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Los taxis, símbolos de historia, cultura y sociedad, fueron protagonistas en el Salón de París

En cada ciudad, los taxis son una de sus principales señas, bien sea por el tipo de carro, color, marca y organización. Y el taxista es el primer indicador social y económico para los turistas.

Redacción El Tiempodiciembre 9 de 2008, 12:00 A.M.

En Colombia la primera flota oficial se hizo en 1929, pero en el mundo el taxi tiene una larga historia que se evocó en una exposición dentro del Salón de París.

Taxi y hotel son probablemente las palabras más universales del mundo y, además, conexas. No tienen idioma ni necesitan traducción. Pero más allá del servicio que presta, el taxi es también un punto de debate social y de información invaluable.

Cientos de crónicas, análisis y pronósticos que se hacen o escriben nacen en la conversación del taxista y su pasajero. Basta con la charla obligada del aeropuerto al hotel para medirle la temperatura a un país o una ciudad. Claro, hay que sumar y dividir porque son análisis crudos, rústicos y apasionados que no siempre llegan a las conclusiones correctas pero son un reflejo del agite social, político o económico del momento y usualmente visto con ojos simples y escrutadores del día a día.

Más allá de ese foro ambulante, el taxi es también el símbolo de las ciudades. Por su tipología, por el color, por la forma de operación, el taxi es un símbolo, como en algunos casos lo son también los buses que hasta se vuelven elementos para hacer souvenirs, como puede pasar con las réplicas de los vehículos del transporte público de Londres, uno de los más caracterizados del mundo. Aunque, como veremos, los hay mucho más exóticos y originales.

Durante el pasado Mundial del Automóvil en París, al lado de las rutilantes exhibiciones de todos los últimos modelos de hoy y los de mañana, se hizo una interesante exposición conceptual llamada `Taxis del mundo`. Con una escenografía acorde con las ciudades y sus momentos, los más curiosos e interesantes exponentes de los taxis más característicos del mundo tuvieron su muestra.

Siempre en el Salón de París hay un pabellón conceptual en el cual se exponen diferentes vehículos, que bien pueden ser los autos de las películas de James Bond, patrullas de policía, máquinas de bomberos y muchas otras especialidades vistas y por ver.

Cada taxi de los expuestos representó un momento de la vida de una ciudad, el de una marca de automóviles, el de una solución de transporte. Los hay de alto lujo como las limusinas de Mercedes Benz, de alto rendimiento como los Peugeot que se hicieron para una película llamada precisamente Taxi, elementos rústicos como los de Tailandia, clásicos como los Jeep alargados de Manila o históricos como los Renault que transportaron a las tropas francesas para la batalla de La Marne, en las afueras de París, gracias a lo cual detuvieron la invasión alemana de 1914.

Si bien esa exposición trataba de mostrar los hitos más conocidos e impactantes del taxi en el mundo, siempre será incompleta pues en cada esquina de la vida del taxi hay una pequeña o gran historia escondida. Entre ellas, la colombiana y algunos puntos de alto interés que se dieron en el pasado.

Por ejemplo, la historia cita que la aparición de los primeros taxis en Bogotá fue totalmente accidental y fruto de una terrible crisis económica que sobrevino en 1930. Cuatro años antes, es decir, en 1926, se dio una tremenda sequía en el río Magdalena que impidió la navegación por lo cual el puerto de Barranquilla comenzó a acumular mercancías. De estas se quedaron bloqueados los pedidos de seis meses que había hecho la firma Praco (sí, señores, la misma de hoy), que en ese entonces era la representante de la Ford para Colombia y ofrecía el famoso Modelo T, conocido como `Tres patadas`. Cuando finalmente los `subieron` a la capital, la situación económica era terrible y las 120 unidades no encontraron compradores. Antonio María Pradilla, fundador de Praco decidió entonces crear una flota de taxis para buscar alguna rentabilidad de los inventarios. Los primeros 20 fueron puestos en servicio causando sensación en la ciudad que en cuatro meses absorbió los 120 Ford.

Buen observador de los negocios, Pradilla comprendió bien pronto que todos esos repuestos que tenía en su almacén, que se encontraba en la Plazoleta del Rosario, no se iban a vender. Entonces con todas las partes fabricó las zorras Pitt que reemplazaron de alguna manera a los carros de tracción animal y ruedas de hierro que rompían todas las calles, mal del cual tampoco nos hemos curado plenamente.

En plena crisis Pradilla cedió la representación de Ford pero se quedó con la de los camiones Mack que tenía desde 1923 y hoy Praco es el concesionario de esa marca más antiguo del mundo y conserva el primer camión que trajeron al país en perfecto estado de funcionamiento. Como dato curioso, la transmisión es por cadenas y las ruedas son macizas, pero de caucho.

La historia cita como uno de los hitos del taxi colombiano en aquel entonces el viaje expreso que hizo un vehículo de los Taxis Rojos, en julio de 1934, para llevar al señor Alexander Grobe y a su esposa desde Bogotá hasta Caracas, en un viaje `de placer`. Aún hoy, ese viaje puede ser la carrera más larga de la historia del taxi colombiano, salvo datos de otras fuentes que son bienvenidos.

Siempre en nuestras calles el servicio público de automóviles estuvo a cargo de los grandes autos americanos, que debían someterse a la criminal cirugía de la broca y la soldadura para acomodar los taxímetros mecánicos Halda y de otras marcas que pesaban una cantidad. O también para que les perforaran la palabra taxi en el tablero a fin de que no se destinaran a otros usos.

De mi memoria relativamente reciente, recuerdo la invasión de carros de servicio público que hubo en 1961. Llegaron Ford, Plymouth, Rambler, Dodge, Chevrolet y otros de marcas en boga en Estados Unidos y que en su momento eran toda una novedad pues el gobierno tenía totalmente cerradas las importaciones de autos particulares por lo cual se estrenaba carro montando en esos enormes y antieconómicos taxis.

Bien pronto, la supuesta indestructibilidad de esos carros americanos quedó bastante minada aunque sus años de gloria siguieron debido a que se trajeron a la plaza cantidades de taxis de marcas muy extrañas y de baja calidad, que en algunos casos fueron una pesadilla para sus dueños. Recuerdo los Warsawa polacos que eran un viejo Peugeot 403, las camionetas Skoda de solo tres puertas, los microbuses Volkswagen y luego los Auto Unión españoles con motores de dos tiempos, antes de toda la familia Polsky y Zastava.

Finalmente, al establecerse el ensamble nacional, el Dodge Dart, que era el taxi del momento comenzó a ceder posiciones hasta desaparecer a manos de los R6 y especialmente, el Chevette que fue nominado como el `carro del siglo` por sus inefables servicios bajo la ropa amarilla que le dio una enorme popularidad y larga vida en las calles.

Pero el Chevette también se tuvo que hacer a un lado y a pesar de una tercera invasión, esta más pequeña y poco exitosa de carros de la antigua Europa Oriental, Colombia tomó la ruta lógica de los taxis pequeños y ahí los coreanos se hicieron al control de nuestras calles donde hoy pululan y crecen en número todos los días, aunque supuestamente las matrículas están cerradas.

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Redacción El Tiempodiciembre 9 de 2008, 12:00 A.M.