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PURACÉ, UNA PAZ VOLCÁNICA

Convertir a campesinos en mineros fue fácil. Pero despertar siquiera simpatía por el agro en Puracé, 46 años después, es una empresa compleja que necesita primero recursos y luego demostrar que el campo también es rentable. A los muchachos que se van levantando les parece muy duro la pala o la pica , dice Víctor Marín Fernández, un jubilado por el Inderena, nacido hace 66 años en esa región donde la agricultura fue el eje económico.

ARCHIVO PARTICULAR
La factoría de donde se extrae el azufre en las propias faldas del volcán Puracé, desde 1945, transformó una comunidad agrícola en minera.
La actividad en los socavones y la muy reducida en el campo se mantienen en medio de lo que no se ha perturbado jamás: la paz.
Esa tranquilidad ha traído unos cambios sustanciales en el modo de pensar, especialmente de la juventud. Los bachilleres quieren salir del terruño para volverse doctores, otros quieren trabajar en la mina, teniendo en cuenta que el ciento por ciento de los trabajadores a término fijo son de Puracé; todos los coteros son de Puracé; ocho de cada diez trabajadores son de Puracé y los demás provienen de Popayán, y de los empleados, el treinta por ciento son nativos de Puracé, 15 por ciento de Cali y los demás payaneses.
De seis promociones del Colegio Cooperativo Mixto Manuel María Mosquera Wallis, por bajos recursos familiares para ingresar a la universidad, unos forman la tropa de desocupados, algunos lograron trabajo en la mina y otros están subempleados y mal pagados como maestros de escuela.
Las chicas tampoco quieren formar parte de las que se quedan en casa. No quieren saber nada de la agricultura. Dos alumnas de décimo grado (Lizbeth Muñoz, de 15 años, y Olga Lucía Garcés, 16) quieren estudiar administración de empresas e ingeniería de sistemas. La otra salida que les queda es el matrimonio.
Lizbeth reconoce que todo lo de comer hay que traerlo de Popayán y Olga Lucía admite que sabiendo trabajar la tierra podría renacer la agricultura .
Wilson Alfredo Aguilar Calachín, de 14 años, estudia sexto grado. Sus padres Gregorio y Flora son campesinos. Ayuda a su padre en las labores del campo junto con sus hermanos Freddy (11) y Gregorio (9). Tiene otros tres hermanos menores: Ruby Elena, Carlos Andrés y un bebé de un mes.
Wilson Alfredo cree que puede ser un buen agricultor o un profesional, pero hasta ahora no sé qué haré cuando sea grande . Los Aguilar cultivan papa, ulluco y maíz en el potrero de la familia.
De cabecera municipal hace treinta años, Puracé pasó a ser un corregimiento, que no tiene de qué protestar. Gracias a las minas de azufre y al apoyo de Industrias Puracé S.A. tiene el segundo lugar en cubrimiento de salud en el departamento del Cauca, con una atención del 41 por ciento de la población.
Dos médicos, Víctor Hugo Collazos, y Carlos Felipe Muñoz; la odontóloga Myriam Jofitza Naranjo y la enfermera Gladys Amanda Mera, despachan en un superdotado puesto de salud donde se abrió la sala especial de pediatría Enrique Jensen Mosquera. Un alto porcentaje de las enfermedades en los niños son de origen pulmonar.
El gobernador del Cabildo Indígena de Puracé, José María Bolaño, responde por el 95 por ciento de la tierra. El otro cinco por ciento es de puraceños nativos.
La guerrilla entonces, con paz laboral y con la tierra casi en su totalidad en poder del cabildo, no tiene campo de acción.
La Policía se preocupa únicamente por un grupo de piratas de tierra que actúa con inusitada frecuencia en la zona del páramo, a unos 15 kilómetros de Puracé.
Los bachilleres que lograron entrar al Magisterio ganan entre 25.000 y 35.000 pesos mensuales, mientras que un obrero de la mina, con horas extras, dominicales y festivos, obtiene un mínimo de 80.000.
En ese punto está la imperiosa necesidad de convertir al agro en una oportunidad de trabajo y producción, y se diseñó la creación del Instituto Agropecuario con base en el Colegio Cooperativo Mixto Mosquera Wallis.
La respuesta al empeño de la Fundación Manuel María Mosquera Wallis, el Sena, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), el Cabildo Indígena y el Sindicato de Trabajadores de Industrías Puracé S.A. para que vuelva a producir el campo puraceño, de un verdor impresionante y además fértil, ha tenido una acogida más que satisfactoria, ejemplar.
Un invernadero con 49 distintos productos de clima frío, a cargo de Consuelo Samboní, estudiante de Administración Agropecuaria de la Fundación Universitaria de Popayán (FUP), ovejas criollas con cruce de Black Face, conejos angora de Nueva Zelandia y cuyes peruanos, forman un cuadro ya de realidades en esa nevera del oriente caucano, donde se conjugan un sol quemante, un viento que corta y un frío que cala hasta los huesos .
El veterano puraceño Marín Fernández está convencido de que la agricultura levantará cuando nosotros mismos volvamos a la tierra . Atardecer indígena
Otro de los objetivos del Plan Ovino, que se desarrolla en los criaderos de Puracé, Coconuco y Totoró, es la asistencia a los viejitos indígenas, desamparados de todo plan de la comunidad y del Estado.
Los indígenas trabajan hasta el día que se mueren; sus labores, en el medio familiar, se van dosificando en la medida de sus fuerzas, hasta llegar a lo mas sencillo: cuidar las gallinas.
Se busca con la venta de ovejas, el trabajo de lana y la venta de carne, tres objetivos, específicos: 1. Recuperar para los indígenas la actividad ovina que antes hubo en las proximidades del volcán Puracé y que no se sabe por qué se acabó. 2. Convertir esa actividad artesanal en una forma de combatir el desempleo. 3. Generar ingresos para solucionar los problemas que aquejan a los indígenas de la tercera edad.
Hay unos 400 nativos pasados de los 60 años. El plan no se cumplirá en un albergue; la atención se les brindará en el medio casero, donde ellos se mueven y son útiles en las medida de sus fuerzas.
Víctor Méndez, técnico agropecuario de la FUP, su perro Spock y la enfermera superior, con especialidad en geriatría, Liliana Palacios, tiene a su cargo la coordinación de esta empresa que está en período de implantación, ya con un punto de arranque: el mini taller de confecciones.
Los otros puntos del plan dependen de la forma como se reproduzcan las ovejas que tienen una gestación de 145 días con una o dos crías, y sólo 15 días para volver a entrar en calor.
Hay mucha esperanza en que dé buenos resultados el programa de atención al ancianato nativo, que ha sido denominado Atardecer Indígena.
ARCHIVO PARTICULAR
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