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Camilo Pérez relata en su libro la histora no contada de Ibagué

A lo largo de su vida este escritor y periodista se ha dedicado con devoción detectivesca a recoger la memoria de esta ciudad a través de sus personajes y hechos más singulares.

Redacción El Tiempo
Camilo Pérez Salamanca es ante todo un ibaguereño. Aunque su nacimiento en 1948 se produjo en la vereda China Alta, zona rural de la capital tolimense, desde muy temprano tuvo que abandonar con su madre y sus hermanos la pequeña tierra en razón a la violencia bipartidista de los años cincuenta.
Pérez Salamanca recuerda la tarde en que llegaron a lo que para entonces era el corregimiento de El Salado. "Para los que llegabamos a Ibagué desplazados, aunque en ese tiempo no se llamaban así sino exiliados por la violencia, el párroco de la iglesia de El Salado fue una bendición, él nos recibió y ayudó los primeros días".
Después, Pérez Salamanca iría con su familia a la finca de sus abuelos maternos, ubicada arriba del que para ese momento era el naciente barrio Santa Bárbara, casas de una planta con inmensos solares hoy imposibles de ver en la ciudad.
De aquellos años recuerda sin ningún atisbo de tristeza en su mirada, las inmensas dificultades que atravesaba su familia y el esfuerzo con que su madre se entregó día y noche para darle a él y sus hermanos la educación que años más tarde le permitiría enamorarse de la literatura y el periodismo.
Así, Pérez Salamanca terminó su educación básica primaria en la escuela Diego Falan y su bachillerato en el Instituto Ibagué durante las noches. En el día, 'El Gran Camilito' como le dicen sus amigos más cercanos, trabajaba como mensajero y agente vendedor para llevar el pan de cada día a su casa.
A finales del año 1968 se vincula a un movimiento de carácter jesuita denominado la Juventud Trabajadora Colombiana. Allí conocería a Alberto Bejarano, Orlando Gallardo y Alberto Rojas, entre otros jóvenes que después se destacarían en la vida regional.
Estando en este movimiento, donde se hacían algunas lecturas seudo católicas a las que se sumaban, casi como era de rigor para la época, lecturas acerca del materialismo histórico, el vicio de la lectura ya lo había 'mordido'.
Entrada la década del setenta un descubrimiento cambiaría su vida. Las crónicas de José Trigo, seudónimo del periodista Germán Santamaría, que para entonces escribía una sección titulada Informes ciegos en el diario El Cronista, sembró la semilla del oficio que se convertiría en pasión: el periodismo.
Su primera nota en el cronista se titulo 'El día que se desbordó el río Sanrumaldo'. En adelante vendrían más crónicas y posteriormente su vinculo, a través del escritor y maestro universitario Libardo Vargas Celemín, con el grupo de Ediciones Pijao, que agrupaba a varios de los escritores e intelectuales más importantes de la región. De aquella época es su participación activa en el movimiento sindical, especialmente en el Comando Municipal de Paro del Magisterio (Ciste) que en 1977 fue la resistencia al estatuto docente del gobierno de Turbay Ayala.
En 1980 viene la publicación de su primer libro, Una canción sin ternura, Reportaje a la Universidad (1996) El país de Pedro Bronco, novela (1997) un año después Breviario del periodismo tolimense, en el 2004 el libro de cuentos El rostro de Afrodita y el más reciente Inquilinos del novecientos.
Hoy, Pérez Salamanca se pasea por las más de siete mil páginas de sus álbumes de recortes y fotografías, que encierran las mil y una historias del Ibagué de antes con la ayuda de su esposa, quien se ha convertido en sus ojos físicos, porque los ojos del alma del Gran Camilito siguen mirando con profundidad a la ciudad que tanto ama. 
Pérez Salamanca espera completar la colección con Los exiliados no izan las banderas, y con textos que lo aproximen a los años noventa y finalmente a la primer década del siglo XXI.
El material bibliográfico que tiene el escritor Camilo Pérez Salamanca sobrepasa los 20 mil documentos.
Redacción El Tiempo
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