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Dibujos animados siguen en la línea provocadora

Las cadenas de televisión internacionales no pierden atención a los guiones y trazos que sobrepasan la línea del entretenimiento juvenil y llegan al punto de la crítica mordaz.

 Los Simpson y South Park no son las únicas referencias de series animadas con un contenido provocador. El ejemplo más reciente es Sit Down, Shut Up (siéntate, cállate), que trata acerca de la vida de un grupo de profesores más interesados en sus propios dilemas que en la educación de sus alumnos.
La idea es mostrar el lado humano y a veces disfuncional de quienes tienen las responsabilidad de enseñar.
Sin embargo, no es una idea original, pues fue tomada de una producción australiana homónima, filmada con actores reales entre el 2001 y 2008. En su versión estadounidense (que se estrena en abril de este año), cuenta con las voces de Jason Bateman, Henry Winkler, Will Arnett y Mitch Hurwitz, quienes ya habían trabajado juntos en la comedia Arrested Development.
Sus creadores prometen tensión, confusión e irresponsabilidad en el reflejo de las vidas de los maestros. Hasta ahora, la cadena Fox ha dado todo el apoyo al proyecto, a pesar de que se burla del sistema educativo estadounidense.
Pero en perspectiva, el juego de Sit Down parece blando frente a otras propuestas que han aparecido en el espectro televisivo. Tal es el caso de La casa de los dibujos (que transmite MTv), junto con Padre de familia y American Dad, que se ven por FX.
El primero es una historia fuerte que se burla de los realities, al contar la rutina de un grupo de personajes que hacen una referencia burlesca de héroes como Supermán, protagonistas de videojuegos como La leyenda Zelda y hasta referencias sarcásticas a estrellas como Pikachú (de Pokemón).
Lo impresionante del programa es que toca temas tan sensibles como el racismo o la promiscuidad y se burla de la condición homosexual, de la fama y de todo lo considerado correcto en la sociedad estadounidense, sin nada de vergüenza.
La casa de los dibujos hace palidecer a los chistes venenosos de Padre de familia acerca de las estrellas de Hollywood o la caricatura socio-política que se ve en American Dad.
También sobrepasa el riesgo de Lil' Bush (Pequeño Bush), un dibujo animado que recrea la vida del ahora ex presidente de Estados Unidos, George Bush,  como un niño poderoso que juega a la guerra con un gabinete que está en el kinder y lucha contra otros compañeros demócratas.
Ese espacio fue desarrollado por Donick Cary, uno de los creadores de Los Simpson, como una parodia matizada pero crítica de la política interna y externa que promovió Bush, que no pasa de ser un chiste blando, dados los riesgos que ha asumido La casa de los dibujos y el mensaje que promete Sit Down, Shut Up.
El ejemplo latino
En ese universo animado también hay ejemplos cercanos como el de Nada que ver, un programa que se hizo famoso en el 2007 por burlarse de personajes de la farándula y la política latinoamericana. Escrito en Venezuela y animado en Argentina, el programa no tenía ninguna vergüenza para burlarse del Che Guevara, emparentarlo con la princesa Diana y hacer chistes con la presidente de Chile, Michelle Bachelet.
Precisamente en un episodio se burlaron de la vida sexual de Bachelet, lo que los llevó a una salida temporal del aire del canal Sony. Luego vino una segunda temporada no menos arriesgada en la que revivieron personajes como el Chupacabras (que se burla de los realities musicales) o Coffe Time, que hizo lo mismo con los Talk Shows. Para sus realizadores, la idea de este tipo de programas no busca ofender, sino dar una mirada jocosa y crítica del medio.      
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