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LLERAS RESTREPO: CRÓNICA DE SU PROPIA VIDA

En una casa de la calle 70 con carrera 7a., un hombre de cabeza grande y despoblada, y de andar pausado, ya no estará más. No recitará, en la ducha, en versiones originales, las poesías que aprendió desde los 12 años.

MARIA DEL PILAR LOPEZ PATIÑO
La biblioteca de la casona también sentirá su ausencia. Los cuidados de la familia y de la servidumbre no serán suficientes para reemplazar a este hombre de 86 años, que durante su vida colocó uno a uno los 7.000 libros que hay en ella.
No sólo las personas cercanas a este cariñoso bisabuelo lamentan su fallecimiento. Colombia entera siente, desde ayer, la falta definitiva del ex presidente Carlos Lleras Restrepo.
Los recuerdos de la infancia siempre estuvieron presentes en su vida, la que fue modesta, pero cómoda.
Lleras nació en el barrio Las Nieves, el 12 de abril de 1908. Poco tiempo después sus padres Federico Lleras Acosta y Amalia Restrepo Briceño se trasladaron a La Candelaria.
La nueva casa, en la calle 11, entre carreras 3a. y 4a., donde vivió con sus trece hermanos, a Lleras le pareció siempre grande y fría. Cuando el niño cumplió cinco años, ingresó a la escuela de las Triana, sus parientas. Era una casa de regular tamaño, de un solo piso y con un patio grande.
Los alumnos de la escuelita tenían fama de peleadores. Pero no era una fama infundada. Los hermanos Carlos y Federico Lleras siempre salían mal librados de los combates. Prueba de ello fue la fractura que el ex presidente sufrió en un brazo. Debido a ello, no fue poca la satisfacción de los dos pequeños cuando a su grupo se unió un niño fuerte y corpulento llamado Alejandro Urdaneta Valenzuela. Nadie volvió a vencerlos.
Aunque fueron muchas las raspaduras y los pantalones rotos después de las batallas, Lleras dio aquí comienzo a su gusto por el boxeo.
A los 84 años recordaba cómo su afición por el deporte había sucumbido ante el paso de la edad, pero reconocía que sin el boxeo hubiera sido muy difícil ser político. Aprendí a recibir golpes y a buscar el momento para devolverlos , decía.
Su mejor amigo
Sus primeros años de vida se desarrollaron en dos sentidos: uno, en medio de juegos y travesuras con sus hermanos y amigos y, el otro, en el laboratorio de su padre, entre las preguntas y respuestas de ambos.
Federico Lleras Acosta fue un bacteriólogo que pasaba largas jornadas en el centro de experimentación que tenía en su propia casa.
Los niños Lleras crecieron en medio de dos corrientes partidistas. De un lado estaban los tíos maternos, arraigados conservadores, y del otro su padre, empecinado liberal. Cuando los tíos visitaban a los Lleras, se entablaban -como decía el ex mandatario- conversaciones tempestuosas .
Sin embargo, en la decisión política de Lleras quien más influyó fue su padre. El ex presidente siempre consideró que en la mesa y en la sala de su casa aprendió a ser tolerante en política, aunque muchos piensan que no lo soy , decía.
El colegio En 1915 Lleras ingresó al Colegio de La Salle. Habían quedado atrás las tolerancias de sus parientas. Segundo elemental era su curso.
En este colegio aprendió francés e inglés. Un método pedagógico lasallista consistía en que los alumnos debían hablar en lengua extranjera durante los recreos: los de primaria en francés, los de secundaria en inglés.
A los 12 años, su mayor gusto era aprender poesías. Las declamaba todo el tiempo. No hubo en el colegio un muchacho que lo superara cuando de declamar se trataba. Más adelante, en quinto de bachillerato, Lleras hizo una antología sobre literatura española.
El resultado fue un cuaderno lleno, en letra pequeña, que no le ayudó mucho en esa época, pero sí en el primer año de universidad, cuando dictó la cátedra de literatura española en un colegio de la Universidad Libre.
