¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

La señora de la casa de la música y la tradición

Petrona Martínez fue galardonada con el premio Vida y Obra 2015 del Ministerio de Cultura.

Sagradamente, hace siesta después del almuerzo. Se acuesta en su casa de Arjona (Bolívar), o donde esté, y descansa.
Es la señora de una casa donde hay música, tradición y una dinastía conformada, pues Petrona Martínez, cantadora, tiene hijas y nietas que la siguen en el canto, e hijos y nietos que son tamboreros y músicos.
Esta matrona de 76 años ha llevado su canto de bullerengue por varios lugares del mundo y lo ha hecho con alegría.
Y con esa misma alegría, que es contagiosa, recibió la designación que le hizo el Ministerio de Cultura recientemente, con el galardón Vida y Obra 2015, por su conservación de las tradiciones y las músicas de la costa norte colombiana.
“Estoy muy contenta, es un orgullo. Yo, realmente, lo que hago es cantarle a la gente, y a la gente le gusta”, dice desde su casa.
Al fondo se oyen las voces de los hijos y la bulla de los nietos. Por estos días, no hay conciertos a la vista, pero en una de sus más recientes presentaciones en Bogotá estuvo acompañada de Totó la Momposina. Fue un espectáculo en el que se encontraron dos damas de la tradición y de la música.
Martínez, desde lo más tradicional; Totó, desde sus fusiones y recorridos por el mundo, desde el saber que le abrió el camino a Petrona y a muchos representantes más de la música tradicional colombiana.
La cantadora Petrona viaja siempre con su grupo, conformado por sus hijos. “Van, de las hembras, Joselina ‘la Niña’ Llerena y Nilva Rosa”, afirma, y cada una cumple una función.
“Empezaron cantando conmigo, me hacían los coros y fueron aprendiendo. Luego ya entraron al espectáculo. ‘La Niña’ canta una o dos canciones y Nilva Rosa baila la cumbia y canta también. Son un complemento”, dice.
Nacida en San Juan Nepomuceno (Bolívar), es bisnieta, nieta y sobrina de cantadoras: Carmen Silva, Orfelina Martínez y Tomasita Martínez, respectivamente.
Ellas hacían sus cantos en sus tierras y para grupos pequeños. A Petrona le tocó el mundo al que le gustan los sonidos étnicos.
Es una dinastía larga que Petrona Martínez defiende. Incluso, su hijo Álvaro Enrique “ya llevó mis cantos a otras tierras, vive en España”, cuenta.
Mientras tanto, en la casa de Arjona, “los nietos van estudiando los tambores. No son todos, pero sí algunos (los) que quieren aprender música”, afirma.
En esa misma casa están los vestidos que se ponen ella y la gente de su grupo, y las flores de tela que las mujeres llevan en sus cabezas. “Tengo de muchos colores, amarillas, azules, rojas... Y mis vestidos de canto, la falda ancha y larga, muy sencillos, a mí no me gusta el complique ni el embeleco”, sigue, hablando despacio. En el escenario, todo el grupo de Petrona está descalzo.
Sus canciones, entre las que se cuentan Rama de tamarindo, El gavilán negro, Sendero indio, Cangrejito, Mi mamá ábreme la puerta, La iguana y La vida vale la pena, también tienen una gran sencillez.
Están basadas en el trabajo del campo y de la casa, labores en las que Petrona Martínez es experta y que han nacido de la cotidianidad de una vida de campesina que llena a la cantadora de orgullo.
“De hecho, yo siempre hablo de la primera que hice: El niño puerco, con la historia de dos marranitos que tenía en mi tierra, Niño y Niña”, continúa.
Dice además que, aunque la labor del cantador es para hombres y mujeres, “nosotras nos les pasamos a ellos y yo creo que tenemos mucha más gracia que los hombres”.
Y es fiel seguidora de los tambores. “Yo, por ejemplo, estoy como distraída, como elevada, y alguien en la casa toca el tambor, y de inmediato me dan ganas de pararme y cantar. Es que si la Humanidad oyera más el tambor y le prestara más atención al canto, la vida fuera distinta, fuera mejor”, dice la señora de la casa de la tradición. La misma que sembró una gran semilla en su familia.
OLGA LUCÍA MARTÍNEZ ANTE
Cultura y Entretenimiento
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO