¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

El peligroso juego de la ilegitimidad

Los analistas de la política han abusado de la expresión: "ilegítimo".

Las repetidas acusaciones contra la ilegitimidad de las instituciones colombianas solían venir de quienes se consideran de “izquierdas”. Hacen parte aún del discurso de las Farc. Ahora se suman las del expresidente Álvaro Uribe. “Este es un Congreso bastante ilegítimo”, expresó en una entrevista radial. En los términos planteados, es una acusación desproporcionada, políticamente costosa para el mismo movimiento del senador Uribe e irresponsable.
Desproporcionada. Uribe no ha señalado solo problemas de fraude electoral que afectarían a un puñado de circunscripciones. No. Ha dicho que el Congreso es “ilegítimo”, en palabras que engloban a la institución entera, cuestionando así no un pedazo, sino todo el proceso electoral.
No es distinción sutil, mucho menos insignificante. En un breve editorial, El Colombiano (periódico que simpatiza con Uribe) advirtió la importancia de saber distinguir entre ambos problemas: ¿fraude electoral? ¿Congreso ilegítimo? ¿Puede la incertidumbre sobre 250.000 votos cubrir de ilegitimidad a la totalidad de las elecciones?
Las otras razones que se aducen para descalificar la legitimidad del Congreso tampoco son convincentes. ¿La abstención? Debe ser una preocupación, pero escasamente se la considera fuente de “ilegitimidad” en las democracias representativas, ni por suizos, norteamericanos o londinenses.
¿Qué decir del dinero movilizador del clientelismo? Es, sin duda, serio problema, común en la historia mundial de la democracia. Dondequiera se manifieste contraviene el principio de equidad en la competencia electoral, además de favorecer intereses particulares por encima del bien común. Es simplista, sin embargo, confundir el clientelismo con ilegitimidad.
Políticamente costosa. Menos entendible es que Uribe, tras haber conquistado importante representación parlamentaria para su nuevo movimiento, declare ilegítima la institución donde él y sus copartidarios van a tener asiento. ¿Senadores y representantes de un Congreso ilegítimo? Ha minado su propia autoridad: se ha “autodeslegitimado”.
En vez de capitalizar su “triunfo” (ser segunda fuerza del Congreso en el primer intento electoral), ha decidido subvalorarlo. Al infundir desconfianza en todo el proceso, ¿cómo piensa mantener la fe necesaria para que sus votantes se movilicen en las próximas elecciones?
Irresponsable. Los analistas de la política colombiana han abusado por décadas de la expresión: todos los males se atribuyen a un Estado “ilegítimo”. Lo que en sus plumas puede considerarse una ligereza conceptual, en boca de un expresidente con alta popularidad es una irresponsabilidad. La acusación de ilegitimidad se convierte, a su turno, en fuente de ilegitimidad: contribuye a que la ciudadanía le pierda más respeto a la institución.
“El consentimiento del perdedor” es el comportamiento electoral que la ciencia política ha identificado como la base de la estabilidad que exige la democracia para su desarrollo. No es simplemente que Uribe se haya comportado como “mal perdedor”. Es que ser “mal perdedor” sobre todo en una sociedad asediada aún por la guerrilla puede tener nefastas consecuencias para el futuro de la democracia.
Nada de lo dicho aquí sugiere que deban aceptarse con brazos cruzados los problemas de nuestros procesos electorales. Mi argumento es por una mayor cordura en el debate público, que comienza con la moderación del lenguaje.
Lo más preocupante quizás es la falta notable de congresistas que sepan defender la legitimidad de la institución a la que pertenecen. Con su silencio contribuyen a la amenazante sepultura que se cierne sobre su destino.
Eduardo Posada Carbó
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO