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Cuba y Estados Unidos: por buen camino, pero falta mucho

La isla tiene que continuar su proceso de reformas; EE. UU., acordar el levantamiento del embargo.

SEBASTIÁN BITAR
El pasado 17 de diciembre los presidentes de Estados Unidos y de Cuba se dirigieron simultáneamente a sus pueblos para anunciar la decisión de normalizar relaciones diplomáticas. Este puede ser el evento más importante en las relaciones interamericanas en los últimos años. La decisión ha recibido muchos halagos, y algunas críticas desde todos los sectores políticos, medios de comunicación, y ciudadanos del común.
Sin embargo, este anuncio no debe tomarse como una normalización de todas las relaciones entre los dos países, ni el fin del control político excesivo del estado en Cuba. Más específicamente, lo que ofreció Obama a Cuba fue restaurar las relaciones diplomáticas, sacar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo y eliminar restricciones para viajes y restricciones al comercio adicionales a los términos del embargo. A cambio, Cuba ha ofrecido recibir inversión extranjera y hacer unas pocas concesiones como la liberación de presos políticos.
Restaurar relaciones diplomáticas es un paso muy positivo, después de que todos los países de América Latina reconocieran a Cuba como un miembro legítimo de la región. Ahora Obama deberá nombrar a un embajador en La Habana, y ampliar la agenda bilateral. Sin embargo, el Congreso de Estados Unidos debe ratificar al embajador elegido por Obama, por lo que el elegido o la elegida será una persona moderada, que satisfaga a los republicanos, al menos aquellos que apoyan la decisión de Obama, quienes serán indispensables para asegurar la ratificación.
Sacar a Cuba de la lista de países que patrocinan al terrorismo es un buen paso también, en el que Colombia se ha convertido en una pieza relevante. El principal grupo “terrorista” que justificaba la pertenencia de Cuba en esta lista era las Farc. Con las negociaciones de paz el gobierno de Colombia ha tomado una actitud mucho menos guerrerista contra ese grupo, y los oficios de Cuba para adelantar las negociaciones han sido cruciales. Por tanto, con el visto bueno de Colombia, no habrá mucha más presión para evitar que Cuba salga de la lista.
Levantar las restricciones de viaje, envío de remesas, y comercio adicionales al embargo le darán un respiro a la economía convaleciente de la isla. El turismo es la principal fuente de divisas para Cuba, y el envío de remesas aumentará la entrada de dólares. Sin embargo, el embargo todavía no parece tener suficiente impulso para ser terminado en el Congreso, y por tanto pocos cambios significativos vendrán en el comercio entre los dos países por el momento.
El momento escogido para normalizar relaciones dice bastante sobre la preocupación de Cuba por recibir inversión extranjera y mejorar su comercio internacional.
La economía cubana ha sido manejada con políticas desastrosas desde la revolución, que solo fueron mitigadas por el auxilio económico de la Unión Soviética y más recientemente por Venezuela. El embargo y las malas relaciones con los Estados Unidos han servido, contrario a los intereses de EE. UU., para mantener a los Castro en el poder. Los pésimos resultados económicos de la isla son comúnmente responsabilizados en el embargo, y no en la incompetencia de los líderes cubanos.
Cuba tiene una superficie cultivable de 6.3 millones de hectáreas, de las cuales solo un tercio está siendo aprovechado. A pesar de los incentivos que el gobierno ha ofrecido a los cubanos para cultiven la tierra, la falta de derechos de propiedad y otros defectos mayores de la economía planificada hacen que Cuba tenga que importar alimentos para sostener a su población, siendo esto una salida importante de divisas.
Los problemas energéticos son igualmente debilitantes para la economía de Cuba, y solo fueron solucionados temporalmente con la ayuda del petróleo subsidiado de Venezuela. Con ese país en el borde del colapso económico las posibilidades de confiar en esos subsidios en el largo plazo son mínimas.
Después de una tímida apertura a la inversión extranjera en turismo durante el “periodo especial” de los noventas, Cuba empezó un camino muy lento de reformas para incentivar la llegada de capital extranjero, hasta anunciar la apertura de todos los sectores de la economía, con excepción de unos pocos estratégicos, en 2014. Con esta apertura, el gobierno esperaba conseguir recursos para desarrollar la industria, el sector agrícola, y el sector energético. Esta apertura seguramente influyó para que los intereses privados de los Estados Unidos presionaran al gobierno para que se les permitiera aprovechar la nueva torta de la inversión en la isla.
Sin embargo, Cuba mantiene restricciones a la inversión, con el objetivo de mantener el control político y sacar el mayor provecho económico. Los inversionistas extranjeros solo pueden aspirar a asociarse con el estado cubano para los proyectos más importantes, incluyendo la producción de petróleo, otras fuentes de energía (excepto la eólica), comunicaciones, infraestructura, etc.
Los cambios recientes en Cuba y la normalización de las relaciones con EE. UU. son un paso en la dirección correcta, pero no son de ninguna forma el final del camino. Cuba tiene que continuar su proceso de reformas para estabilizar la economía y darles oportunidades a sus ciudadanos, incluso si eso implica menor control político sobre ellos. Estados Unidos a su vez debe lograr superar las barreras partidistas y llegar a un acuerdo sobre el levantamiento del embargo. Eso sin duda beneficiará a los dos países. En el largo plazo incluso podrá ayudar a empoderar a los mismos cubanos para que logren su aspiración de un gobierno democrático en la isla.
SEBASTIÁN BITAR
Profesor de la Escuela de Gobierno y afiliado al Centro de Estudios Internacionales-CEI de la Universidad de Los Andes.
Las opiniones expresadas por los autores que contribuyen en este espacio se hacen a título personal y no comprometen el nombre de las instituciones a las cuales los autores se encuentran afiliados.
SEBASTIÁN BITAR
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