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Archivo

Los archivos de Fabiola Lalinde que lograron reconocimiento de Unesco

Documentos que Lalinde reunió en 30 años sobre la desaparición de su hijo son memoria del mundo.

El 14 de abril de 1992, siete años después de que Fabiola Lalinde iniciara una titánica lucha para encontrar a su hijo desaparecido, batalla que ella bautizó como la 'Operación Sirirí', un juez penal militar ordenó la exhumación de los restos de un cuerpo no identificado al que llamaban ‘Jacinto’.
Fue en la vereda Ventanas del municipio de Riosucio, en Caldas, en donde reposaban los restos del NN. Hasta esas montañas llegó doña Fabiola con peritos forenses, en donde encontraron cerca a la raiz de un árbol el cuerpo de ‘Jacinto’, al que tras varias exhumaciones se le devolvió su verdadera identidad.
Era el hijo de Fabiola, Luis Fernando Lalinde, el joven militante de las juventudes comunistas en Antioquia, desaparecido desde 1984 por miembros del Ejército, que se convirtió en una de las primeras víctimas de desaparición forzada reconocidas en Colombia.
Aunque en esa ocasión se recuperaron parte de los huesos y la ropa, las autoridades insistían en que se trataba de un NN pues la prueba genética que se le practicó no fue aceptada por el juez militar y los restos permanecieron cinco años más guardados en una caja de una Brigada en Armenia. 
Solo hasta 1996, cuando se corroboró plenamente la identificación, a doña Fabiola le entregaron el cráneo y los 76 huesos que se rescataron de su hijo. Entonces su 'Operación Sirirí', bautizada en honor a ese pájaro de panza amarilla que defiende con tanta firmeza a sus crías de los depredadores, se convirtó en ejemplo para todas las madres de víctimas de la violencia en Colombia.
Entre los elementos que le permitieron a Fabiola identificar a Luis Fernando, y que se hallaron enterrados en diferentes puntos de un cerro, estaba la ropa del muchacho, prendas que, tantos años después, ella reconoció.
En esos 12 años en los que Fabiola recorrió los despachos de las principales autoridades del país, en los que visitó las veredas en las que le indicaban que habían visto al muchacho por última vez, la valiente madre reunió toda clase de documentos, fotos, pruebas para conocer la verdad sobre lo que había sucedido.
Por 30 años Fabiola Lalinde guardó fotos, mapas y documentos sobre el caso de su hijo desaparecidos. Foto: Diego Santacruz / EL TIEMPO
Con esas pesquisas y pruebas la misma Fabiola logró que condenaran al Estado, fallo en el que la justicia reconoció  que el Ejército había desaparecido a su hijo Luis Fernando, militante de la Juco, el 2 de octubre de 1984 cuando fue a auxiliar a los heridos de un enfrentamiento entre el Ejército y el Eln.
Esos archivos personales que Fabiola ha reunido en los últimos 30 años y que donó al Centro de Memoria Histórica  acaban de ser incluidos por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el Registro Regional del Programa Memoria del Mundo. 
En el archivo hay fotografías, recortes de periódicos, cartas inéditas, audios, mapas de la posible ubicación del cuerpo de su hijo y datos de la exhumación, documentos que pesan 25 kilos.
Incluso, hay un mapa que doña Fabiola trazó reuniendo los testimonios de personas que le indicaban dónde podía estar el cuerpo del joven, dibujo que también fue tenido en cuenta como prueba en todo el proceso.
Foto: Diego Santacruz / EL TIEMPO
En el 2014 la Unesco también otorgó este reconocimiento al libro escrito por los habitantes de Trujillo, “Tiberio vive hoy: testimonios de la vida de un mártir”, que relatan la vida del padre Tiberio asesinado en la violenta masacre en esa región.
El Centro de Memoria Histórica conformó el año pasado el Archivo de Derechos Humanos de Colombia. Uno de los primeros en llegar al Centro fue el de doña Fabiola Lalinde.         Foto: Diego Santacruz / EL TIEMPO
Milena Sarralde Duque.
@MSarralde
JUSTICIA
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