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OJO A LOS INDÍGENAS

Miles de personas en marcha por tres días desde el Cauca hasta Cali son un despliegue que no se veía hace tiempo. Y lo adelanta uno de los sectores más organizados del país, que ve con creciente desconfianza las políticas del gobierno del presidente Uribe: los indígenas del Cauca.

Redacción El Tiempo
Con el nombre de Marcha por la justicia, la alegría, la dignidad y la libertad de los pueblos , miles de indígenas del Cauca caminan en estos momentos por la carretera Panamericana, clamando a favor del respeto a la vida, la naturaleza y la cultura y protestando contra políticas e intentos de reforma constitucional de esta administración y contra el Alca y el Tratado de Libre Comercio, todos los cuales, según ellos, ponen en riesgo conquistas históricas de la autonomía indígena.
Después de un tire y afloje con el presidente Uribe, los indígenas han garantizado que la marcha será pacífica y no taponará la vía. Importante, pues buena falta hacen en Colombia demostraciones de protesta que, en lugar de la violencia, recurran a la fuerza de la organización popular, y de las cuales los indígenas del Cauca han dado ejemplo. Clave, también, una conducta serena y mesurada de la Fuerza Pública.
Sin tener el impacto ni el peso de los indígenas de Bolivia, Ecuador o Perú, sus homólogos colombianos, y los del Cauca en particular, tienen una larga tradición y un refinado nivel de organización. Que ha producido notables resultados, como la consagración de la autonomía indígena en la Constitución de 1991; el movimiento de resistencia civil y la Guardia Indígena con los que miles de hombres desarmados se han opuesto a la intervención en sus territorios de grupos armados ilegales y fuerzas oficiales; el rescate pacífico de dos líderes indígenas secuestrados por las Farc hace unos días, en San Vicente del Caguán; o el modelo de desarrollo que encarna el Proyecto Nasa, galardonado internacionalmente.
Ejemplos, de muy diversa índole, de la acción organizada e independiente de los indígenas frente a todos los llamados actores del conflicto. Que a veces molestan al Estado, el cual preferiría que fuesen solo contra los grupos irregulares, sin incluirlo a él.
A ningún gobierno le gustan las marchas, mucho menos contra su política. Pero bien haría este en entender, más allá de la estrecha lógica de amigo/enemigo, la particular atención que merecen los indígenas. Aunque su peso específico nacional no se compare con el de los bolivianos, al menos en el Cauca una reacción oficial inapropiada a claras señales de oposición civil como esta marcha, puede ser fuente de muchos problemas (para la muestra, el cierre, justo en estos días, de la emisora comunitaria Radio Nasa, único medio de comunicación de los 30.000 habitantes de los resguardos de Tacueyó, San Francisco y Toribío, aduciendo una falta de licencia). El establecimiento blanco de otros países andinos tiene abundantes pruebas de ello. Ojalá, pues, no caiga en oídos sordos lo que significa esta protesta.
Redacción El Tiempo
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