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Un francotirador acabó con el gran capo de 'los Úsuga'

Muerte de 'Guagua', jefe militar, es el golpe más fuerte a la 'bacrim' más poderosa del país.

JUSTICIA
En una quirúrgica operación de inteligencia, la Policía logró llegar hasta una humilde casa campesina, ubicada en plena selva del Chocó, en la que se refugiaba uno de los narcotraficantes más buscados del país: Jairo de Jesús Durango, alias Guagua, el jefe militar del ‘clan Úsuga’.
Un francotirador, con un solo disparo, terminó con la vida de ‘Guagua’, por quien se ofrecían 500 millones de pesos de recompensa y quien estaba solicitado en extradición por Estados Unidos. El hombre, que tenía un historial criminal de más de 25 años, era conocido en el mundo del narcotráfico como el nuevo capo del Pacífico, pues a sangre y fuego se apoderó en los últimos años de rutas y puertos de embarque de droga en esa región.
Una fuente de la Policía le aseguró a EL TIEMPO que la organización de ‘Guagua’ sacaba al mes entre 8 y 10 toneladas de clorhidrato de cocaína hacia Centroamérica en lanchas tipo go fast.
La muerte de Durango es el golpe más contundente contra el clan Úsuga en los últimos años. Se produce en medio de la operación Agamenón, que se mantiene desde el 2015 y que busca la caída de Dairo Antonio Úsuga David, ‘Otoniel’, máximo capo de la banda criminal. ‘Guagua’ era uno de los cinco hombres más poderosos del grupo.
En noviembre del año pasado, con el apoyo de la Fuerza Aérea, se había realizado un bombardeo contra Durango en el sur del Chocó que dejó como resultado la muerte de dos de sus lugartenientes. Desde ese momento se decidió cambiar la estrategia y privilegiar las labores de inteligencia, que tenían como gran obstáculo que el capo, que fue paramilitar del ‘Bloque Mineros’ de las Auc, no volvió a utilizar celulares.
Para evitar ser detectado empleaba correos humanos, colonos de la región a quienes les pagaba muy bien por las extensas correrías que debían realizar para llevar mensajes a sus socios, recoger armas, llevar alimentos y hasta contactar en Medellín a las jóvenes mujeres que invitaba a pasar los fines de semana en grandes fiestas en las que él era el protagonista.
A sus 43 años, ‘Guagua’ era considerado como uno de los grandes generadores de violencia en el noroccidente. Las autoridades dicen que venía librando una guerra territorial con el Eln en zonas del Alto y Bajo Baudó y el Atrato, situación que ha generado el desplazamiento de centenares de familias afrodescendientes e indígenas.
Buenaventura en la mira
La Policía dice que Durango pretendía controlar el movimiento de droga en el puerto de Buenaventura, a donde había enviado a 20 de sus lugartenientes para una violenta ‘colonización de la mafia’.
Todas estas actividades ilegales habían convertido a ‘Guagua’ en un objetivo de alto valor para la Policía. Por ello, desde hace dos noches partió desde una base de operaciones secreta en Antioquia un grupo élite de no más de 10 hombres altamente entrenados. Los llevaron en helicóptero hasta un punto no precisado, para que por tierra llegaran hasta el refugio de Jairo de Jesús Durango. El lugar estaba en la vereda Guadualito, corregimiento de Bocas de Pepe, jurisdicción del municipio de Medio Baudó. Hasta allí llegaron los comandos de la Policía, que se mimetizaron en el área para ingresar a la vivienda en la madrugada. Previamente, habían logrado romper el anillo de seguridad del capo, que estaba a dos kilómetros del sitio.
El trabajo de inteligencia les había permitido establecer que el narcotraficante estaba en compañía de su esposa y un hijo. Además, con ocho hombres de su confianza. Pero no contaban con tres perros criollos que merodeaban la casa y que los detectaron, lo que obligó a que la operación se adelantara.
Durango, al notar la presencia de los comandos, ordenó abrir fuego, pero ya era tarde para él, pues estaba en la mira del francotirador. En el lugar perdió la vida otro de sus hombres de confianza. Su identidad aún no ha sido establecida porque el mal clima no ha permitido sacar el cuerpo del lugar.
Al ingresar a la casa los policías se encontraron con abundante comida, trago extranjero, una cama de lujo, nevera, lavadora y otros enseres que en la zona son poco usuales.
Al cierre de esta edición, los familiares de Durango buscaban contacto con organismos humanitarios para entregar el cadáver a cambio de que se faciliten las condiciones para que sea enterrado por sus allegados.
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