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Alejandra Borrero y Ernesto Calzadilla: un dúo colombovenezolano que triunfa en la pantalla

Ella colombiana y él venezolano, reflejan las dos partes de una tensa relación que según algunos apunta a conflicto.

Trabajar, pensar y dialogar es a lo que invitan los dos actores como propósito de año nuevo.
Alejandra estaba roja como un tomate y la risita nerviosa se iba contagiando entre los espectadores que no pestañeábamos. Ernesto, ex modelo y ex Mr. Venezuela, estaba a gusto con su desnudez: "Ni dentro ni fuera del escenario había visto a Alejandra así", diría el actor varias noches después durante la comida que sirvió como pretexto para conversar. "Y eso que la escena del streptease fue divertida y caliente -agrega ella refiriéndose a la novela 'Amor en custodia', que ambos protagonizan-; tanto que mi mamá me preguntó al verla en TV si no me daba pena. Pero no, no me da pena pues siempre trato de meterme de cabeza en el trabajo". Sí, tal vez sea cierto eso de que no se avergüenza, pero también es cierto que se necesitan unos minutos para acostumbrarse a estar desnudos bajo las sábanas y frente a un ejército que no se verá en las fotos pero que jamás desapareció.
Y también, tal vez, el divertido acoso de Ernesto, que trataba de bajar la tensión llenando de besos por todas partes a su compañera, fuera el motivo por el que los colores y el calor se le iban subiendo a Alejandra.
En una habitación del Hotel Victoria Regia, en el norte de Bogotá, frente a un equipo de productora, maquillador, fotógrafo, asistente y periodistas, la pareja aceptó rendir homenaje a John Lennon y Yoko Ono, quienes en 1969 hicieron una protesta simbólica contra la guerra.
"Las únicas guerras deben ser en la cama. Deberíamos 'pelearnos' pero a 'picos' y caricias", agrega Calzadilla, su apellido y como lo llaman aquí, aludiendo a las tensas relaciones entre Colombia y Venezuela.
En el 2002, cuando trabajaba como presentador del canal E! Entertainment, fue su primera visita a Bogotá.
"Y me enamoré de la ciudad y de Colombia, porque me recordaba a la Caracas en la que crecí, donde había buenas maneras, educación, ganas de servir y de enseñar".
Ernesto no se guarda lo que siente y el tono es triste: "Sí, es muy triste y es la cruda realidad y lo que nos merecemos pues es la consecuencia de tantos años de sinvergüenzura, corrupción y falta de educación".
Los silencios se toman el momento y mientras su mirada se pierde y Alejandra lo observa, retoma las frases: "En Venezuela estamos viviendo en un mal sueño del que parece que no vamos a despertar. Es difícil, pues allí nací, allí están mis amigos y mi familia".
Y lo peor, y en lo que ambos coinciden, es que la situación ha hecho que dos pueblos a los que hermanan tantas cosas ahora se miren con recelo. "Pero trabajar con Ernesto -apunta ella- ha sido descubrir una Venezuela diferente. El concepto que tenemos los colombianos, pese a lo que digamos, es que los venezolanos son chabacanes.
Y con Calzadilla he aprendido que en realidad nuestros vecinos son gente que siente y resiente lo que nos pasa".
Y esa es la propuesta de ambos para comenzar el año y para los tiempos que vienen, la de descubrir al otro en la cotidianidad, así como el oficio les ha permitido a ellos reconocerse.
"Claro -dice Alejandra-, es mirar al hermano que nos demuestra que los pueblos nunca se van a pelear, porque tenemos los mismos conflictos y las mismas angustias; ellos, de pronto un poco más asustados, pero sin deseos de agredirnos porque estamos cansados de la violencia y del dolor".
Una conversación distinta y profunda, esa es justamente la que se debe tener con artistas como ellos. Y es que bien, de entrada, se pudiera pensar que con su hoja de vida, el actor fuera un personaje frívolo: "Eso es parte de los prejuicios y suposiciones. Soy todo eso (bonito, ex modelo, ex Mr...) y lo que viene de fábrica se lo agradezco a mis padres. También soy la fachada, y además de alguna manera tenía que comenzar en esta carrera. Pero antes también fui el estudiante de acuicultura, y ahora soy el director (hizo ya un cortometraje) y el escritor (creó y actúa el Stand up Comedy 'De cúbito dorsal')".
Es distinto a muchos que creen que la belleza es todo y pare de contar, pero tampoco se avergüenza de sus frivolidades: "Me arrepiento de pocas cosas en mi vida y de eso jamás. Todo es parte de mí".
Como el ridículo de, en un concurso, cantar 'I will survive' vestido de Power Ranger: "Menos mal que lo viví a los 24 años".
Y Aleja complementa: "Hacer el ridículo también es muy importante, porque si un actor no puede reírse de sí mismo, no es actor".
Ella construye las palabras con cuidado, habla como una mujer de su edad, de más de 40, que se toma el oficio y a ella misma en serio, a pesar de los ridículos que tanto ama y de que se permite juegos insólitos como el de estas fotos.
Y es de las pocas en este país donde generalmente no escriben historias para gente madura, que lleva dos novelas seguidas como estelar: "Es una bendición pues soy actriz y siempre voy a hacer personajes, sin importar si es el protagónico o uno de reparto. Sin embargo, no puedo negar que me elevó el ego que me llamaran a protagonizar, pues este tipo de personajes -por la exposición continua que tienen durante la producción- dan la posibilidad de crecer y hacerlo de muchas maneras.
Hace 20 años me veía divina y ahora no hago sino criticarme pues me siento fea, por eso ha sido un placer reconocerme otra vez como una mujer deseada. Eso se me había olvidado".
La charla, en la terraza de un restaurante del norte de Bogotá, es salpicada una y otra vez por los halagos de Ernesto, que apabulla a Alejandra en todo momento (en la calle, en grabación, en sus conversaciones) con calificativos como "diosa, cosita y belleza". Cualquiera pensaría que esa química va más allá de lo laboral. Pero no, al menos por ahora.
El amor y la paz, el motivo por el que ambos aceptaron este juego erótico que nuestros lectores disfrutan, es un acto político sin duda, tan fuerte como las declaraciones de Alejandra: "No estoy de acuerdo con la reelección. No podemos seguir viviendo en guerra. Es una grosería que haya más presupuesto en Colombia para los militares que para la cultura y la educación".
Y Calzadilla tampoco se guarda: "No estoy de acuerdo con la administración de este señor (Hugo Chávez), ese no es el camino".
¿Y cuál es?... "Hace poco estuve en Barranquilla -cuenta Ernesto- y me sentí como en Margarita, hablando igual pero con variaciones en el acento. Y eso es lo que somos: un mismo pueblo separado por un río".
"Y que las cosas funcionen depende de la buena voluntad de ambas partes, como en un negocio -agrega ella-. Creo que todo se puede solucionar trabajando, hablando, pensando. Lo único que no se puede pensar es en la guerra".
Por Diego León Giraldo S. / Fotografía: Felipe Eljach
Producción: Chiqui Luna Morera 
Fotografía: Felipe Eljach / Asistente de fotografía: Harold Martínez / Retoque digital: Carlos Agudelo / Vestuario: Clonhadas, centro comercial El Retiro, en Bogotá, local 1-102, Tel. 347 6423 / Maquillaje y peinado: Gio Torres, para Melgarejostudio.com, Tel. 347 2157 / Agradecimiento especial: Hotel Sofitel Bogotá Victoria Regia, Cra. 13 # 85-80, Tel. 621 2666.
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