Un año después, en sexto, junto con su hermano Federico acompañaron a Germán Arciniegas en la primera huelga estudiantil. Era 1924 y se luchaba por cambios en el pénsum académico. Fueron los dos únicos alumnos del Colegio de La Salle que participaron en la huelga. No lograron mayor respuesta gubernamental, pero allí nació una fuerte amistad con Arciniegas. Fue el primer acto político de Lleras.
La condecoración
Cuando apenas tenía 16 años, en la ceremonia de graduación como bachiller, fue condecorado por el presidente Pedro Nel Ospina. El galardón le fue otorgado por ser el mejor alumno de humanidades de La Salle.
Poco después murió su padre, cuando llegó a Marsella (sur de Francia) para participar en una conferencia sobre la lepra, enfermedad en la que era experto. Fue el peor recuerdo de la juventud de Lleras.
Cinco años más tarde, Lleras fue nombrado presidente del Congreso Nacional de Estudiantes. El, uno de los alumnos de la facultad de Derecho de la Universidad Nacional, debía organizar conferencias sobre cátedra libre, de manera que, con la colaboración de sus compañeros de congreso entre ellos Diego Montaña Cuéllar, decidieron invitar a Alfonso López Pumarejo, rutilante estrella política, quien se convirtió en su guía y su amigo. En otra ocasión el conferencista fue Laureano Gómez.
Vertiginoso ascenso
Podría decirse que en 1929 se estrenó en la política colombiana como delegado a la convención liberal de Apulo. En 1930, cuando el partido liberal llegó al poder, Lleras Restrepo estuvo en la cárcel, después de unas manifestaciones de protesta que terminaron en choques con la policía.
Su primer cargo político fue en 1931, como diputado de Cundinamarca por la provincia de Tequendama, durante el gobierno de Enrique Olaya Herrera. En los dos años siguientes, los altos puestos públicos no se hicieron esperar. Fue diputado a la Asamblea de Cundinamarca, Secretario de Gobierno de Bogotá, representante a la Cámara, entre otros.
Un corto noviazgo
Lleras era miembro de una oficina de abogados, y tenía como compañero de trabajo al español Antonio García González. Un día, éste lo invitó a hacer una visita. Los jóvenes litigantes llegaron a la casa de unas muchachas bonitas y despiertas, que vivían custodiadas por tres tías, y habían sido educadas en Estados Unidos. Una de ellas era Cecilia de la Fuente.
Ese día simpatizamos , dijo el ex presidente con una sonrisa, durante una entrevista.
Las salidas de la pareja a cine se volvieron frecuentes, aunque en todas estaban presentes las tías Cortés, que se convirtieron en compañía permanente de los enamorados.
La entrada costaba 50 centavos, y las tres tías, conscientes de que el pretendiente no podía pagar las cinco boletas, decidieron que ellas invitaban. Cecilia de la Fuente tenía otro pretendiente. Muy adinerado, según Lleras.
Las eventuales rosas que yo le llevaba, jamás pudieron competir con los inmensos ramos que él le enviaba , evocó. Las tías Cortés tenían una finca en el Tolima, donde el joven político se interesó por los asuntos agrarios, y en especial por el café y la reforma agraria. El 25 de marzo de 1933, los fotógrafos de todos los diarios y revistas del país se dieron cita en la iglesia de La Veracruz, en Bogotá, donde se celebró un matrimonio especial: el de Carlos Lleras Restrepo y Cecilia de la Fuente. El noviazgo había durado ocho meses.
La pareja tuvo dos hijos y dos hijas: Carlos, Fernando, Clemencia y María Inés. Las dos últimas murieron hace 15 y 4 años, respectivamente. Cuando en 1977 murió Clemencia, el ex presidente estaba por comenzar una campaña política en el Gran Caldas, la que cumplió a pesar de su tristeza. Su amigo por casi 45 años y acompañante en la gira Otto Morales Benitez lo consideró, desde aquel momento, un hombre valiente que a nadie le habló de su dolor, pero que se refugiaba temprano en su habitación después de cada discurso. Cuando murió su segunda hija, Lleras estaba aislado de la tribunas y de las plazas públicas. Pero no de la política.
