen en el pasado, pero con puertas abiertas al siglo XXI.
Allí ha vivido Baltazar por más de cuatrocientos años y allí seguirá viviendo toda una eternidad, aunque de tiempo en tiempo comparta su hábitat con inquilinos pertenecientes a épocas diferentes.
No quiere abandonar su hogar porque, según la leyenda, allí nació y murió aunque morir es un decir.
Cuentan las malas y buenas lenguas, que han perdido el habla en más de una ocasión ante la presencia de Baltazar, que la historia se inició hace muchos años en medio de la corte española.
Según historiadores sin licencia para ejercer, una infanta de la corte del rey Carlos III dejó de serlo en brazos de un plebeyo. Tanta vergenza no podía ser soportada en su tierra, así que la embarcaron con su pecado de amor hacia las tierras vírgenes de América.
Una vez pisó suelo bogotano, como por arte de magia, la infanta recuperó su honor y su desliz se convirtió en todo un proyecto de caballero de abolengo.
Pero el abolenguito resultó pequeño... de estatura. Según testigos que aseguraron haber visto en diferentes épocas a Baltazar, siempre lo tildaron de enano.
Eso sí, a pesar del tiempo, no ha perdido su elegancia: pantalón bombacho de dos tonos, capa corta y sombrero emplumado. No debe tener un gran ajuar porque siempre lo han visto con la misma ropa.
Cuentan que en las noches serenas, Baltazar acostumbra a pasearse por el hermoso patio interior de la casa o caminar por el zaguán con total propiedad. Dicen también que una antigua propietaria de la casona tenía largas charlas con el único fantasma enano del mundo, en las que hablaban de esta vida y la otra .
Comentan también que en una ocasión, a mediados de la década de los cincuenta, se ofrecía en esa casa un banquete a Adolfo de Francisco por haber sido nombrado gerente de los seguros. Entre las invitadas estaba una señora encopetada que, aprovechando la noche clara, salió al patio a mirar las estrellas.
De pronto vio en un balcón de madera colonial que daba hacia el jardín interior a una pequeño personaje que caminaba pausadamente de un costado del balcón al otro.
La señora, intrigada con el invitado peculiar, preguntó a los dueños de casa cómo se hacía para llegar al balcón. La respuesta fue tajante: Es imposible porque no hay ninguna escalera que llegue allá . Más se demoró la respuesta que el desmayo de la dama.
Los rumores también asegurán que a comienzo de siglo unos jóvenes de lo más bien de Bogotá se atrevieron a retar a Baltazar, con unos brandies en la cabeza. Se reunieron en la casa en la noche, al lado del pozo preferido del enano y, cuando sonaron las doce campanadas de la catedral salieron como si hubieran visto un fantasma . Jamás quisieron contar qué fue lo que vieron en esa mansión de La Candelaria, llena de leyendas. Full espanto
Si el fantasma de La Candelaria conserva las tradiciones coloniales, el que habita en el barrio Santa Bárbara, en pleno norte bogotano, debe usar walkman para escuchar los últimos éxitos del rock and roll.
No tiene nombre, ni son muchos los que se han tropezado con él. Pero no se puede dudar que donde vive es una cuna futura para los fantasma de la modernidad.
Es la casa de Guillermo Martínezguerra, una vivienda adaptada para el terror imaginario y los trucos.
Allí, entre ataúdes colocados intencionalmente, túneles misteriosos, pasajes desconocidos y el toque lúgubre necesario para crispar los nervios, se ha creado la leyenda de un fantasma.
Su nacimiento es apenas lógico. Entre tantas telarañas y aromas esotéricos, necesariamente debía incubarse un espectro.
Hay que aclarar que el aire misterioso del hogar de los Martínezguerra es artificial. Construido y decorado de esa forma por simple capricho de su dueño.
Pero sea como sea, entre el túnel que se escurre debajo de la planta principal se escuchan ruidos extraños, con frecuencia.
