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Hasta los 'paras' y las Farc le pedían venia a 'Marquitos'

Su banda fue utilizada por políticos para sacar del camino a opositores en La Guajira y Cesar.

JUSTICIA
“Habla pausado y parece una persona sumisa, pero en realidad es implacable: cuando dice que alguien debe morir, tiene que morir”. Así describe un investigador de la Policía a Marcos de Jesús Figueroa García, alias Marquitos, el terror de La Guajira capturado esta semana en Brasil.
Detrás de ese hombre menudo, de 1,67 m de estatura, se esconde el poder criminal que en la última década azotó a La Guajira y Cesar. Allá cuentan que desde joven se dedicó a infundir miedo en las rancherías wayús, y que desde la sombra –por años logró mantenerse en el anonimato pagando a fichas en la Fiscalía y la Policía locales– consolidó una red criminal alrededor del contrabando de gasolina, el narcotráfico, la extorsión y los homicidios. (Vea: Así era el último refugio del capo 'Marquitos' Figueroa).
La Policía calcula que su banda cada día recibía 150 millones de pesos solo por el paso de combustible en la frontera con Venezuela y las ‘vacunas’ a narcos por el paso de cargamentos de cocaína por la frontera y la alta Guajira. Aunque no era un hombre de fiestas, la debilidad por las mujeres –tenía 8, con las que tuvo 19 hijos– terminó siendo su talón de Aquiles. El viaje de una de ellas acabó por delatar el más reciente refugio que ‘Marquitos’ había montado en Boa Vista (Brasil), a donde, dijo, llegó en enero de este año huyendo de las autoridades y de sus enemigos.
La ruta que siguió y las interceptaciones a sus socios acabaron con el imperio de Figueroa, el hombre que había jurado que nunca regresaría a la cárcel. En 1998 se fugó del penal de Santa Marta, luego de que un camión tumbó una de las paredes de la cárcel.
Desde esa época se enfrentó a todos los otros delincuentes que quisieron montarle competencia en su zona. Desafió a los paramilitares de ‘Jorge 40’, para quien terminó trabajando en una muestra de otra de sus virtudes: la capacidad de adaptación. Tras la desmovilización de las Auc, consolidó alianzas con el frente 41 de las Farc y con las bandas criminales, para convertirlo en el principal capo de La Guajira. (Lea también: Por nexos con 'Marquitos' Figueroa han sido destituidos 8 policías).
De él, dicen en ese departamento, son los llamados ‘patios’ en la frontera, a donde llegan camiones cargados con combustible traído desde Venezuela, para luego montar las conocidas ‘caravanas de la muerte’ que llevan la gasolina ilegal hasta el Cesar y de ahí a toda la Costa. En uno de esos siete ‘patios’, que manejaba su primo Pedro Enrique Ospino, ‘Balacho’ –prófugo–, dos avezados policías de inteligencia lograron infiltrarse en marzo pasado y conseguir información de la familia más cercana al narco.
Al tiempo, una comisión de la Dijín se dedicó a reconstruir los procesos por homicidio que habían sido archivados sin mayor explicación. En el expediente aparece que nueve órdenes de captura que tenía desde mediados de los 90 habían sido canceladas. El viernes, la Policía confirmó que ha destituido a 8 uniformados por nexos con Figueroa, y la Fiscalía tiene en su poder audios que demuestran que la red de ‘Marquitos’ recibía información de dos fiscales, uno de Fonseca (La Guajira) y otro de Valledupar.
Su poder terminó creciendo tanto que, dicen los que lo perseguían, no midió consecuencias. Los crímenes de políticos de Cesar y La Guajira –los mismos que hoy tienen al exgobernador Francisco ‘Kiko’ Gómez y al cantante Jorge Oñate en líos– pusieron de nuevo el nombre de ‘Marquitos’ Figueroa en la escena pública.
Primero (en el 2008) fue el homicidio de Henry Ustáriz Guerra, esposo de la exalcaldesa de Barrancas Yandra Brito, quien también fue asesinada en el 2012. Por esas muertes responde hoy en juicio el exgobernador Gómez. Ese mismo año fue asesinado el concejal de La Paz (Cesar) Efraín Ovalle, familiar del cantante vallenato Jorge Oñate, quien hoy es investigado como posible determinador del crimen.
La Policía y la Fiscalía tienen decenas de conversaciones interceptadas, testimonios y pruebas técnicas que demostrarían los vínculos de Gómez y Oñate con ‘Marquitos’. El ‘Jilguero del Cesar’ incluso le dedicó un vallenato al ‘Perrero (azote) de los malcriados’, como le decían al capo en Barrancas.
Testigos aseguran que, pese a no ser un hombre educado, siempre estuvo al lado del poder. Su expediente dice que comenzó como escolta y conductor de Jorge Gnecco Cerchar –primo del exgobernador Gómez–, quien fue asesinado por orden de ‘Jorge 40’ en agosto del 2001. A finales de los 90 se metió con los ‘Chorrerianos’, la banda de Arismelis González Murgas y su hermano Edelmis de Jesús. La muerte del primero y la captura del segundo le dieron el chance de ascender y lo hizo. No solo asumió la banda, sino que se apoderó de los bienes y las rutas, lo que le generó enemigos dentro de la misma organización ilegal.
Fueron esos viejos enemigos quienes primero lo ubicaron en Maracaibo (Venezuela), donde hace un año el capo estuvo a punto de ser asesinado cuando daba una vuelta por sus negocios.
Los dos posibles herederos
Un narco que estuvo extraditado y que luego de pagar una corta condena en EE. UU. regresó para aliarse a ‘Marquitos’ Figueroa sería el heredero de la red criminal. Se trata de un hombre al que le dicen ‘Juanca Bonilla’ y que, junto con ‘Nacho Pana’, controla la salida de coca por La Guajira.
En el organigrama que la Policía construyó de la red aparece también otro hijo de Figueroa, al que llaman ‘Fofio’.
Los otros que tienen procesos pendientes son ‘Balacho’, jefe de la red que coordina el contrabando de hidrocarburos, y ‘Pirín’, que se encarga de cobrar a narcos y contrabandistas, no solo de gasolina, sino de todo lo que se mueve en la frontera. El otro que está prófugo es alias la Penca, quien aparece como el jefe de la banda ‘los Caladriles’, dedicada al hurto de motos y vehículos en la Costa, además de ser el jefe de la red de sicarios del entramado criminal.
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