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Armas de doble filo

'Tvnetgener@tion (La generación interactiva: retos para la familia)' (Planeta) Examina el impacto de las pantallas en la sociedad.

Antes, los medios tradicionales (prensa, televisión, radio, publicidad, cine) causaban sólo pasividad en su público, aspecto especialmente relevante en el caso de los niños y jóvenes frente a la televisión.
Hoy en día hay que decir que las cosas han cambiado. Los nuevos medios, dominados por Internet, e incluso las nuevas modalidades de televisión, radio y prensa virtual, están planteados de cara a la interactividad con sus usuarios.
Si pensamos especialmente en los jóvenes, la afirmación adquiere plena validez. Nacieron cuando la red mundial era una realidad en pleno desarrollo y les ha tocado su auge y crecimiento durante la primera década del siglo xxi, con una fuerza y un alcance universales.
Podría decirse que hoy la mayoría de la población mundial vive totalmente conectada.
La "generación interactiva" utiliza las diferentes pantallas que le ofrecen distintos contenidos y formas de acceder a la información, al entretenimiento y a la educación.
Utilizamos este término porque así como antes el televisor era la pantalla por excelencia, y durante muchos años la única, ahora éstas son múltiples y hay que precisar a cuál de ellas nos referimos: el computador, el televisor, el cine, el teléfono celular, los videojuegos, etc.
Este libro está dedicado a esas pantallas y quiere ser una herramienta para que todos en la familia las conozcan mejor, sepan convivir con ellas, les saquen el mayor partido posible y eviten que se conviertan en un obstáculo para el diálogo de padres e hijos o para la educación y formación de éstos.
Es bastante evidente la importancia de que los jóvenes tengan un criterio que les permita discernir qué ver de acuerdo con su edad, y con una ayuda paterna oportuna, serena e inteligente, maximizar el buen uso que hacen de las pantallas, procurando que sea algo enriquecedor para ellos, no algo inquietante o perturbador.
Si pensamos en la televisión, con tres cuartos de siglo de vida, nunca su penetración había sido más grande e influyente, hasta tal punto que la "reina de las pantallas" sigue dominando por encima de Internet a las audiencias, al menos en Latinoamérica, sobre todo entre los jóvenes[1]. Para Europa se calcula que en junio de 2010 el consumo de Internet (14,2 horas semanales) superará el de televisión (11,5 horas)[2].
Pero en cualquier caso cada vez la televisión estará más unida a Internet, que se convierte en el centro de convergencia de todos los medios: prensa, radio, televisión, cine, telefonía, música, videojuegos, libros, revistas y publicidad.
Aquí se habla de los retos de la familia frente a las pantallas y se invita a adentrarse en este mundo sin prevenciones, con sentido positivo. Con la idea de que en la familia a toda hora hay que estar afrontando desafíos, de modo especial ante estos medios que tienden a ocupar buena parte del tiempo de los hijos y que pugnan con el estudio y con otras formas de diversión o descanso.
Sin pretenderlo, las pantallas pueden contribuir al desarraigo de las personas respecto al hogar, a las amistades, a la comunidad en la que se vive, uno de los aspectos más críticos de la sociedad actual. Como si el punto de referencia se desplazara de los ámbitos vitales e indispensables para la persona a otros que son secundarios, que si invaden el tiempo se pierde el equilibrio.
Un ejemplo puede ayudarnos a entender esto mejor. Si el padre llega del trabajo y continúa conectado con Internet en el hogar y aprovecha para responder correos o para consultar unas páginas, no podrá concentrarse en el diálogo con su esposa e hijos.
Si los hijos llegan del colegio o de la universidad, y en el poco tiempo en que coinciden con sus padres ¿ambos normalmente trabajan¿ se conectan para hablar con sus amigos, hacer tareas o ver algún programa, tampoco tendrán tiempo para hablar con sus padres. Y si la madre, mientras está pendiente de la comida, por su lado está atendiendo a un chat con unas amigas o viendo una telenovela... Aquello ya no es un hogar sino una estación de paso.
La televisión nació para informar, entretener y educar, y esos fines pueden hacerse extensivos a todos los medios, en una u otra forma e intensidad. Están al servicio de la familia y no al revés, lo cual no es una simple afirmación para dejar flotando en el aire.
Es algo de fondo que fija una prioridad: la familia no puede dejarse invadir por las pantallas, sino utilizarlas para su bien. Si se pierde esa subordinación, surgen los problemas.
Además las pantallas no son un juguete: son un instrumento de la tecnología que hay que conocer, entender y manejar con sentido de responsabilidad. Con la conciencia de que los niños y jóvenes tienen que distinguir bien su finalidad y el papel que juegan en sus vidas, como quien aprende desde pequeño que un cuchillo es para cortar, no para herirse con él.
Las pantallas han cambiado el mundo actual. Los modos de trabajo, las relaciones entre las personas y la cultura entera están plenamente influenciados por ellas. No podemos vivir, querámoslo o no, sin ellas.
