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MISIÓN IMPOSIBLE

Roberto Junguito, el designado ministro de Hacienda de Alvaro Uribe, le lleva varios años de vida y experiencia a Juan Luis Londoño, designado en la nuevasuper-carterai de Trabajo y Salud, que seguramente pasará a llamarse de Seguridad Social.

CLARA INES RUEDA G., JACQUELINE GUEVARA GIL./Redacción Económica
Roberto Junguito, el designado ministro de Hacienda de Alvaro Uribe, le lleva varios años de vida y experiencia a Juan Luis Londoño, designado en la nuevasuper-carterai de Trabajo y Salud, que seguramente pasará a llamarse de Seguridad Social.
Pero al margen de las diferencias generacionales, son inmensos los parecidos entre los dos designados por el presidente electo para manejar los derroteros de la agenda económica del próximo Gobierno.
Los dos son egresados de la Universidad de los Andes. Los dos tuvieron algo o mucho que ver con el gobierno de Cesar Gaviria. Junguito fue uno de los primeros codirectores nombrados en la Junta Directiva del Banco de la República, que se creó por mandato de la Constitución de 1991. Londoño fue subdirector de Planeación y ministro de Salud entre 1990 y 1994.
Los dos han ocupado con anterioridad el cargo al que ahora llegan: Junguito fue Ministro de Hacienda del Gobierno de Belisario Betancur, mientras que Londoño ocupó la cartera de Salud en la administración de César Gaviria. Con eso, Uribe muestra que no quiere improvisar ni equivocarse, y que prefiere recurrir a la táctica de mejor viejo conocido que bueno por conocer .
Tanto Junguito como Londoño han trabajado en organismos multilaterales en Washington: Junguito en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Londoño en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM). Punto fundamental dentro del propósito de poner a andar la economía de la mano de la banca multilateral.
Y los dos son vistos como ortodoxos, palabra que para algunos es sinónimo de neoliberales, donde está la cara amarga de la moneda: se les tilda de poner las finanzas por encima de las consideraciones sociales. Acusaciones que los dos niegan rotundamente.
La combinación perfecta
Pero no solo Junguito y Londoño comparten pupitres. Santiago Montenegro, el designado director de los Andes, es también de los Andes, trabajó igualmente en Washington, en el Banco Mundial, y es cercano al presidente Gaviria, especialmente por su hermano Armando, uña y mugre de Hommes en ese período.
Y ni qué decir de Hommes, el poder detrás del trono en el proceso de empalme entre los gobiernos de Pastrana y Uribe.
El ex ministro tiene hoy la batuta del equipo que fijará los derroteros de la economía del gobierno de Uribe. En tiempos de Gaviria, hombres como Junguito, Londoño y Hommes definieron una línea dura. Su reto ahora es combinar esa ortodoxia con lo que Uribe llama la deuda social.
Hommes es ahora partidario de un Estado más pequeño pero más eficiente. Londoño dice que ya no es tiempo de escuelas ni modelos, sino de aplicar una fórmula que bautiza LQF: lo que funcione.
Pero lo más importante es que la trayectoria y los planteamientos de los cuatro permiten dibujar la línea por la cual caminará Alvaro Uribe en materia económica. Su intención será buscar la combinación perfecta entre un severo ajuste fiscal y el mejoramiento de las condiciones sociales de la población. Para muchos, una misión imposible.
Así lo dijo Junguito en entrevista con EL TIEMPO: Es el momento de continuar y acentuar el proceso de ajuste y de reformas emprendidas por este gobierno, para hacer sostenible el endeudamiento público externo y lograr la reactivación de la economía. Aunque se va a mantener un manejo ortodoxo de la economía, se va a hacer mucho énfasis en lo social para disminuir la pobreza .
También lo señaló Hommes, quien hace unos días habló de la urgencia de invertir en cosas importantes para la población , refiriéndose a lo social.
Reveló, incluso, su propósito de pedir un crédito a los organismos multilaterales por 2.700 millones de dólares para financiar programas de vivienda, de alimentación para la población infantil y para la reforma administrativa del Estado.
La preocupación por lo social es, jústamente, la onda por la cual se mueven ahora los discursos del Banco Mundial, el BID e incluso el FMI.
