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'El movimiento estudiantil ha despertado la conciencia nacional'

'El Universal' de Caracas entrevista a Yeiker Guerra el joven que le habló al mundo a través de CNN.

Yeiker lo dice con una sonrisa: “A mí no me para nada, ni nadie”. Nacido en la Concepción Palacios y vecino del Encantado, barriada popular de Petare, proclama que sí fue a París “porque quería ver la Torre Eiffel” y eso no me lo regalaron, me lo gané” luego de aplicar en un programa de formación para el liderazgo, que incluía ocho meses de estudios sabatinos en el IESA y culminaba con un viaje de carácter académico a Madrid y Salamanca, de donde dio el salto a Francia para hacer realidad un sueño que, le decían sus amigos del barrio, era un imposible.
Yeiker no tiene complejo en reconocer que quiere salir del barrio donde ha vivido sus veinte años cumplidos. Nos dice que su mamá es colombiana, trabaja en tareas domésticas y está sorprendida por la súbita popularidad de su hijo. Reconoce que no tenía aspiraciones de convertirse en líder y aúna no asimila la celebridad en que se convirtió luego de su entrevista en CNN.
De rostro limpio y pulcro pero sobrio atuendo, es el propio self made man, raro ejemplar en esta sociedad donde se predica el conformismo y la ambición genuina del progreso individual se considera un pecado pequeño burgués. Yeiker, en definitiva, pareciera la excepción que confirma la regla según la cual ser joven y pobre es un castigo y una condena. Pero él no lo siente así: “como Yeiker hay muchísimos, pero que se conozcan son pocos y de allí el boom en las redes sociales. Que me hayan querido hacer ver como la excepción, es cierto, que lo sea, no lo creo. En las zonas populares hay mucha gente que le pone empeño para salir adelante y baja todos los días a trabajar. Y aunque su prioridad sea el día a día, (¿qué hago para comer, cómo pago el transporte?) y no pueden ir mucho más allá de satisfacer esas necesidades, al final tienen claro que no quieren que sus hijos crezcan ahí. Si yo he tomado un camino distinto es gracias a las oportunidades que se me presentaron”.
-Entonces, sí eres la excepción porque a la mayoría no se le presenta ninguna oportunidad.
-En ese sentido sí soy la excepción.
-Esas oportunidades, ¿te llegaron por casualidad o te las ganaste por tu propio esfuerzo?
-La primera llegó por casualidad. Yo me presenté para participar en el modelo de las Naciones Unidas que se hizo en la Unidad Básica Nacional Juan Bautista Castro, del Llanito, donde estudié del primero al noveno grado. Allí llegaron unos estudiantes de la UCV, en servicio comunitario, para preparar a los chamos y lo primero que me gustó no fueron los contenidos o la manera de desarrollar la tarea, sino que los integrantes del proyecto debían vestirse de flux y corbata, una formalidad que puede parecer una tontería pero que no lo es. Apliqué, quedamos 19 chamos (yo tenía 14 años) nos empezamos a preparar en la UCV y de ese grupo avanzamos cinco. Allí aprendimos oratoria y negociación. Nos mostraron el panorama geopolítico mundial y tomamos conciencia de problemas mundiales como el hambre y la falta de agua potable.
-¿Cuando comenzaste a recibir toda esa información, tenías algunos rudimentos en algunas de esas materias o estabas en cero?
-Estaba en cero, pero eso no me importaba porque sabía que aprendería impulsado por el deseo de pertenecer a algo. Un anhelo que tienen muchísimos jóvenes del barrio. Que llegue alguien y te integre a un grupo con una finalidad.
-Pero, ¿no hacen eso los chavistas a la hora de captar jóvenes para su causa?
-No en mi barrio del Encantado, San Blas, (Petare). A veces, cuando hay una marcha, los sacan en autobuses o si es el caso los instan asistir a los operativos de Mercal. Pero es muy poco lo que hacen para integrarlos y transmitirles sentido de pertenencia a un grupo.
-Entonces eso quiere decir que no están adoctrinando.
-Hay dirigentes del oficialismo con buenas intenciones, pero el discurso ideológico aleja a los jóvenes porque contrasta con la realidad que viven y ellos lo saben. Por eso, cuando tú le preguntas a uno de esos dirigentes por qué estamos como estamos, automáticamente responde que es culpa de los EEUU y ahí se arma el debate. Yo les replico: “¿Cuándo a ti te matan a alguien se lo achacas a EEUU? ¿Si no consigues la comida, es responsabilidad de EEUU?” Ellos, como todos, sufren la realidad, pero el cassette lo tienen metido en la mente.
