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COLOMBIA, A SIETE PASOS DE LA GLORIA

Machin, un legendario masajista que tuvo River Plate durante cuatro décadas, patentó una frase muy simpática y plena de sabiduría. En las charlas de vestuario, siempre que se hablaba de que tal o cual jugador era un fenómeno, de que habían oído que hacía maravillas y proezas varias, el viejo Machín repetía lo mismo: Quiero verlo acá, en el verde cesped y con el manto sagrado . Prudente antes de dar un juicio rotundo, Machín pretendía dos cosas: verlo jugar, y con la camiseta de River. Si triunfaba allí, entonces si era un auténtico crack. En tres palabaras: tenía que demostrarlo.

Jorge Barraza
Me preguntan sobre las reales posibilidades de Colombia en esta Copa del Mundo, la respuesta es TODAS. Lo he dicho: Colombia se encuentra futbolísticamente en estado de gracia: todo es virtualmente perfecto, su riquísimo plantel, su notable cuerpo técnico, el tiempo que ambos vienen trabajando juntos, la excelente preparación, el clima armónico que reina en la delegación, el hambre de gloria, el andar arrollador del conjunto.
Ninguno de los otros 23 equipos puede sertirse más candidato al título, ninguno puede presentar un cuadro tan alentador. Hasta la prensa entera del país y la ciudadanía toda están alentando esta cruzada de darle al fútbol colombiano la categoría definitiva de grande.
Cada pieza está en su lugar, aceitada y ajustada, el plan está urdido hasta en sus más mínimos detalles, solo falta llevarlo a cabo. O, como pensaba Machin, solo falta demostrarlo , pero aquí, en un Mundial.
Los otros 23 postulantes, cual más, cual menos, tienen sus problemas: lesiones, peleas con la prensa, presiones, mala convivencia, problemas con el técnico, pobres actuaciones previas, poco tiempo de preparación, etc, etc. Colombia es la antípoda de todo eso. Por si faltaba algo, hasta Pelé la considera favorita.
Hoy es el día D colombiano, D de demostrar, no de desmbarco. Allí enfrente estará Rumania, con su fútbol gris, propio de la Europa del este. Pero qué interesa Rumania, lo que cuenta es Colombia. A las 16:30 de Los Angeles, comienza el acto de graduación de Colombia. Hasta esa hora, todo ha sido perfecto; cuando empiece a rodar el balón, todo lo anterior quedará a un costado del campo, los elogios previos habrá que revalidarlos allí, en la instancia máxima que es la Copa del Mundo; los pronósticos alentadores deberán ser confirmados; los sueños tendrán que cobrar vida; habrá que poner en marcha los anhelos.
No será fácil. Tanto optimismo genera una carga de responsabilidad adicional. No alcanza con que Maturana diga que el objetivo es mejorar un poquito lo de Italia-90 . En la tierra de Garibaldi, Colombia se ubicó decimocuarta. Si supera ligeramente esa posición -digamos décima, incluso novena- Maturana tal vez haya cumplido su objetivo, pero eso significa no entrar siquiera a cuartos de final. El olor a fracaso sería irrespirable. Treinta millones de colombianos no lo soportarían. Basta con salir a la calle, en Bogotá, en Cali, en Medellín, y preguntarle a la gente si se conforma con un noveno o un décimo puesto. Voy más lejos: estarán felices si sale sexta...?
Dios ilumine a los jugadores colombianos pues entonces tendremos gran fútbol en la Copa. Pero Dios los ilumine también para comprender que todo lo que sucedió desde hoy hacia atrás fue muy bonito, pero ya no cuenta, ya no juega, no tiene nada que ver con esto. Los elogios recibidos hasta hace diez minutos no sirven más. Las palmadas con el hombro hasta antes de comenzar el primer partido no tienen ninguna importancia cuando empiece a rodar el balón. Esto es lo que deben tener bien claro. Si una contra tiene esta Selección de Maturana es que, hasta empezar el Mundial, todo le ha salido demasiado redondo. Eso crea un favoritismo excesivo, un optimismo desmesurado, que sólo los muy grandes son capaces de confirmar luego.
El día llegó. La gloria está ahí, a sólo siete pasos. Ahora hay que salir a buscarla en el verde cesped , como decía Machín.
Jorge Barraza
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