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VIOLENTOS POR NATURALEZA

Ultimamente ha ganado fuerza la creencia de que el origen de nuestros altos niveles de violencia homicida se deben al hecho que la sociedad colombiana es una sociedad violenta.

Lía Santis
Aunque esta teoría ha sido desvirtuada a través de evidencia empírica y se ha demostrado que son varias las causas para nuestras altas tasas de homicidios, lesiones personales y demás delitos contra la vida; al parecer se prefiere continuar con la creencia que la violencia que nos está matando es la intolerancia y se debe netamente a problemas de convivencia.
Debido al recrudecimiento del conflicto armado colombiano y a la reducción de las tasas homicidas en las ciudades, después de los niveles impresionantes de principios de los noventa; ha surgido una nueva ola de estudiosos sobre la violencia colombiana tanto nacionales como internacionales.
El valor agregado de estos estudios consiste en aportar nuevas piezas a este rompecabezas en el que se ha convertido el fenómeno violento.
Diversos estudios de los violentólogos de vieja data hablan acerca de las causas objetivas del fenómeno, como: la naturaleza violenta enraizada en la sociedad colombiana, la desigualdad y la pobreza, la falta de educación y de oportunidades laborales, las deficiencias en cuanto al capital humano.
Desde las causas no objetivas, trabajadas en estudios recientes, sobresalen varias teorías: la confluencia de organizaciones armadas ilegales y de actores del conflicto en municipios colombianos, el crimen organizado en las ciudades, la influencia perversa del narcotráfico y el conflicto armado como multiplicador de dinámicas violentas tanto en ciudades como en el campo.
Es nuestra creencia que estas últimas causas, comprobadas y no comprobadas empíricamente, han contribuido al desarrollo y a la dinámica violenta del país. Todas en su justa medida explican parte del fenómeno pero nunca son definitivas para abarcar la totalidad de éste.
Al hacer comparaciones internacionales es claro que la mayoría de los conflictos mundiales tienen explicaciones en la intolerancia étnica, política, religiosa y en casos concretos, claras implicaciones económicas.
En Colombia la violencia tuvo tintes políticos en sus inicios, dando paso a una mezcla de reivindicaciones político-sociales, para terminar predominando las motivaciones económicas.
Todo esto aunado a una situación de criminalidad urbana creciente fundamentada en diversos factores. Entre ellos: crecimientos poblacionales desproporcionados en las grandes ciudades, estancamiento y caída del mercado laboral legal, y una alta rentabilidad para las actividades delictivas, incentivada por la conocida impunidad.
No es correcto afirmar que la colombiana sea una sociedad violenta por naturaleza, nuestra sociedad ha sido víctima repetitiva de actores violentos a través de todos estos años; lo único que ha cambiado son las motivaciones.
La unión entre guerrilla y narcotráfico ha sido macabra para la sociedad como un todo, al permear no solo a las clases urbanas con sistemas de incentivos perversos, sino al involucrar al campesino en un círculo vicioso que ataca su forma de vida, sus valores y su futuro.
Actualmente y tal vez más que nunca, la sociedad como un todo está siendo agredida a todo nivel. No solo es atacada directamente por grupos armados ilegales, sino que a la vez sufre una amenaza delincuencial originada en dinámicas de narcotráfico mezclado con prácticas terroristas adquiridas y trágicamente imitadas. Todo esto ambientado por una difícil situación económica que crea escasas posibilidades laborales, en contraposición con la facilidad de acceder impunemente al mercado criminal.
Lía Santis
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