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EL TRAGO AMARGO DE BAVARIA EN EL PERÚ

Un pacto de honor hecho trizas, que habían sellado miembros de tres poderosas familias limeñas -los Brescia, los Bentín y los Romero- fue el episodio que desató la guerra de las cervezas en Perú, una historia que salpicó a la empresa colombiana Bavaria.

Un pacto de honor hecho trizas, que habían sellado miembros de tres poderosas familias limeñas -los Brescia, los Bentín y los Romero- fue el episodio que desató la guerra de las cervezas en Perú, una historia que salpicó a la empresa colombiana Bavaria.
La firma insignia del Grupo Santo Domingo es señalada por el testigo Hugo Durán de haber pagado a través del peruano James Jaime Carbajal Pérez -asesor externo de Bavaria- un soborno o coima de 2 millones de dólares para poder entrar al jugoso mercado cervecero de ese país cuyas ventas superan los 1,4 billones de pesos al año.
Durán, actualmente bajo protección y a quien se ha presentado como un simple conductor, aparece como dueño de las líneas telefónicas de una oficina que se presenta como alterna a la de la primera dama peruana y del periódico La Pura Verdad, diario de corte oficialista lanzado durante la administración Toledo.
Carbajal, un hombre a quien El Comercio -el más antiguo e importante diario del Perú-atribuye una capacidad de influencia en el Gobierno del presidente Alejandro Toledo, se fue de Lima luego de que estalló el escándalo. Por eso, tanto medios de ese país -que lo dan por prófugo- como autoridades locales, intentan ubicarlo.á
Según la declaraciónááde Durán,áque hoy reposa en el expediente a cargo de la Fiscalía peruana y que recogió en audiencia pública el Congreso de ese país, entre noviembre y diciembre de 2002, cuando Bavaria gestionaba una segunda operación de compra de acciones de la cervecería Backus & Jhonston del Perú, Carbajal recibió dinero. Primero, un anticipo de 300 mil dólares, y luego 1,7 millones de dólares.
La coima , según Durán, buscaba sobornar a quienes tenían el poder de decisión para facilitar la compra, por parte de Bavaria, del último y más importante paquete accionario de la cervecería peruana.
EL TIEMPO localizó a Carbajal en Estados Unidos, a donde llegó tras un corto periplo que hizo por Bogotá y que incluyó reuniones sociales -a nombre de la cervecería colombiana- con varios empresarios. Según registros de extranjería, "el ejecutivo de Bavaria salió el 10 de julio rumbo a Miami".
Tras cuatro conversaciones telefónicas en las que se le interrogó sobre su viaje a Panamá, Carbajal se limitó a decir: "Lo único que puedo afirmar rotundamente es que ni Bavaria ni Jaime Carbajalá han participado en algún acto que transgreda el marco jurídico ni atente contra la moral.
"Nuestra operación fue transparente, con acuerdo expreso deátodos los inversionistas involucrados y con autorización aprobada en forma unánime por el ente regulador. Por decisión de la cervecería, a la que me honro servir, primero daremos nuestras declaraciones ante las autoridades peruanas y luego haremos una exposición ante la prensa".
Bavaria, por su parte, ya recopiló pruebas con las que, según enfatiza, demostrará que se trata de un montaje con visos políticos y económicos, en el que hay desde una campaña de desprestigio en su contra hasta las resonancias de la guerra que se desató por el mercado de la cerveza.
Según lo estableció este diario, en ese acervo figura la bitácora que El Comercio publicó como prueba reina . No obstante, los documentos difieren significativamente en su contenido (ver nota anexa).
Estos papeles serán entregados a la Comisión Fiscalizadora del Congreso del Perú que en tres días deberá pronunciarse sobre el tema y que para ello citó a rendir testimonio a Bavaria, a Carbajal y a funcionarios del Perú.
Pero este es tan solo un episodio del tortuoso camino que ha tenido que recorrer Bavaria para expandirse en Perú, punto clave en su proceso de internacionalización que comprenden también a Ecuador y a Panamá.
El pacto
Cuando Bavaria ingresó a Perú se vivía una guerra interna en el sector cervecero cuyas primeras escaramuzas se registraron hace poco más de tres años, cuando Cervesur, dueña del negocio en la zona sur, empezó a morder el mercado del centro, en manos de Backus & Johnston.
