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Sala Sentidos en Medellín, donde arte y erotismo se unen

Es un espacio que estimula los sentidos mediante la sexualidad.

ALEJANDRO MERCADO
 “¿¡Dime qué le dijiste a mi padre Fedra!? ¿Cuéntame en detalle cómo le narraste la manera en la que aquel desconocido te violó?”, pregunta Hipólito, tratando de arrancarle la verdad a su madrastra, como ya lo hizo con su ropa. Están desnudos.
De espaldas, la agarra fuerte del cuello. Justo en ese umbral en el que la excitación limita con el dolor. Y allí mismo la penetra. Ante los ojos ávidos de 70 personas que observan en silencio aquella magistral puesta en escena de la tragedia griega llamada Fedra.
La actriz permanece desnuda en el suelo de la Sala Sentidos donde se lleva a cabo la obra mientras en medio de gemidos de excitación trata de mantener el diálogo del libreto. Por momentos, cuando la lujuria vence la razón, su lengua recorre el piso de madera casi al ritmo que la lengua de su compañero le dibuja siluetas en el cuello.
“Más duro”, jadea en un susurro que hace parte del diálogo. Él, obediente, hace caso. Impregna más ritmo a su movimiento sexual mientras sigue citando las líneas del guión de manera profesional y elocuente.
Los diálogos son impecables, la escenografía preparada por el grupo Divina Obscenidad es magistral, logrando que el público responda a la química sexual que emana de la obra. Excitándose, llevando al extremo el erotismo para derribar, en muchas ocasiones, la barrera del pudor. “Uno de aquí sale es directo para un motel”, dice uno de los asistentes, casi con pena.
Otros, que ya han asistido a teatros eróticos, parecen en su propio mundo y no necesitan irse a un motel para expresar su deseo.
Allí mismo, en los rincones de esa sala oscura con telones negros y luces rojizas se pueden observar yines abiertos, manos al interior de un escote, cabelleras que suben y bajan al ritmo de una respiración agitada. Todo se vale en la Sala Sentidos, lugar que se convirtió en el refugio donde el arte y la sexualidad van de la mano…y de otras partes del cuerpo.
Ubicado en la avenida 80, a pocas cuadras de la estación Floresta del metro, el lugar parece una simple tienda erótica.
Y lo es. Por lo menos en el primer piso. Al subir las escaleras, el color blanco del local desaparece para fundirse en un negro mezclado con rojo y dorado estilo burlesque.
Los penes, que abajo son de goma, arriba cobran movimiento en los videos o galerías eróticas en los que aquellos más atrevidos utilizan para darle rienda suelta a su pasión.
Y los aceites calientes, en el segundo piso se cambian por cervezas frías en el bar dispuesto por Sala Sentidos, logrando un espacio que con arte, tumba prejuicios, tabúes y estigmas que hay en torno al sexo.
Fue inaugurado el pasado 15 de agosto por la tienda erótica Sexo Sentido, líder a nivel nacional en su segmento. El censo hecho desde que abrieron sobrepasa las 800 personas, según Daniel Felipe Tapias, director de Sala Sentidos.
“El lugar se creó con el fin de que las personas sientan una experiencia diferente, que entiendan que erotismo no es solo ‘mete y saca’ sino que hay un interés de estimular la vista, el tacto, el olfato”, dice Tapias
En alianza con el reconocido colectivo erótico Divina Obscenidad, sala sentidos es el espacio del erotismo por excelencia en el país. Según sus funcionarios es el único que ofrece programación de lunes a sábado.
“Los martes son Bondage (cuerdas); miércoles ciclos de cine erótico; jueves talleres de escritura erótica con énfasis en improvisación teatral; y viernes y sábado, obras y funciones de teatro erótico”, dice Tapias.
Para Antonio Úsuga, director de Divina Obscenidad, en otras obras de teatro erótico no se ve un erotismo real o algo pornográfico. Eso hace a Sala Sentidos única. “Hay que mantener una línea entre el erotismo y el arte, y tener unas bases definidas para poder mostrarlo”, explica.
Y la fórmula parece dar resultado. Adentro los sentidos se estimulan más allá de la desnudez. Los asistentes se ven estimulados desde la proximidad. “Sea cual sea la obra, la persona va a ser parte de la escena, ya sea porque le toquen un brazo, lo miren constantemente o incluso, le hablen a una persona del público. Envuelven a la persona de una manera impresionante”, explica Tapias.
Añade que antes de cada función se dan charlas de interés sexual, tales como cosméticos eróticos, sexo anal, fetiches y otras virtudes del sexo, y placer vs dolor.
Los tópicos son tan variados como los gustos. A la sala asisten comunidades sexuales como la Lgtbi que, según Tapias, asciende a 5 millones en el país; también los Poliamor, Bdsm (Bondage, dominación, sumisión y masoquismo) que pueden llegar a 20.000 personas. Y también los Swinger (intercambio de parejas), que han tenido mucha acogida según el funcionario.
Asegura que no han tenido casos de discriminación. “El público es muy intelectual y de mente abierta, no pueden estar de acuerdo con alguna forma de pensar pero pueden estar en el mismo espacio sin que pase nada”, explica.
ALEJANDRO MERCADO
Redactor de EL TIEMPO
Medellín.
ALEJANDRO MERCADO
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