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Así será el ser humano del futuro

El historiador israelí Yuval Noah Harari anticipa el final del 'Homo sapiens' como lo conocemos.

La historia tuvo un antes y un después con la revolución agrícola, hace 10.000 años. Después de 2,5 millones de años en que los humanos se alimentaron recolectando plantas y cazando animales silvestres, empezaron a dedicar todo su esfuerzo a manipular la vida de unas pocas especies de fauna y flora.
Algunos libros de historia suelen contar este proceso como un relato de progreso que permitió al hombre disfrutar de mayor tiempo y recursos. Sin embargo, Yuval Noah Harari desmitifica esa idea. Citando al científico estadounidense Jared Diamond, este profesor de historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén y doctorado en Oxford cataloga a la revolución agrícola como “el mayor fraude de la historia”.
“En un nivel colectivo, es obvio que la agricultura fue un gigantesco paso adelante para la humanidad, porque la hizo mucho más poderosa. Pero, en un nivel individual, ese poder no se tradujo en mejores condiciones de vida”, dice Harari.
Por estos días, el académico, que aún no cumple 40 años, recibe solicitudes de entrevistas de todo el mundo por el lanzamiento de su nuevo libro, 'La historia del mañana', donde examina la identidad de la humanidad en el siglo XXI y que, con seguridad, será traducido a varios idiomas.
Su carta de presentación fue el sorprendente De animales a dioses: breve historia de la humanidad (Debate), que abarca desde la evolución del Homo sapiens en la Edad de Piedra hasta las revoluciones políticas y tecnológicas del siglo XXI. Publicado el año pasado, se convirtió en un best seller traducido a 30 idiomas.
En poco más de 400 páginas y con una escritura simple y vívida, De animales a dioses aborda las grandes preguntas de la historia y el mundo moderno. Según Harari, lo que permitió que los humanos se convirtieran en la especie más exitosa de la historia fue nuestra habilidad para construir y mantener grupos alrededor de ciertas historias de ficción. Y eso abarca casi todo lo que nos rodea: desde religiones organizadas hasta las modernas sociedades de responsabilidad limitada, con miles de empleados y vastas líneas de crédito.
“Mientras más personas crean en la misma ficción, más siguen las mismas reglas y pueden cooperar –postula–. Si examinas cualquier cooperación humana a gran escala, ya sea política, económica o religiosa, siempre vas a encontrar que está basada en la ficción, como creer en Dios, la nación, el dinero o los derechos humanos. Estas son cosas que nosotros inventamos y solo existen en nuestra imaginación. Otros animales no pueden hacer eso”.
¿Es la religión una historia de ficción?
La esencia de cada religión es una historia de ficción sobre un dios. En ese sentido, sí, son una ficción. Pero son muy importantes, porque sin ellas es imposible crear sociedades estables. Sin esa ficción es imposible convencer a todos de seguir la misma ley, la misma guerra o los mismos valores.
¿Por qué sostiene que el capitalismo es la religión más exitosa?
El capitalismo es una religión porque dice cómo puedes ser salvado a partir de la creencia en ciertas leyes humanas. No son leyes dictadas por algún dios, sino leyes naturales. Todas las religiones les dicen a las personas ‘debes comportarte de esta forma’ porque eso está de acuerdo con una ley superior, entregada desde arriba. El capitalismo no cree en Dios, pero sí cree que hay un cierto flujo que gobierna la sociedad, la economía y la política. Y estas leyes fueron, afortunadamente, creadas por los humanos, no pueden ser modificadas y todo el mundo debe seguirlas. Es la religión más exitosa de la actualidad, porque todo el mundo sigue los dictados del capitalismo. No solo los gobiernos, sino que también nosotros los seguimos en nuestra vida diaria. Y eso es algo que ninguna otra religión ha logrado hacer: convencer a todas las personas del mundo de seguir sus leyes y valores.
La victoria del ‘sapiens’
El libro de Harari tiene su punto de partida hace 2,5 millones de años, cuando el Homo sapiens era un miembro más de la familia de los grandes simios. A pesar de nuestro gran cerebro y nuestra capacidad de fabricar utensilios y formar complejas estructuras sociales, el humano de esa época era una criatura débil y marginal, que subsistía mediante la recolección de plantas, la caza de pequeños animales y comiendo la carroña que dejaban otros carnívoros más poderosos. Y esto se mantuvo inalterable durante millones de años.
Por ese entonces, el mundo era el hogar de varias especies humanas: además del Homo sapiens estaban los neandertales –unos hombres musculosos que vivían en Europa y Asia–, el Homo erectus –que pululaba en Asia oriental– y hasta los Homo floresiensis, unos enanos de apenas un metro de estatura y 25 kilos que vivían en una isla indonesia. ¿Qué fue lo que llevó al Homo sapiens a imponerse sobre todos sus hermanos, establecerse en hábitats tan distantes, exterminar al 50 por ciento de los grandes mamíferos del planeta y conquistar el mundo? Harari afirma que la clave estuvo en la revolución cognitiva y la aparición de nuevas formas de pensar y comunicarse. Y nuestro lenguaje único evolucionó como un medio de compartir información con el mundo a través del chismorreo.
“Tendemos a pensar que el chismorreo es malo o poco importante, pero en realidad es muy importante. Muchos científicos creen que el lenguaje humano evolucionó para cotillear, no para la poesía, la filosofía o las matemáticas. El Homo sapiens es un animal social y, con el fin de sobrevivir y florecer, necesita cooperar con otros miembros de nuestra tribu. Necesitamos conocer bien su carácter, saber si son confiables y quién es nuestro amigo o enemigo. Todo el mundo chismorrea con el objetivo de intercambiar información social. Y eso lo vemos incluso hoy. Si revisas lo que la mayoría de la gente escribe en los e-mails, habla por teléfono, ve por televisión o escucha por la radio es, en su mayoría, pelambre”.
¿Nuestros ancestros cazadores recolectores eran superiores y más hábiles que nosotros?
Depende de si lo ves en un nivel colectivo o individual. En un nivel colectivo, es obvio: las sociedades de cazadores recolectores eran mucho más débiles que nosotros. En un nivel individual, las cosas son distintas, porque los cazadores recolectores eran más hábiles y lógicos que una persona común de hoy. Actualmente, sobrevivimos mediante la confianza en nuestro sistema político y económico. Yo soy profesor de historia en una universidad, recibo dinero por mi trabajo, tomo ese dinero y voy al supermercado a comprar todo. Pero yo no sé cómo recolectar mi propia comida o cómo fabricar mi propia ropa, zapatos y herramientas. No sé casi nada. El 99 por ciento de las cosas que necesito se las confío a otros. En contraste, los cazadores recolectores necesitaban saber cómo hacer casi todo por sus propios medios.
Además, a cambio de todo el trabajo duro que trajo la revolución agrícola, el sapiens obtuvo una peor dieta. Los cazadores recolectores comían decenas de distintas especies de plantas y animales, por lo que obtenían todos los minerales y vitaminas que necesitaban. En cambio, la mayoría de los campesinos subsistían comiendo un solo tipo de cultivo, como el arroz en Asia del este, trigo en el Oriente Próximo y papas en Suramérica. En adición, tuvimos muchas más enfermedades porque la mayoría de ellas provenían de los animales domesticados. Y el último problema fueron las jerarquías sociales de explotación. Con la revolución agrícola, la mayoría de las personas se encontró con que eran explotadas por muy pequeñas élites, que fueron las principales beneficiadas.
El futuro del mundo
Harari afirma que el ser humano enfrentará una serie de desafíos en este siglo, entre ellos saber gestionar sus facultades, cada vez más extraordinarias: “Lo que más me preocupa es que ganaremos tremendos poderes antes de saber qué hacer con ellos. En el pasado desperdiciamos ese poder creando un montón de desastres que afectaron a los humanos, a los animales y al sistema ecológico. Pero ahora llegamos a un punto donde tendremos más poder que nunca, incluso para diseñar vida. Antiguamente pensábamos que eso era facultad de Dios”.
¿Cuál será la gran revolución del siglo XXI?
A través de la historia hemos visto muchas revoluciones en la economía, la sociedad y la política, pero una cosa que permanece constante es el ser humano. Todavía tenemos el mismo cuerpo, el mismo cerebro y la misma mente. Pero, en el siglo XXI, es muy probable que, por primera vez, la mayor revolución no sea en la economía ni en la política, sino en nuestra propia mente. Usaremos la biotecnología y los computadores para potenciar al hombre y transformarlo en Dios. Y esto no es una metáfora, es bastante literal. Después de 4.000 millones de años en los que la biología se basó en compuestos orgánicos y evolucionó de acuerdo con las leyes de la selección natural, ahora podríamos ver vida no orgánica, que evoluciona de acuerdo con un diseño inteligente.
