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EL ADIÓS DE OSWALDO BRACHO

La música llanera acompañó siempre la vida del cantante araucano Oswaldo Bracho y ni siquiera la fría muerte pudo opacar el aire de parrando que lo siguió hasta su última morada.

Redacción El Tiempo
Sin embargo, esta vez las alegres tonadas que él siempre cantó con alegría no podían disimular la tristeza y la nostalgia que embargaba los corazones de la multitud de personas que se reunieron para darle el último adiós al artista.
Hasta sus propias canciones, cambiaron por un momento sus letras en la voz de sus amigos para rendirle un tributo, a quien fuera uno de los mejores exponentes del folclor criollo.
Pañuelos blancos, rosas y lágrimas ambientaron la partida del cantante, quien falleció la madrugada del viernes, a los 48 años de edad, víctima de cáncer en el colón, enfermedad que Bracho batalló durante los últimos tres años.
Pero fue una lucha solidaria. Amigos y familiares siempre estuvieron ahí para ayudarlo y darle fortaleza. Fueron esos mismos amigos quienes lo acompañaron en una multitudinaria caravana, con cuatro, arpa y maracas, que lo llevó hasta el parque cementerio Jardines del Llano, sin dejar de lado una visita al colegio Juan Pablo II, donde alumnos y profesores le demostraron su gratitud.
Los últimos años de Bracho no fueron fáciles. Desde que se le diagnosticó la enfermedad, su vida no fue la misma pero sí su espíritu combativo que hizo que sus dolencias físicas no fueran un obstáculo para seguir cantando y componiendo, como lo hacía desde que era un niño en su natal Arauca. Su último trabajo fue Lágrimas del corazón , donde plasma gran parte de lo vivido durante el ocaso de su vida.
Y aunque cantó desde muy niño, fue solo a los 26 años de edad cuando grabó su primera producción discográfica, mientras se ganaba la vida como peluquero en Venezuela, país en el que vivió gran parte de su juventud.
Su carrera se vio solo interrumpida por la muerte de su madre, que ocurrió mientras él cantaba en Colombia. Entonces durante año y medio se negó a cantar y a componer y se marchó para un hato a trabajar en ganadería.
Pero su vena musical lo regresó a los escenarios, alcanzando fama y prestigio con temas como Quiero , Cuando me vaya , Seductora y Corazón valiente , entre otros. Conoció el amor y con él fueron llegando cada uno de sus siete hijos. Su vida transcurrió entre Bogotá y Villavicencio, ciudad donde estaban sus amigos y seguidores.
Siempre vivió con optimismo. Incluso decía que su enfermedad le había dado una lección: Con ella a sentir más el cariño de mi familia. Disfrutar más a mis hijos, a mi esposa Elizabeth. Algo que no cambio ni por oro ni por plata , dijo hace poco.
Poco antes de morir escribió un mensaje donde decía que le era muy difícil decir adiós, que no le fueran a tener lástima, que lo recordarán con cariño y que ojalá que su tumba no faltaran cuatro lirios blancos.
La música llanera está de luto, pero las canciones de Oswaldo Coromoto Borja Bracho seguirán escuchándose, porque si bien la muerte se llevó al artista nunca podrá apagar su voz.
Redacción El Tiempo
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