La invasión comercial suscitó agudos intercambios verbales y una guerra de precios, que a la postre, a través de una operación de compra de Cervesur, convirtió Backus en amo y señor de la industria. De hecho, además de Cervesur, la compañía ya había absorbido en 1996 a la Compañía Nacional de Cerveza, a la Cervecería del Norte, y a la Sociedad Cervecería de Trujillo.
La fusión incluyó la celebración de un pacto tácito en el que las partes -miembros de los Brescia, los Bentín y los Romero- se comprometieron a no vender nunca su participación para que así la industria quedara para siempre en manos peruanas.
Los Brescia, accionistas mayoritarios del Banco Continental y de empresas mineras, se quedaron con cerca del 24 por ciento de las acciones; los Bentín, que en 1955 lideraron la compra de Backus a un grupo alemán, con un 23 por ciento; y el millonario peruano Dionisio Romero, célebre por sus inversiones en fondos de pensiones, banca y aseguradoras, con un 22 por ciento.
Un 10 por ciento quedó en manos de accionistas minoritarios y el resto se suscribieron a nombre de Backus.
Pero la armonía duró un año. A finales del 2001, Romero -dueño de la aseguradora Pacífico- anunció que vendería acciones de Backus, al parecer por la necesidad de liquidez de su entidad, afectada por los atentados terroristas del 11 de septiembre de ese año en E.U.
En efecto, en noviembre de ese año Lorenzo Mendoza, dueño de Polar de Venezuela, compró un 13 por ciento de las acciones de Romero, a razón de 10,30 dólares por acción, y algunas de los minoritarios y se quedó con el 22 por ciento de Backus. La inversión ascendió a 195 millones de dólares.
Las protestas de los otros socios de Backus no se hicieron esperar. Además, Mendoza empezó a reclamar su derecho a examinar la contabilidad y la gestión administrativa.
Producto de ello, seis meses más tarde, Mendoza acusó de estafa y defraudación tributaria a sus socios por sobrefacturar el valor del lúpulo, materia prima de la cerveza.
Fue bajo este fuego cruzado que la cervecería colombiana entró en escena. El 10 de julio del 2002 Bavaria anunció que compraría el paquete de los Brescia, a 22 dólares por acción.
Y ahí fue Troya. Segura de que si Bavaria había comprado a ese precio la acción era porque tenía la certeza de obtener en venta el 23 por ciento de acciones propiedad de los Bentín y lograr así el control de la compañía, Polar hizo denuncias directas y pidió investigar operaciones ocultas . Según dijeron en su momento, era sospechoso que la cervecería colombiana pagara el doble del precio que tenían las acciones en ese entonces: 10,8 dólares .
A juicio de Polar, Bavaria estaba pagando lo que en el mundo empresarial se denomina una prima de control .
La polémica creció aún más cuando, días después del anuncio de Bavaria, el Grupo Cisneros de Venezuela realizó otra compra similar (22 por ciento, entre la participación de los Bentínáy de algunos minoritarios) por 250 millones de dólares.
La cercanía entre Santo Domingo y Cisneros (socios en otros negocios como el de la televisión), llevó a concluir al dueño de Polar que era una misma transacción, que pretendía que Bavaria se quedara con el 50 por ciento de Backus.
Según normas peruanas si un accionista individual, o varios en conjunto, aspiran a hacerse a un 25 por ciento o más de una empresa, deben acudir a una Oferta Pública de Adquisición (en la bolsa de valores), pero la operación nunca se hizo,á en razón de una excepción autorizada por el Consejo Nacional de Supervisión de Empresas y Valores de Perú (Conasev).
Por todo esto, la Conasev paralizó la compra e inició una indagación, mientrasálos Bentín denunciaban a Polaráápor loáque consideraban una especie de chantaje:ádesistían del negocio o debían enfrentar las consecuencias del proceso por sobrefacturación del lúpulo.
Este forcejeo entre titanes de la economía pareció llegar a su fin cuando Conasev encontró legítima la transacción de Cisneros y la deslindó de la de Bavaria.
Además, Polar accedió vender a la cervecería colombiana su 23 por ciento, negocio que volvió a hacer necesaria la intervención de la Conasev cuya autorización se requería para que la transacción no fuera por bolsa.
