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Editorial: Los maestros, al tablero

El que casi 8 millones de niños estén hoy sin clases escolares es triste y preocupante.

EDITORIAL
El que casi 8 millones de niños estén hoy sin clases escolares es triste y preocupante. Se da este delicado panorama porque los maestros afiliados a la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) resolvieron entrar en paro indefinido el pasado miércoles, alegando que el Gobierno no les ha satisfecho el pliego de peticiones presentado a finales de febrero pasado.
Ellos, junto con sus exigencias, defienden también el derecho a la protesta, a la huelga y a la movilización. Pero, lamentablemente, parece que se les olvidara pensar en los alumnos y en el sagrado derecho de la enseñanza, tal vez uno de los más vitales e invaluables de una sociedad.
Por lo que está en juego, por lo que significa un paro de educadores que resulta en peligroso ocio para millones de niños, además de la situación actual del país, aquí deben imperar la magnanimidad y el realismo de parte de los profesores, a quienes no se les puede dejar de reconocer su aporte a la sociedad.
Es verdad que un estudio de la Fundación Compartir reveló que los docentes oficiales ganan un 18 por ciento menos que los demás profesionales del país, así que no dejan de tener razón en sus aspiraciones. Pero así mismo es verdad que la ministra de Educación, Gina Parody, ya les ofreció un 10 por ciento de aumento, porcentaje, igualmente, por encima del promedio nacional, lo cual ha sido rechazado por Fecode.
Ya se sabe que estamos en época de vacas flacas y que un aumento como el que piden los maestros requiere una suma de cerca de 2,7 billones de pesos. Pero el hecho real y lógico, además de otras discusiones como la evaluación por competencias como condición de ascenso en el escalafón, o el tema de la salud –en la que seguramente no están en inferioridad de condiciones frente a los demás colombianos–, es que las peticiones laborales solo se deben acordar en una mesa, sin dejar a los educandos en la calle.
El Gobierno, con razón, los ha invitado al diálogo y son los educadores, más que nadie, los llamados a dar ejemplo de cordura y buena voluntad, y pasar al tablero para resolver el problema entre su preparación, su aspiración salarial y una urgente calidad de la educación.
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