Después del matrimonio, siguió su vida como periodista y economista, y como político.
La casa en llamas
Pero otro momento amargo llegó a su vida. Su casa de la calle setenta con carrera 7a., donde vivía desde recién casado, fue incendiada. El 6 de septiembre de 1952 un grupo de manifestantes equipados con palos, piedras, gasolina, antorchas y armas de fuego saquearon y después quemaron la casa.
Hasta el último día de su vida Carlos Lleras Restrepo recordó con nostalgia cómo la multitud enardecida prendió fuego a su biblioteca, el lugar en el que guardaba los libros que su padre le había regalado a comienzos de su adolescencia.
Al amanecer del día siguiente al incendio, el 7 de septiembre, el ex presidente logró pasar de tejado en tejado hasta llegar a la embajada de Venezuela. Después pidió asilo en México.
Dos años permaneció el ex presidente en el país azteca. Allá Lleras trabajó como miembro de la Sección de Investigación Económica del Banco de México. Al mismo tiempo, se enamoró de las rancheras. La música mexicana le gustó por el resto de sus días. Gabriel Rosas Vega, ministro de Agricultura en el período Barco y amigo personal de Lleras Restrepo, recuerda cómo en cada serenata de mariachis que le llevaban pedía La cama de piedra .
A pesar de los nuevos gustos musicales nunca le dejaron de agradar las canciones con las que se enamoró estando en Colombia: Ojeras y Muñequita linda .
A petición de varios amigos suyos, que lo invitaron a reestructurar y ayudar al Partido Liberal, Lleras regresó a Colombia.
Cleofás, Hefestos...
Estos dos personajes fueron creados por el hoy fallecido ex presidente Lleras Restrepo con el fin de proteger su identidad en asuntos picantes de la vida nacional, que debiera tratar en sus escritos.
Cleofás es una fusión entre crónica y política. Un personaje gracioso que lleva al lector de la mano, describiéndole lugares, espacios, sentimientos y personalidades. De esa manera explicaba Lleras complicados asuntos y rivalidades políticas.
Este bachiller tuvo vida propia . A pesar de que el ex presidente se negaba a darle identidad física a Cleofás, un día en su lecho de enfermo recibió la visita de esta creación suya. En realidad era su hijo Carlos, quien inspirado por Alberto Lozano Simonelli, lucía un bastón, bufanda, gafas, un grueso gabán, boina, barba larga y cabello completamente blanco.
Pero Cleofás no sólo fue independiente en su apariencia física, sino también en la intelectual. Escribió los prólogos de sus propios libros, habló del origen de su nombre y descubrió que venía de Kleopas, apócope de Kleopastros que significa gloria y prestigio de su padre . A la vez se lamentaba por el suyo, que no tendría un hijo que lo hiciera sentir orgulloso.\ Son las 8 de la noche...
Su gobierno fue de 1966 a 1970. En ese período puso en relieve el temple de su personalidad. Se enfrentó a un Congreso difícil, pero logró sacar adelante una reforma constitucional dirigida a reformar administrativamente el país.
Y el temple también se vería el 21 de abril de 1970. Faltaban tres meses para terminar el mandato. Hacía dos días se habían realizado las elecciones para el siguiente período presidencial. Los dos candidatos que entraron a la contienda fueron Gustavo Rojas Pinilla por Alianza Nacional Popular (Anapo) y Misael Pastrana Borrero por el Partido Conservador.
El candidato anapista consideró que se había hecho fraude electoral y por ello incitó a los ciudadanos a rebelarse en contra del Gobierno.
Los ánimos estaban alterados. El pueblo tenía temor de lo que pudiera pasar. En las noches del 19 y 20 de abril los incendios y saqueos fueron la noticia central.
Llegaron las 8 y los colombianos estaban frente a las pantallas de los televisores. Temerosos intentaban trancar las puertas y ventanas de sus casas y negocios. Temían un saqueo. Y por fin, apareció el Presidente en televisión.
