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En Colombia se vive la 'Falcaomanía'

La furia de Radamel Falcao García cuando está en una cancha contrasta con la paz interior y el bajo perfil que maneja afuera.

 El 'Tigre', apodo que se ganó durante su paso por Argentina, hace un curso acelerado de ídolo en Portugal, donde los hinchas de uno de los equipos más populares de ese país, el Porto, aún gozan gracias a él, al gol que le marcó al Arsenal de Inglaterra el miércoles y a la posibilidad de soñar de nuevo con el título de la Liga de Campeones, que ya ganaron en 1987 y 2004.
En Colombia también hay rastros de esa 'Falcaomanía', a pesar de que su país natal ha tenido muy pocas oportunidades de disfrutar de sus goles en vivo y en directo. Falcao, colombiano como el que más, es un hijo criado en el fútbol del exterior. 
Nacido en Santa Marta el 10 de febrero de 1986, Falcao llegó al mundo cuando su padre, Radamel, se especializaba en rechazar balones y aporrear canillas ajenas con la camiseta del Unión Magdalena, luego de ponerse las de Santa Fe y Junior y antes continuar su periplo por Bucaramanga, Medellín y el Unión Atlético Táchira de Venezuela.
Lo de Radamel padre no era marcar goles, pero siempre quiso que su hijo se destacara más que él. De ahí que le heredara, además de su pasión por el fútbol, su nombre, el cual combinó con Falcao, en homenaje al mediocampista brasileño que fue figura en el Mundial de España-82. Pero el Falcao colombiano quería estar más adelante y terminó como delantero. La genética, esta vez, no funcionó. Tampoco el sentimiento, porque salió hincha de Millonarios, un equipo en el que su padre nunca jugó.
Radamel fue el primer maestro de Falcao. "Yo veía jugar a mi papá en la defensa y me desesperaba. Quería que subiera e hiciera un gol", explicó cuando era integrante de la Selección Sub-17, en el 2001. "Mi papá me ha dado muchos consejos para ser el mejor en mi posición y ganarles a los defensas", agregó.
Falcao comenzó a destacarse en las selecciones de Bogotá, donde su familia se radicó cuando Radamel dejó definitivamente el fútbol. Llegó al club Fair Play, dirigido por el argentino Silvano Espíndola, quien luego sería hombre clave en su futuro, tanto profesional como espiritual. Espíndola logró que García se convirtiera en el jugador más joven en actuar en el fútbol profesional colombiano de la segunda división, cuando su equipo tomó la ficha de Lanceros Boyacá: el 28 de agosto de 1999, a los 13 años, seis meses y 18 días, saltó al campo para enfrentar al Deportivo Pereira. También lo llevó por el camino de Cristo, en su condición de predicador.
Ese mismo año viajó a Argentina, para probarse en las divisiones menores de Vélez Sársfield. No se quedó, pero desde pequeño ya sabía que su futuro no iba a estar en Colombia. Por eso, en el 2001, dejó todo de lado, hasta los consejos de su mamá, Constanza (quien le dijo que era preferible que primero terminara el bachillerato), para irse a River Plate.
Con banda nueva
En River, Falcao tuvo que acostumbrarse primero a la soledad, a estar lejos de su familia y a comenzar a pensar como un hombre grande. Vivía en el propio estadio Monumental, en la parte baja de un camarote que compartía con otro jugador. En el colegio del club terminó el bachillerato y luego entró a estudiar periodismo en la Universidad de Palermo.
Durante esa evolución, ese crecimiento de categoría hasta llegar al primer equipo, Falcao mantuvo la reserva como si se tratara del más grande secreto de estado. Por eso, muchos de sus compañeros se sorprendieron cuando vieron, algunos en la cancha y otros por televisión, que ese colombiano de 1,77 metros que compartía pupitre de lunes a viernes con ellos estaba ahí, celebrando dos goles para el equipo más veces campeón del fútbol argentino, en el clásico frente a Independiente.
Eso fue en el 2005, cuando el técnico de entonces, Reinaldo Merlo, le dio toda la confianza para jugar como profesional, después de haber debutado bajo la batuta de Leonardo Astrada, el 6 de marzo de 2005. La frase con la que lo recriminaron fue simple: "Pero como usted no había contado nada...". ¡Y eso que ya había salido campeón suramericano Sub-20 con la Selección Colombia!
