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'Soy inocente de este caso': Arellán, acusado de la bomba del Nogal

Fernando Arellán fue acusado de transportar los explosivos en el atentado del Club El Nogal.

El 7 de febrero del 2003 el país se estremeció con el atentado con carro bomba a las instalaciones del Club El Nogal, en Bogotá, que dejó 36 muertos y 158 heridos.
Las autoridades siempre señalaron a las Farc y después de varias investigaciones determinaron que alias 'El Paisa', jefe de la columna móvil 'Téofilo Forero' había planeado y ordenado el atentado, con la ayuda de varios guerrilleros.
Años después uno de los presuntos implicados, Fernando Arellán, quien habría transportado los explosivos en una chiva, fue capturado y el primero de diciembre del 2008 condenado a 40 años de prisión por terrorismo, homicidio agravado, rebelión y daño en bien ajeno.
Su hermano Hermínsul también fue condenado (hace un mes fue capturado por la Policía) y su otro hermano y su sobrino Jhon Freddy (ingresó el carro cargado con los explosivos) murieron en el Club.
Fernando, un veterano hombre que paga su condena en la penitenciaría de Cómbita y se declara inocente, pasa los días trabajando como coordinador de la biblioteca de la cárcel.
Allí habló con ELTIEMPO.COM
Usted es señalado de ser uno de los terroristas más grandes de Colombia, pero según sus palabras es un hombre inocente. ¿Cómo asumió la prisión?
¿Antes había tenido problemas?
Yo nunca había estado ni siquiera detenido en un CAI. Ni siquiera un llamado de atención de un vecino, toda mi vida ha sido transparente.
Soy un trabajador nato. Trabajé con la aeronáutica civil 20 años. De ahí salí y trabajé en una empresa de transporte; luego volví a la aeronáutica y ahí fue cuando fundamos la empresa de Invernar Invernaderos (la empresa fachada con la que se compró la acción en El Nogal), que quisimos construir y con la cual alcanzamos a hacer un contrato.
Su hermano, el que murió en El Nogal, ¿trabajaba con esta empresa?
Sí. Nosotros éramos 4 personas: mi sobrino que murió, mi hermano que murió, un agrónomo -no voy a dar el nombre para no recordar ese amargo momento- y yo.
Cómo lo recibieron en Cómbita, teniendo en cuenta que usted entró con el inri de terrorista...
La llegada aquí fue bastante fría. Desconcertación total. Por parte de la guardia mucho recelo, mucho cuidado, mucha vigilancia. Y por parte de los internos, en unos desconcertación cuando ya me empezaron a conocer; y en otros cierto respeto -del que no hay ningún alarde porque el atentado de El Nogal lo repudio con todas las fuerzas de mi vida-.
Lo que yo no quiero para nadie, no lo quiero para mis hijos, ni para mi familia, ni para mi amigo, ni para mi conocido, ni para mi vecino. Para nadie. Entonces como tal, repudio lo que allí ocurrió.
¿Con esto quiere decir que es inocente?
¿Qué tiene que decirles a las víctimas de El Nogal?
Le quiero decir a los dolientes sinceramente que soy inocente de este caso, con alma, vida, corazón y con mente. Desde cualquier punto de vista yo soy inocente de ese caso.
¿Está haciendo alguna actividad para rebajar la pena?
Gracias a mi actuar, la guardia ha visto en mí, de pronto, a esa persona que no era cuando llegó, el estigmatizado, 'el terror de los terrores'. He podido demostrar mis valores como persona con mis compañeros.
Aquí en Cómbita hay mucha gente buena, con muchos valores, íntegros como personas, y entre esos puedo decir que me cuento yo.
Con qué actividad descuenta...
En este momento estoy descontando como bibliotecólogo. Tengo esa gran responsabilidad de atender no sólo a mis compañeros de prisión, sino a la misma guardia, a los estudiantes que salen a recibir sus clases. Tengo el gran compromiso de llevar bien esa biblioteca.
¿Y cuántos libros se ha leído?
¿Cuál fue el último libro que se leyó?
'Aprendiendo a quererse a sí mismo', de Walter Riso.
¿Y su familia cómo está?
ESPECIAL CÁRCELES CITYTV, ESTA NOCHE A LAS 10:00
La falta de control, la corrupción, la violación de derechos humanos y la ausencia de programas efectivos de resocialización convirtieron el sistema carcelario colombiano en uno de los más deficientes de Latinoamérica.
Entre 1998 y el 2002, Colombia tuvo la peor crisis de hacinamiento, con el 167 por ciento. Actualmente hay 141 cárceles con 10 pabellones de alta seguridad para 90.000 hombres y mujeres. El panorama ha cambiado, pero aún falta mucho para tener unos estándares aceptables. Y tras las rejas se encuentran miles de historias de vida de culpables e inocentes. Actualmente  cerca de 700 extranjeros, entre europeos, africanos, latinos y estadounidenses, purgan penas, en un 98 por ciento,  por narcotráfico.
En otros casos, los hombres más cuestionados del país, como Fernando Arellán, condenado por el atentado contra el club El Nogal, ahora hacen trabajos de resocialización para sus compañeros. Él es el bibliotecólogo de la penitenciaría de Cómbita (Boyacá). Esta y otras historias de reclusos serán presentadas el próximo domingo 15 de mayo, a las 10:00 de la noche, en el especial de Crónicas del conflicto con Jineth Bedoya, en Citytv.
Jineth Bedoya Lima
Subeditora de Justicia
EL TIEMPO
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