Luego del saludo, dijo: Quiero hacer un llamamiento a todas las gentes de bien del país, a todos los ciudadanos y ciudadanas amantes de la paz... . Más adelante advirtió hasta dónde estaría dispuesto a llegar: Yo ya he dicho... aquí se sostendrá la Constitución y yo permaneceré en el mandato hasta el 7 de agosto. No saldré antes de Palacio sino muerto y de esto deben quedar notificados tanto los que quieren promover desórdenes como los que resuelvan acompañarme en la guarda de la paz...
Algunos instantes después el Presidente miró su reloj. Todos los colombianos lo observaron. Levantó la cabeza y dijo: Son las 8 de la noche. A las 9 de la noche no debe haber gente en las calles. El toque de queda se hará cumplir de manera rigurosa y quien salga a la calle lo hará por su cuenta y riesgo... .
De inmediato una manifestación que se hallaba en el centro de Bogotá, promovida por María Eugenia Rojas, quedó disuelta. El tráfico se suspendió. Los conductores de servicio público decidieron paralizar su trabajo y buscar el camino hacia sus casas.
La orden presidencial sólo concernía a Bogotá. Cada alcalde quedaría en libertad para determinar qué pasaría en su región, pero todos, todos los ciudadanos del país, desde la Costa Atlántica hasta el extremo sur, decidieron obedecer.
El fin de su mandato
El Presidente culminó sus cuatro años de mandato. En su vida le sucedieron una serie interminable de triunfos políticos, pero ese hombre ya no está. Murió Lleras Restrepo, un ser que siempre estuvo al tanto de lo que sucedía en el país. Su pasión fue la política; su hobby el periodismo, y uno de sus mayores pilares, la economía.
Por sus vastos conocimientos podía referirse con amplitud a la política cafetera, el régimen cambiario, a los temas agrarios, criticar la compra de votos, la patología de la democracia, el intervencionismo del Estado, entre muchos.
Dormía cinco horas diarias, espacio que se fue acortando con el paso de los años, pues llegaron los insomnios de la vejez, tiempo de vigilia que él utilizaba para leer más y más libros.
Antes de morir, sus días eran tranquilos. Leía los periódicos temprano en la mañana. Entraba a la ducha a las 10. Allí duraba una hora. Entonces atendía algún compromiso social, una entrevista o se iba a su revista, Nueva Frontera
Entre las 12:30 y la una, llegaba a su casa a almorzar. Siempre eran alimentos bajos en colesterol y harinas, y muchas frutas. A las 3:30 de la tarde se colocaba de nuevo en actividad y cumplía la agenda de la tarde, que su secretaria, Clara Inés Forero de Mora, le hubiera preparado.
Le incomodaban los tumultos y las conversaciones demasiado extensas, pero antes que cualquier otra cosa odiaba no recordar lo que había ocurrido dos o tres días atrás. Siempre hacía grandes esfuerzos por mantener una conversación fluida, pero a pesar de su afán por atrapar las palabras, algunas se le escapaban, entonces con tristeza decía: Hoy amanecí tonto .
El político
El ex presidente Lleras fue un político nato. Sus discursos estaban estratégicamente preparados. Subían de intensidad a medida que avanzaban. Lleras se acompañaba con movimientos de las manos y fuertes entonaciones de la voz. Después descendía lentamente de nivel, llegaba incluso a asumir un tono reflexivo. En este momento se dirigía a su público con el tono de un papá que les pide a sus hijos que piensen sobre su futuro.
La forma de vestir siempre fue impecable. Hizo parte al grupo de los políticos que consideraban que era un irrespeto presentarse a la gente en manga corta, por ello, en no pocas ocasiones fue a la Costa Atlántica con vestido completo, incluso corbata. Así lo recuerda Otto Morales, quien lo acompañó en varias giras.
Lleras, como buen político, nunca protestó por la comida que le sirvieron en los diferentes sitios de Colombia. Aceptaba desde el sancocho que le hacían en las fincas hasta las comidas en los grandes bufetes.
El licor y el cigarrillo fueron importantes en la vida de Carlos Lleras. El licor lo dejó el 7 de agosto de 1966, el día en que se posesionó como Presidente.