A ese laberinto no entra ni por casualidad Lucía Guzmán de Martínezguerra. Nunca lo ha hecho en los 30 años que lleva viviendo en esa casa. Ni lo hará. De sólo pensar que en el bar ubicado en medio del túnel, una caja mortuoria sirve de licorera, se estremece de pies a cabeza.
Prefiere aguardar en su habitación cuando llegan amigos que quieren conocer el mundo extraño de la casa. Desde su cuarto se divierte escuchando los gritos y las palabras de grueso calibre de los visitantes que se asustan con los trucos.
Pero la atemorizan más las cosas misteriosas que suceden, sin explicación.
Como las tres veces que su perro Lucifer no podía llamarse de otra manera apareció encerrado en la habitación del servicio, a pesar de que permanecía cerrada con llave.
Esto no ha vuelto a suceder porque, entre otras cosas, la mascota de raza Siberia Honsky, murió.
Pero Lucía Guzmán ha sido inteligente. Culpa de todos los ruidos al viento, a la lluvia, a algo que se cayó, o a algún inquieto roedor.
No pensó lo mismo la actriz Delfina Guido cuando salió despavorida de la casa como alma que lleva el...fantasma . Día de niños niños
Este es un puente para niños, con programación dedicada a ellos. Hay actividades especiales en televisión y teatro. Algunas de ellas son las siguientes: El programa infantil Oki Doki , que se emite hoy a las 8 de la mañana, por el Canal A, presenta un capítulo dedicado al la celebración del Halloween.
Como es de esperarse, hay fantasma incluido que habita como siempre en una vieja mansión.
En la ficción del programa, un joven debe realizar una tarea y por tal se queda en la mansión trabajando solo.
A medianoche se le aparece el fantasma de Cristóbal Colón que hace soñar al joven estudiante.
Pero si esa es la ficción, en ralidad la casa en que se grabó el programa (que aparece en la página C-1) también está llena de leyendas.
La mansión fue construida a comienzo de siglo por un matrimonio alemán. Está ubicada al lado del cementerio Jardínes del Recuerdo y los rumores de fantasmas se escuchan hace rato. La gente de Oki Doki no pudo encontrar mejor set... En el teatro Camarín del Carmen se presenta la obra Las brujas, suspenso para niños, de la Fundación de La Liebre, con dos funciones, a las 11 a.m., y 9 p.m. En el Centro Comercial Paseo Real se presenta la obra infantil Soldados de la vida, realizada por la agrupación de los niños de Usaquén, a partir de las 3 de la tarde.
La pesentación, que cuenta también con otros espectáculos infantiles, es gratuita. Pócimas Calabaza embrujada Fogón encantado Brujipreparación: 10 minutos Cocción: 30 minutos Calorías por porción: 103 Para 6 víctimas Ingredientes: 3 cubos de caldo de gallina 1 1/2 tazas de calabaza cruda, pelada, en cuadritos 6 tazas de agua 1 taza de leche 6 papas criollas peladas 6 cucharaditas de crema de leche Cilantro picado Preparación:
Cocinar en la olla a presión la calabaza y las papas criollas, con agua y tabletas de caldo de gallina, durante 20 minutos, desde que la olla empiece a pitar. Retirarla y dejarla enfriar. Licuar con el agua de cocción y colocarla a fuego medio, hasta que hierva. Añadir leche y cocinar unos minutos más. Servir con cilantro picado y una cucharadita de crema de leche, por plato. Pudín de calabaza Brujipreparación: 15 minutos Cocción: 45 minutos Calorías por porción: 232 Para 8 víctimas Ingredientes: 1 lata grande de leche condensada El doble de puré de calabaza cocida 1 cucharada sopera de mantequilla 1 cucharada sopera de harina de trigo 1/2 pocillo de leche 3 huevos 1/2 taza de azúcar 1/4 taza de agua Preparación:
Cocinar en un molde azúcar y agua hasta que se vuelva caramelo. Retirar y moverlo para que los lados queden untados. Aparte, licuar leche condensada, calabaza, mantequilla, harina de trigo, leche y huevos; echar dentro del molde caramelizado. Al baño de María, colocar 45 minutos en el horno precalentado. Enfriar y desmoldar.
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