***
Harari estima que, en el transcurso de este siglo, los computadores y los seres humanos empezarán a diseñar seres vivos que serán una combinación de partes orgánicas e inorgánicas. La fusión entre humanos y computadores daría origen a los cyborgs, y estas tecnologías nos permitirán tener una mejor memoria y crear una interfaz directa entre cerebro y máquina. Pero, a pesar de estas nuevas facultades, todos estos avances podrían profundizar los males de la sociedad.
“Una posibilidad es que, en el siglo XXI, veamos la reapertura de la brecha entre ricos y pobres –advierte–. Muchos de los avances tecnológicos, especialmente en la medicina, beneficiarán más a ricos que a pobres. En el siglo XX, el objetivo principal de la medicina era ayudar a los enfermos; pero, en el siglo XXI, el gran objetivo de la medicina será potenciar a las personas saludables. Este es un proyecto elitista, porque rechaza la idea de una norma universal aplicable a todos y busca dar a algunos individuos una ventaja sobre los demás”.
¿Qué consecuencias tendrá esta tecnología? ¿Es posible que perdamos nuestros trabajos?
Yo diría que la pregunta más importante para la economía del siglo XXI es para qué será útil la gente. ¿Qué ocurrirá con nuestra economía si más y más personas se vuelven completamente inútiles? No tenemos una respuesta para eso. En el siglo XIX vimos el surgimiento de una clase completamente nueva: el proletariado urbano. Quizás ahora estamos viendo lo mismo, pero a una escala mayor: el nacimiento de una nueva y masiva clase de personas que no son útiles. No hay ningún nobel de Economía o ideología política que pueda dar respuestas a esta nueva clase. Este será el principal desafío político y económico del siglo.
¿Este avance tecnológico marcará el fin del ‘Homo sapiens’?
Eso es bastante probable. Dentro de uno o dos siglos, el Homo sapiens –tal como lo conocemos– se extinguirá. No por una gran catástrofe o un holocausto nuclear, sino porque será potenciado. El ser humano se fusionará con los computadores para formar seres distintos a nosotros. Es lo mismo que vemos hoy, pero a una mayor escala: las personas se están fusionando cada vez más con los computadores y sus teléfonos móviles. Más y más vidas son conducidas por una realidad virtual y más y más decisiones son tomadas por algoritmos computacionales. Estamos muy cerca del momento en que podremos insertar chips en nuestro cuerpo y crear esa fusión.
¿Qué futuro vislumbra para el medioambiente?
Eso depende mucho de nuestras acciones. Juzgando nuestras acciones actuales y las de generaciones recientes, pareciera que estamos cambiando el medioambiente y, en particular, causando la extinción de la mayoría de las plantas y animales. Incluso, hoy más del 90 por ciento de los grandes animales del planeta son humanos o animales domésticos, como pollos, cerdos y vacas. Tenemos 200.000 lobos salvajes, pero 500 millones de perros domesticados. Hay 50 millones de pingüinos, pero 20.000 millones de pollos. Hay un millón de búfalos americanos, pero 1.500 millones de cabezas de ganado domesticado. Esto ha estado pasando desde hace miles de años, a partir de la revolución agrícola. El Homo sapiens condujo a la extinción de la mitad de todos los grandes mamíferos.
¿Qué va a pasar con las religiones?
La mayoría se volverán desactualizadas e irrelevantes, pero eso no será el fin de la religión. Simplemente veremos el surgimiento de una nueva religión, y eso ya está ocurriendo. Desde una perspectiva histórica, el lugar más interesante del mundo en la actualidad no es Oriente Próximo, sino Silicon Valley. Ahí puedes ver el auge de estas nuevas religiones, que podemos llamar ‘tecnorreligiones’, que creen en la tecnología. Estas reformulan todas las premisas tradicionales que tenían religiones como el cristianismo y el islam. También te prometen felicidad, justicia y la vida eterna en el paraíso. Pero, en vez de creer que estamos en las manos de Dios u otro ser sobrenatural, estas proponen que podemos desarrollar la tecnología para derrotar a la muerte.
GUILLERMO TUPPER
El Mercurio (Chile)
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