El cigarrillo lo tuvo que dejar por orden médica, pues le diagnosticaron una enfermedad cardíaca. Desaparecieron desde entonces las fotos de los medios en que Carlos Lleras llevaba un cigarrillo en la mano. Con el paso de los años, los médicos que lo atendían decidieron suspenderle indefinidamente el consumo de cualquier tipo de cigarrillo y licor, decisión que nunca dejó de lamentar.
REACCIONES
Ernesto Samper, Presidente
Con la desaparición del doctor Lleras se cierra una de las más brillantes páginas de la historia nacional. Nos abandona uno de los más grandes colombianos y latinoamericanos de este siglo. Durante muchos años nos acostumbramos a escuchar su voz siempre firme y patriótica en la defensa de los intereses de sus conciudadanos, esa voz con la que guiaba a toda la nación en momentos de dificultades y con la que el ex presidente se constituyó en el guía moral de un país cercado en no pocas ocasiones por las más diversas amenazas.\ Alfonso López, ex presidente:
Su muerte significa la desaparición de la que se llamó la Generación de los Nuevos en la dirección del Estado. El fue contemporáneo del doctor Alberto Lleras, del doctor Carlos Lozano, del doctor Darío Echandía, de una toda una generación brillante cuya influencia se hizo sentir sobre el país durante más de 30 años. Con su muerte se cierra un ciclo muy importante de la vida del país, caracterizado por la modernización del Estado y la inserción de Colombia en el mundo contemporáneo.
Julio César Turbay Ayala, ex presidente
Carlos Lleras Restrepo siempre se caracterizó por su condición de combatiente en los momentos más difíciles de la política colombiana a finales de la década de los 60.
Todos sus compatriotas siempre recordarán cómo se debe comportar un jefe, un luchador, un líder.
César Gaviria Trujillo, ex presidente y secretario de la OEA\ Con su muerte el país pierde a una de sus figuras más relevantes; pierde a un hombre que hizo de la política un bastión de defensa de la democracia y de la justicia; pierde un colombiano que transformó, en virtud a sus conocimientos de la realidad nacional y de su capacidad visionaria, la historia reciente de nuestra Nación. Pocas personas como él supieron, con la integridad que lo caracterizó, dejar una profunda huella en el devenir político de Colombia.\ Belisario Betancur, ex presidente
Con la muerte del ex presidente Carlos Lleras Restrepo no solo Colombia perdió a uno de sus mejores hombres. El continente americano también debe estar de luto por la desaparición de una de sus figuras más representativas.\ Lleras Restrepo debe ser recordado como el gran reformador y modernizador de Colombia.
Misael Pastrana, ex presidente
Carlos Lleras siempre fue un hombre de historia, caracterizado por la fuerza que le dio al pluripartidismo en Colombia.
La historia de la vida de Lleras tuvo capítulos principales en los momentos más difíciles que atravesó el país en las décadas pasadas.
Humberto De la Calle, Vicepresidente
Defino a Carlos Lleras como un estadista, más que un político. Por encima de la pequeña maniobra, puso siempre los intereses de la nación. El legado de Lleras es el de la Modernización de Colombia, la integración económica, su desvelo por la moneda sana, el compromiso con los desposeídos y la lucha por una estructura más justa de la tierra.
Carlos Augusto Noriega. (Era Ministro de Gobierno el 19 de abril de 1970, día de las elecciones presidenciales)
Se ha hundido el puntal básico de la Nación. Con Carlos Lleras Restrepo desaparece la base de referencia fundamental para reconstruir moralmente a un país en ruinas. Carlos Lleras Restrepo era el último estadista auténtico, para mí el primero, entre los pocos, poquísimos, que hicieron la historia grande de Colombia en este siglo. Un siglo que culmina dejándonos la desoladora sensación de que han entrado en quiebra todos los valores que fueron norte inalterable en la vida y obra de Lleras, una personalidad avasallante por su patriotismo, su pureza, su cultura ecuménica, su inagotable capacidad docente, su certero sentido de los riesgos y su vigorosa capacidad para superarlos.
MARIA DEL PILAR LOPEZ PATIÑO
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