Casi nadie puede realizar bien su trabajo profesional sin contar con un computador de escritorio o portátil, incluso sin su agenda electrónica o sin acceder diariamente a Internet por alguno de los medios posibles.
Simplemente son herramientas nuevas indispensables para la vida actual que hay que saber utilizar para bien de las personas, sin que se pierda nunca de vista su carácter de medios para lograr unos fines.
Difícil pensar en un muchacho de hoy sin unos audífonos y escuchando música o sin sus ratos de chateo diario con amigos y conocidos, unas veces de un modo personalizado y otras escondido en el anonimato de un seudónimo. O dedicando un tiempo a bajar materiales para sus trabajos o a practicar sus videojuegos favoritos, solo o acompañado por sus interlocutores a través de la pantalla, tarea en la que normalmente pasa muchas horas al día.
Ya hay sicólogos y siquiatras que tratan la ciberadicción como un problema real que lleva a algunas personas, sobre todo a las más jóvenes, a perder su conexión con el mundo real y a generar problemas en el desarrollo de su personalidad.
La "TvNetGener@tion" no es algo salido de los libros o de sesudas investigaciones: es la nueva realidad que va configurando un estilo de vida, unas costumbres familiares y una cultura diferentes.
Los estudios e investigaciones apenas comienzan, sobre todo en el campo de Internet, y muchos de ellos, además de describir los aspectos positivos y negativos, prenden las alarmas de los peligros que puede acarrear para jóvenes y adultos y para la familia misma.
No podemos de antemano pensar que es una realidad peor que la que nos tocó vivir a nosotros cuando éramos jóvenes. Simplemente es distinta. Claro que, impulsada por los nuevos medios, contiene unas fuerzas arrolladoras, aceleradas y cambiantes, que vuelven igualmente urgente el apoyo educativo en el hogar y en la escuela el libre desarrollo de la personalidad de los hijos, de modo que puedan aprovechar lo positivo y estar blindados ¿con criterio y autonomía¿ para resistir los impactos amenazadores que tienen esos medios.
Todo ello supone de parte de los padres de familia una actitud atenta e inteligente para acompañar a los hijos en ese proceso.
Con incertidumbres y ciertos temores, pero con la certeza de que, si les ayudan oportunamente, podrán ser medios útiles para su maduración. Es una tarea que tomada en serio se vuelve apasionante y requiere creatividad, atención, flexibilidad y acompañamiento constante.
Los padres están luchando frente a medios e influencias muy poderosos que, algunas veces, ponen en peligro la formación y los valores que ellos han procurado inculcarles a sus hijos, aunque también es cierto que si hacen bien esa tarea, la calidad de ese proceso se pone a prueba y es la mejor garantía para que superen con éxito los problemas.
El libro trata de hacer un recorrido completo por cada una de las pantallas, examinando su lado positivo, ilustrando las explicaciones con ejemplos, casos, situaciones y unos cuantos datos estadísticos que nos permiten comprender el alcance de los distintos fenómenos apreciados.
Así mismo, en cada capítulo se hacen las recomendaciones pertinentes, a través de planes de acción que faciliten a los padres poner en práctica unos cuantos consejos para cada tema.
Estamos convencidos de que esta obra servirá para entablar un diálogo familiar acerca del uso adecuado de las pantallas, e igualmente será provechoso su uso en las reuniones de los padres de familia de las escuelas, colegios y centros educativos de diversos niveles, para compartir experiencias sobre cómo se actúa en los hogares ante las distintas situaciones que se les presentan a los hijos en el uso de Internet y de la televisión.
No hay que asustarse con las cosas que pasan, sino ponerse al día, comprender que no se puede vivir al margen de lo que viven los hijos, como si se tratara de un mundo ajeno al propio, sino más bien, meterse en ese mundo para entender por qué ellos hablan de una manera, usan ciertos términos, comparten unas modas, les gusta un tipo de música, tienen amigos tan variados y hacen ciertos planes que nada tienen que ver con los que nosotros hacíamos.
Hace una década escribí Televisión y familia y Qué hacer con la televisión, libros que ayudaron a familias de muchos países a entender y vivir mejor la forma de utilizar bien la pequeña pantalla.
Lo mejor de esos dos libros pervive en éste, por tratarse de orientaciones y criterios básicos que tienen validez a pesar de todos los cambios, que se pueden aplicar también a los nuevos medios. Éstos han suscitado, a la vez, muchas inquietudes que se han tenido en cuenta al redactar esta obra en la que se dedica un capítulo a cada una de las pantallas.
Ahora como entonces, pienso que hay que asumir los retos que nos plantean las pantallas con la esperanza de ser capaces de afrontarlos positivamente, a fin de convertirlos en elementos para el crecimiento de las personas, especialmente de las jóvenes generaciones.
Agradezco de modo especial a Leonardo Grajales su valiosa colaboración en la redacción de este libro.
Por: Jorge Yarce
[1]     aa. vv., La generación interactiva en Iberoamérica, Barcelona, Editorial Ariel y Fundación Telefónica, 2008, p. 169.
[2]     aa. vv., Europe Logs On, Microsoft, 2009, p. 7.
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