Pero además, en Colombia son claras las señales sobre la imposibilidad de dejar el tema en un segundo plano: el país cuenta hoy con 27 millones de pobres, según datos del Banco Mundial.
El propósito de saldar la deuda social corre, sin embargo, el riesgo de quedarse en sueño. Sobre todo, si se tiene en cuenta que la grave situación de las finanzas públicas, con un déficit del sector público consolidado del 3,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y un endeudamiento del 49 por ciento, podrá hacer que la balanza se incline sobre el ajuste, más que sobre la parte social.
Los costos de eso podrían ser elevados. Como dijo el premio Nóbel de economía Joseph Stiglitz, en reciente artículo publicado por Lecturas Dominicales: en una depresión económica, recortar los gastos sencillamente empeora las cosas: los ingresos por impuestos, el empleo, así como la confianza en la economía, también sufren mengua .
El empleo en la agenda
El nuevo equipo económico no lo cree así. Todo lo contrario. Piensa que los dos propósitos (ajuste e inversión social) son perfectamente compatibles. Es más, Londoño ha insistido en que será el vocero de los desempleados y los desprotegidos. Sus prioridades, ha dicho, serán generar 2,5 millones de empleos y mejorar el acceso de los colombianos a la seguridad social.
En salud, plantea el propósito de llegar a un sistema en el que haya 40 millones de personas cubiertas. Hoy no son más de 25.
Del total que habla el futuro ministro, 25 pertenecerán al régimen contributivo (los asalariados e independientes que aportan una porción de sus ingresos al sistema de salud) y 15 millones al régimen subsidiado.
En pensiones, dice que insistirá en la reforma que hoy tramita el Congreso, pero que lo hará para mejorar el acceso de la gente al sistema -hoy la cobertura no alcanza ni a la mitad de la población-, y no para mejorar el problema del endeudamiento público, que es la motivación que tienen los organismos internacionales al promover la norma.
Y lo es porque el pasivo pensional equivale al 207 por ciento del PIB. Hoy en día se destina el 3 por ciento de los ingresos tributarios al pago de pensiones. Los cálculos del actual Gobierno dicen que, si no se hace la reforma, en 20 años estaremos destinando entre el 50 y el 75 por ciento de todos los ingresos del país únicamente a pagar pensiones.
La preocupación de las multilaterales es que eso haría insostenible la situación de las finanzas públicas y agravaría el problema del endeudamiento, que hoy llega a 85,3 billones de pesos.
Londoño ya tuvo que sortear en el Congreso una reforma a la Seguridad Social, y espera que la experiencia le sirva para lograr aprobar la que se le viene encima.
La carta que se juega Uribe es clara. Espera que el nuevo ministro trabaje en llave con Junguito para aprobar la reforma, y no como le ocurrió a la actual administración: que el titular de la cartera de Trabajo, Angelino Garzón, se le interpuso en el tema al ministro de Hacienda, Juan Manuel Santos y se convirtió en el principal palo en la rueda del cambio pensional.
Pero la misión de Junguito irá, por supuesto, más allá de la reforma.
Tendrá que presentar al Congreso una dura reforma tributaria, que no solo eliminará exenciones y beneficios sino que contemplaría un nuevo impuesto para fortalecer a las Fuerzas Militares.
Llevará un presupuesto austero, en línea con el apretón en las finanzas públicas propuesto por el presidente electo, y tendrá que sacar adelante el proyecto que le da facultades al Gobierno para reformar el Estado (suprimir y eliminar entidades pública) y tramitar la ley de responsabilidad fiscal, que ajusta más las finanzas de Gobierno, municipos y departamentos.
Pero su principal misión, en la cual le tendrán que ayudar Montenegro y Londoño, será conseguir la financiación de los organismos internacionales y renegociar un acuerdo más flexible con el FMI.
Al igual que Roberto Junguito y Juan Luis Londoño, Santiago Montenegro tendrá que ser un verdadero mago para manejar los recursos escasos, desde su despacho en Planeación, otra superministerio.
Los tres amigos tienen desde ahora la misión de encontrar la llave maestra que les permita abrir las puertas del empleo y el crecimiento.
CLARA INES RUEDA G., JACQUELINE GUEVARA GIL./Redacción Económica
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