El paso por River no fue fácil. Cuando ya comenzaba a consolidarse como titular, tras la salida de Merlo y la llegada de Daniel Passarella, una lesión de ligamento cruzado anterior y de menisco en la rodilla derecha lo sacó seis meses del fútbol. Y también del periodismo, porque decidió dejar los estudios para dedicarse de lleno, con mucha disciplina, a su recuperación.
"El instante en que sucedió la lesión fue insoportable, no me podía mover. Después pude enderezar la pierna y caminar, pero el dolor era muy fuerte", dijo entonces. Lo cierto es que ese 2006 se fue sin que pudiera regresar con todo a las canchas.
En el 2007 debutó con la Selección Colombia de mayores, en un partido frente a Uruguay en Cúcuta, pero el técnico Jorge Luis Pinto lo dejó afuera de la Copa América. También vivió un año terrible con River, que quedó eliminado en la primera fase de la Copa Libertadores por el Caracas de Venezuela, que llevaba tres años sin salir campeón y que, a pesar de una noche brillante suya, con tres goles para eliminar a Botafogo, quedó afuera de la Copa Suramericana en semifinales, apeado por el humilde Arsenal de Sarandí, a la postre campeón.
La revancha llegó en el Clausura 2008, el primer torneo del año, cuando logró su único titulo profesional con River, que cayó como paliativo para una tremenda crisis institucional y económica, que hizo que el club comenzara a vender a sus mejores jugadores. A Falcao todavía no le llegaba la hora de irse, por lo cual tuvo que soportar que, seis meses después del título número 33, River terminara, por primera vez en la historia, en el último lugar de la tabla de posiciones.
En medio de esa mezcla de sentimientos, Falcao encontró el amor. El 12 de diciembre de 2007 se casó con Lorelei Dahiana Tarón, una argentina que conoció en la iglesia cristiana a la que asistía en Buenos Aires. De ella se sabe poco más: como ya se dijo, Falcao, afuera de la cancha, es muy reservado...
Rumbo a Portugal
Después de recibir varias ofertas que terminaron en transferencias frustradas, como la del Deportivo de La Coruña, Werder Bremen y Fluminense, Porto puso sobre la mesa 4 millones de euros para llevarse a Falcao. Así, el sueño de Europa se hizo realidad.
"Quiero alcanzar la gloria, tanto en la Liga portuguesa, donde el equipo ha ganado los últimos cuatro campeonatos, como en la Liga de Campeones, torneo en el que deseaba participar desde niño", dijo.
Hoy, Porto no es el líder, pero Falcao está muy cerca de la gloria. Su gol de taco al Atlético de Madrid, en la fase de grupos, hizo que encontrara rápidamente un lugar en la mente del hincha. Con un tanto igual, convertido por el argelino Rabah Madjer, el Porto le ganó la final de la Copa de Europa al Bayern Munich, en 1987. ¿Buen presagio? A lo mejor sí, porque ya lleva 21 goles en partidos oficiales y su equipo está muy cerca de los cuartos de final de la Champions.
Falcao vive en un sector exclusivo de Oporto, junto a la playa, donde mantiene a rajatabla un límite a su intimidad. Es amable con la prensa y con los hinchas, que, cuando lo encuentran en la calle o en un centro comercial, siempre le piden fotos y autógrafos. Y ya no está tan solo como en Argentina, porque casi siempre sale con su mujer o pasa el tiempo con su compatriota Freddy Guarín.
Además, también asiste con regularidad a una iglesia cristiana para no perder el contacto con Dios.
"Falcao es una persona simpática, que sabe hablar. Tiene siempre un aire místico y una actitud que siempre da para imaginarse que está pensando algo inteligente", dice Carlos Pereira Santos, cronista del diario A Bola.
La 'Falcaomanía' está prendida. Y si el Porto sigue avanzando en la Liga de Campeones, las celebraciones llenas de emoción, la fuerza para encarar a los rivales y la contundencia frente a los porteros pueden ser cada vez más palpables. Como el contraste con el bajo perfil que mantiene apenas se quita los guayos.  
Jimmy Montes
José Orlando Ascencio
Redacción de EL TIEMPO
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