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La peculiar historia del extravío de cenizas de la hermana Angélica

Tras dejarlas olvidadas en un taxi, religiosas de una comunidad duraron tres días buscándolas.

La historia comenzó el 5 de marzo en la calle 11 sur con carrera cuarta de Bogotá, donde queda el convento.
Ese día, dos familiares de una religiosa de la comunidad Hermanas de la madre Laura -que falleció el lunes 3 de marzo- abordaron un taxi con destino al aeropuerto El Dorado. Su misión era viajar a Medellín con las cenizas de la monja fallecida.
Al llegar al aeropuerto, los ocupantes del taxi bajaron las maletas, pero no se percataron de que en el puesto del copiloto dejaron, sin darse cuenta, un maletín negro donde estaba el cofre con las cenizas y cuatro calendarios de la comunidad religiosa.
“Ellos se dieron cuenta en el aeropuerto y avisaron a la Policía, pero no tomaron placa del taxi ni ningún dato, sólo sabemos que era un muchacho joven”, relató la Hermana María Gilma, una de las compañeras de la religiosa muerta.
Justo cuando la religiosa contaba su historia al equipo de 'Arriba Bogotá' del sistema informativo de 'Citytv', este viernes por la mañana, dos jóvenes tocaron la puerta del convento. Se trataba de Alexander Naranjo y Javier Mora, quienes aseguraron saber qué había pasado con las cenizas.
“Un amigo de nosotros tomó un taxi en el aeropuerto y vio la maleta, el taxista le pidió el favor de ayudarle a ubicar a las religiosas porque no podía parquear en el lugar, mi amigo no las encontró, pero nos pidió el favor de venir a preguntar porque él es vigilante y tiene turno, por eso no podía venir”, dijo Javier Mora.
Como los jóvenes no llevaban las cenizas consigo, las religiosas tuvieron que esperar una hora más hasta que fueron por el cofre. Finalmente, antes de las 10 de la mañana de este viernes, los jóvenes regresaron al convento, en donde fueron recibidos en medio de lágrimas y abrazos por más de 20 religiosas.
“Los tendremos en nuestras oraciones de ahora en adelante”, aseguraban varias hermanas, mientras Javier, con una sonrisa sólo les decía: “Dios nos puso esto en el camino, son cosas de Dios”.
El cofre con las cenizas fue revisado por las monjas y hasta por la Policía que hizo presencia en el lugar, para luego ser dejado en el altar, junto a un crucifijo y los nombres de los jóvenes quienes desde ahora cuentan con las oraciones de toda la comunidad de las hermanas de la Madre Laura.
GINA PAOLA CHÁVEZ
PERIODISTA CITYNOTICIAS
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