-Sin embargo, ¿no sigue siendo chavista la mayoría en los barrios?
-Esa es una realidad inocultable, pero en Petare la gente despertó con Ocariz, cuando nadie pensaba que la oposición podía ganar un espacio como ese. Y lo hizo porque se caminó los barrios, hizo suya la causa de las comunidades y la gente quiso sentirse parte de algo.
-¿No eres beneficiario de los programa de becas de la Alcaldía de Sucre?
-Agradezco haber sido parte de los chamos becados por el Instituto de la Juventud. Apliqué, llené la planilla, me entrevistaron, quedé en la Monteavila y ahora estoy en tercer año de Administración.
-¿Y cómo te ha ido?
-Muy bien. Al principio se me hizo muy difícil porque vienen con un déficit de la educación media y la formación en matemáticas es pésima a ese nivel. Así que me di muchos golpes con cálculo en primero y segundo año, pero ahora ya he logrado sobrellevarlo.
-¿Cómo te ha ido con tus compañeros de la universidad que son, en su mayoría, de la clase media?
-Me ha ido muy bien porque he conocido gente valiosa. Gente que antes, me decían, era mi enemiga. Eso me impactó profundamente y ha sido lo mejor que me ha pasado.
-¿Por qué?
-Porque cuando tuve la oportunidad de decirle a un amigo que estudiaría en una universidad privada, me dijo: “Yeiker, no lo hagas. Ahí todos son unos sifrinos. Te van a mirar mal”. Pero yo sabía que no era así porque tenía la experiencia del Modelo de la ONU, que me tumbó los prejuicios y donde supe, casi desde el principio, que esos muchachos eran como yo, tenían las mismas ideas y las mismas ganas de salir adelante. ¿Qué tuvieron más oportunidades? Muy bien. Pero, ¿qué gano con criticarlos por algo de lo cual no son culpables, por nacer donde nacieron, como yo tampoco la tengo por haber nacido donde nací?
-Dices que Ocariz ganó porque sudó el barrio. Según eso hay muchos candidatos de oposición que perdieron por no hacerlo.
-Lo que pasa con algunos candidatos de oposición es que no han trabajado por el barrio. Ocariz dio la vida en la campaña del 2008 y no era algo que había caído de repente. Venía de perder, pero persistió y siguió metido en Petare. A diferencia de otros, que se van y no vuelven sino cuando se acercan las próximas elecciones.
-Se te critica porque no dijiste, en la entrevista con Fernando Del Rincón, que militabas en Primero Justicia y que no eras de ni de la oposición ni del Gobierno.
-Cuando calificas a un venezolano como de oposición o chavista, estás promoviendo la polarización. Y además, advertí que por encima de todo soy estudiante. En algún momento milité en Primero Justicia y simpatizo con ese partido, pero en este momento hablo como joven porque para protestar no tienes que pertenecer a ningún partido político.
-No crees que la protesta proviene de un movimiento espontáneo que fue más allá de los partidos.
-Uffff… claro
-¿Y más allá, incluso, del movimiento estudiantil?
-Mucho más allá. Los estudiantes han sido la punta de lanza de los venezolanos que necesitaban una esperanza. Sin duda es un movimiento espontáneo que supera a los partidos. De mi pueden decir lo que quieran. Que soy un farsante, por ejemplo. Pero el mensaje está ahí, basado en la realidad porque no pueden negar que en el barrio se sufre por la inseguridad, la escasez de alimentos y la falta de oportunidades para los jóvenes. A mi me pueden destruir, pero no a las ideas.
-¿No crees que te pueden destruir físicamente?
-Yo he tenido temor porque esto ha sido una locura. En tres días se produjo conmigo un boom y pasé, en el Twitter, de 262 seguidores a 75 mil. Ahora debo cuidar lo que digo porque, para mal o para bien, me convertí en personaje público y la gente está pendiente de lo que diga. Sin embargo, aunque tengo miedo de lo que me pueda pasar, eso me impulsa a seguir hablando. Uno no puede vivir en un país donde el pensar distinto genere miedo.
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