El 19 de diciembre del 2002 Conasev halló una fórmula salomónica para darle vía libre al nuevo negocio: Bavaria podía adquirir la porción de Polar, pero debía ofrecer a los accionistas minoritarios de Backusácomprar sus acciones a 27 dólares.
La cervecería accedió y el 20 de diciembre anunció que tras llegar a un acuerdo con Polar le pagaría 567 millones de dólares por sus acciones, convirtiéndose en el principal accionista de Backus.
El testigo
Pero la historia no paró ahí. Dos años después, El Comercio publicó el testimonio de Durán, quien en concreto sostiene que, a través de Carbajal, Bavaria le pagó a César Almeyda -uno de los nueve miembros de Conasev y ex asesor del presidente Alejandro Toledo- el millonario soborno.
Almeyda, que salió del Gobierno el mismo día en que Conasev se pronunció sobre el caso Backus, hoy se encuentra detenido por episodios de corrupción, uno de ellos relacionado con lo que los peruanos llaman coloquialmente los "Vladivideos": casetes de videoáen los que se registra el momento en que Vladimiro Montesinos, asesor del entonces presidente Alberto Fujimori, paga sobornos a congresistas.
Cómo se enteró Durán del supuesto soborno? El ha sostenido que es amigo de infancia y conductor de confianza de Alberto Farfán (cuyo paradero se desconoce), el asesor de imagen de César Almeyda.
De hecho, según le dijo a EL TIEMPO, Pablo O Brien, uno de los periodistas de investigación que ha impulsado las publicaciones y lo confirmó el propio Durán en diálogo telefónico con este diario, es por esa razón que se prestó para servir como propietario de líneas telefónicas en una oficina ajena a él, y como accionista de La Pura Verdad.
Según el testigo, el dinero se trajo desde Panamá , y él estuvo en la casa de Carbajal para ayudar a Farfán a contarlo : "Eran 500 mil dólares para Almeyda; 50 mil dólares para gastos operativos; 450 mil para Farfán y Carbajal; y el resto para Toledo".á
En el expediente de la Fiscalía peruana, Durán aparece como testigo directo , pero solo de la segunda parte de la supuesta coima .
Un cuestionado abogado amigo suyo, Carlos Fernando Castillo Che, habría ido al primer viaje a Panamá, junto con Carbajal, para recibir el adelanto de la coima . Castillo, que aún no ha declarado, sería el testigo del primer pago.
E mail y bitácora
O Brien añade que la versión del chofer está respaldada con la bitácora en el que un inspector de apellido Saucedo -que labora en el puerto aéreo panameño y que no ha sido localizado por la prensa- asegura que en diciembre del 2002 Carbajal fue retenido por algunas horas,ápara que explicara la procedencia del 1,7 millones de dólares que iba en sus maletas.
También, dice O Brien, coincide con el e mail interceptado ilegalmente a Farfán, en el que este pide a su secretaria en Lima confirmarle a Carbajal la cita entre César Almeyda y abogados del grupo Bavaria .
"El e mail fue el inicio de la investigación, luego vino la declaración de Durán y la bitácora", dice El Comercio.
Habría que anotaráque para muchos observadores resulta inusual la intensidad y tono de los informes de El Comercio, si se tiene en cuenta que es socio de Valores Bavaria, junto con otro diario peruano, La República, en el canal América Televisión.
El testimonio de Durán es valorado por autoridades peruanas, al igual que la bitácora publicada por El Comercio.
Sobre este último punto, uno de los testigos de la supuesta requisa a Carbajal -Mercedes García de Villaluz, directora de Aduanas- dijo que no lo recuerda y el otro funcionario, Octavio Rodríguez, sufrió un ataque cardíaco y murió hace meses.
Por ahora, en Perú, la investigación penal seguirá adelante aún después de que el Congreso de ese país se pronuncie.
En Colombia, la Supervalores -que vigila a los inscritos en el mercado público de valores, como Bavaria- dijo que por el momento se ha limitado a informarse sobre el tema.
Cualquiera que sean los resultados de las investigaciones, un alto directivo de la prensa peruana cree que lo que aquí está en juego es la credibilidad de uno de los diarios más prestigiosos de Perú frente a la honorabilidad de la empresa privada más grande de Colombia.
*Con información de Alirio Fernando Bustos.
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